domingo, 30 de octubre de 2011

PALABRA DOMINICAL DEL OBISPO DE QUERÉTARO: XXXI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO


EL RETO DE SER TESTIGOS CREÍBLES

Palabra dominical de Mons. Faustino Armendáriz Jiménez, Obispo de Querétaro.

En esta parte del evangelio de Mateo, tenemos un discurso de Jesús dirigido al pueblo y a los discípulos; con un juicio demoledor y en un clima claramente polémico, Jesús critica los aires de grandeza, superioridad e incoherencia, a los maestros de la ley y a los fariseos. Mateo insiste en ello probablemente porque en su comunidad comenzaban a aparecer también esos signos en algunos que aceptaban gustosos títulos de honor. Por eso  se subraya el señalamiento: “no hagan lo que ellos hacen”.

 Las actitudes incoherentes que se señalan y que han de evitar son: decir y no hacer, obrar sólo para ser vistos y buscar siempre ser admirados y aplaudidos.

 En actitud de autocrítica en el documento de Aparecida se han señalado algunas sombras que tienen que interpelarnos, como el Señor interpelo a los dirigentes religiosos de su tiempo, lo cual es siempre saludable y desafiante; algunos de estos puntos son los siguientes: citando las palabras  del Papa Benedicto XVI se señala que “se percibe un cierto debilitamiento de la vida cristiana en el conjunto de la sociedad y de la propia pertenencia a la Iglesia católica”; “percibimos una evangelización con poco ardor y sin nuevos métodos y expresiones; un énfasis en el ritualismo sin el conveniente itinerario formativo, descuidando otras tareas pastorales.

De igual forma nos preocupa una espiritualidad individualista. Verificamos asimismo, una mentalidad relativista de lo ético y religioso…” (DA n. 101). Junto con ello se reconocen las luces o esfuerzos que en América Latina se han venido forjando, como el reconocimiento de tantos misioneros y misioneras que desarrollan una valiosa obra evangelizadora en el mundo, tanto consagrados como laicos, junto con los esfuerzos orientados hacia el encuentro con Cristo vivo y que han dado y siguen dando muchos frutos, entre ellos el creciente conocimiento de la Palabra de Dios y el espíritu misionero para proclamarla (DA n.100).

 El Señor, es cierto que denuncia con dureza las prácticas religiosas orientadas a levantar monumentos a la propia vanidad traicionando la adhesión a Dios; sin embargo destaca qué es lo que se tiene que hacer, y hoy el desafío es para nosotros. Por ello, la propuesta del evangelio es a que mucho más allá de nuestros discursos y preocupación de elocuencia demos TESTIMONIO DE ÉL, de tal manera que la difusión del mensaje del evangelio sea no solamente con palabras de entusiasmo sino con el ardor y pasión propias de quien lucha por vivir lo que Jesús pide al discípulo misionero, haciéndolo con coherencia de vida. Con la conciencia de que “conocer a Jesús es el mejor regalo que puede recibir cualquier persona; haberlo encontrado nosotros es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida, y darlo a conocer  con nuestra palabra y obras ES NUESTRO GOZO” (DA n.29). La invitación es a renovar nuestro compromiso con Dios, en la vida ordinaria luchando por recorrer el camino a la santidad, en conversión permanente, para DAR UN TESTIMONIO CREÍBLE.


EN EL AMOR AL PRÓJIMO SE VIVE EL REINO DE PAZ QUE ES CRISTO


EN EL AMOR AL PRÓJIMO SE VIVE
EL REINO DE PAZ QUE ES CRISTO

Artículo de Mons. Enrique Sánchez Martínez, Obispo Auxiliar de Durango

Uno de los legados del Papa beato Juan Pablo II a lo largo de pontificado es su compromiso fuerte en la construcción de la paz. Así lo inició en 1986 en Asís, cuando invito a cristianos, de otras religiones y a no creyentes, a orar por la paz en el mundo, decía “El encuentro de Asís será una jornada dedicada precisamente a impetrar el gran don de la paz. Cuantos creemos en Dios estamos convencidos, en efecto, de que es Él quien nos da la paz. Cuanto más intrincadas se hacen las situaciones conflictivas y las dificultades resultan humanamente insuperables; cuantos más peligros se ciernen sobre la humanidad, tanto más debemos dirigirnos a Dios para que nos conceda la gracia de vivir como hermanos, en un mundo reconciliado. Nuestros recursos y medios humanos no bastan...”.

Tenemos la visita de las reliquias del beato Juan Pablo II en nuestra Arquidiócesis. Y es buena oportunidad para unirnos en la Oración por la Paz del mundo, de nuestro México y de nuestra Arquidiócesis. Nuestro Dios no quiere la pérdida de los vivientes (Sab 1,13). Es un Dios que ama la vida (Sab 12,26). Por esto debemos presentarle nuestras súplicas para que la humanidad no se vea envuelta en una catástrofe. La oración, decía el Papa, es el medio más inofensivo al que se puede recurrir y es, sin embargo, un arma potentísima; es una llave capaz de forzar incluso las situaciones de odio más inveterado.

Ante la crisis de violencia e inseguridad que no ha cesado en nuestra Arquidiócesis, debemos volver al mensaje de amor de Jesús. Como creyentes debemos estar convencidos que “la contribución más valiosa que podemos ofrecer a la causa de la paz es la de la oración”, invita el Papa Benedicto XVI. Volvamos a escuchar la Palabra de Dios, para que ilumine nuestras mentes y nuestros corazones y, guiados por ella, podamos ser constructores de justicia y reconciliación para nuestras comunidades.

Jesús es el Rey de la Paz que nos anuncia y ofrece un reino de paz que es para todos. Él ha inaugurado un reino de justicia y de paz y su horizonte son los confines del mundo, va mas allá de toda raza, lengua, cultura, crea comunión, crea unidad. Este anuncio del Reino de justicia y de paz, se realiza en cada comunidad de fe que existe, teniendo como centro la Eucaristía, ahí se hace presente el sacrificio de amor de Jesús. Es en cada comunidad de fe donde Él viene, donde se hace presente, en torno a Él los hombres y mujeres se unen entre ellos, como un solo cuerpo, sin divisiones, sin rivalidades, sin rencores, sin individualismos, para formar un reino de paz en un mundo dividido.

Estamos llamados a construir este Reino de paz, como mensajeros de la paz. Debemos ponernos en camino como discípulos y misioneros, para responder a su invitación de “Id y haced que todos los pueblos sean mis discípulos...yo estaré siempre con vosotros hasta el fin del mundo” (Mt 28,19-20). Como Jesús, los mensajeros de la paz de su reino deben responder a su invitación. Deben ir, pero no con la potencia de la guerra o con la fuerza del poder; no les envía con medios potentes sino “como corderos en medio de lobos”, sin bolsa, ni cayado, ni sandalias. El reino de paz de Cristo no se extiende con el poder, con la fuerza, con la violencia sino con el don de uno mismo, con el amor llevado al extremo, también a los enemigos. Jesús no vence al mundo con la fuerza de las armas, sino con la fuerza de la Cruz, que es la verdadera garantía de la victoria.

Invoquemos a Dios el don de la paz, pidamos que nos convierta en instrumentos de su paz en un mundo lacerado por el odio, las divisiones, los egoísmos, las guerras, queremos pedirle que lleve un rayo de luz capaz de iluminar la mente y el corazón de todos los hombres, para que el rencor le devuelva el sitio al perdón, la división a la reconciliación, el odio al amor, la violencia a la mansedumbre, y en el mundo reine la paz.

Durango, Dgo., 30 de octubre del 2011.



CADENAS QUE NOS ATAN Y NOS IMPIDEN AVANZAR


CADENAS QUE NOS ATAN
Y NOS IMPIDEN AVANZAR

Comunicado de Prensa de Mons. José Luis Chávez Botello, Arzobispo de Antequera-Oaxaca, difundido el domingo 30 de Octubre de 2011.

Todos los mexicanos que queremos el bien de nuestro país y de Oaxaca tenemos que hacer algo para romper las cadenas que por años han atado y dañado a la sociedad;  me refiero sobre todo a la inseguridad fruto de la violencia, a la pobreza y a la baja calidad de la educación. La inseguridad tiene que ver directamente con la violencia, con la impunidad, la corrupción y con la irresponsabilidad social. La pobreza tiene que ver con la injusticia social, con la educación, fuentes de trabajo, con la salud y alimentación.

Es necesario reflexionar y promover desde las familias acciones que alimenten el servicio y al mismo tiempo atiendan necesidades de personas concretas. Estas acciones, aunque no solucionan completamente tal necesidad o emergencia,  sí la alivianan y su fruto más valioso es la sensibilización y el cultivo práctico de valores en las personas; es la labor laudable del Teletón y de la Cruz Roja entre otras. Sólo ejercitándonos repetidas veces en acciones concretas del bien común podremos concientizarnos y recuperar los valores fundamentales que sostienen la vida de toda sociedad.

Estas acciones requieren decisión en proyectos adecuados para encauzar las mejores energías y recursos en lo que se quiere lograr; quienes no deciden alcanzar algo importante en la vida y no asumen los medios adecuados, nunca se superan. Toda decisión realista exige constancia en actividades variadas y complementarias que propicien y estimulen avanzar hacia la meta señalada; muchas personas han comenzado con entusiasmo etapas importantes de su vida pero, por falta de constancia, no llegaron hasta la meta; sobran ejemplos cercanos.

Los valores no se adquieren ni se recuperan de un año para otro; las etapas importantes de la vida de las personas y de la sociedad requieren de una buena dosis de paciencia para no desalentarse ni desesperarse; todo lo que tiene vida posee su propio proceso y ritmo de desarrollo y, si no se respeta, se pone en riesgo su desarrollo y su misma vida. El campesino al sembrar, espera y respeta el ritmo que la semilla requiere para germinar y crecer; se trata de una espera paciente pero activa que cuida y favorece el desarrollo. ¿Qué nos faltará en la sociedad de Oaxaca? ¿Qué faltará a nuestros responsables y líderes sociales?

Seriamos ingenuos si esperamos que la inseguridad y la violencia terminen si no cultivamos todos la cultura de la legalidad y la responsabilidad social, si la sociedad no exige a sus gobernantes y líderes sociales limpiar la corrupción y la impunidad con transparencia.

Seríamos ingenuos si queremos doblegar la pobreza solo esperando acciones de los gobernantes; se avanzará con una educación de calidad y con justicia social, con una seria reforma política y laboral, con programas sociales contundentes que eviten a toda costa tanto el paternalismo como la manipulación, con estímulos a los pequeños empresarios y a la Iniciativa Privada para que se multipliquen en todos los rincones fuentes de trabajo.

Rescatar la educación de calidad, erradicar la inseguridad-violencia y doblegar la pobreza nos exige irrenunciablemente a todos decisión en proyectos adecuados, constancia y paciencia activa en las tareas fundamentales del bien común. No hay otro camino para rescatar la justicia social y la paz, para transitar a la auténtica democracia.



LA MUERTE, DOBLE CLIC SOBRE EL MONITOR DE NUESTROS DÍAS

LA MUERTE, DOBLE CLIC SOBRE

EL MONITOR DE NUESTROS DÍAS

 

Artículo escrito por el Pbro. Fabricio Seleno Calderón Canabal de la Diócesis de Campeche.


«La muerte es el destino que todos compartimos. Nadie ha escapado de ella. Y tiene que ser así, porque la muerte es posiblemente el mejor invento de la Vida. Es el mejor agente de cambio. Retira lo viejo para hacer sitio a lo nuevo […] Nuestro tiempo es limitado; así que no lo gasten viviendo la vida de otro […] No dejen que el ruido de las opiniones de los demás ahogue su propia voz interior. Y lo más importante: tengan el valor de seguir a su corazón y su intuición».

He querido iniciar esta colaboración semanal con las palabras que el recién fallecido «Genio de la Manzanita», Steve Jobs, dirigió a los jóvenes en su emotivo e inolvidable discurso de apertura del curso escolar 2005 en la Universidad de Stanford.

Y es que al acercarse el mes de Noviembre, el recuerdo nos conduce, espontáneamente, hacia nuestros seres queridos difuntos, hacia todos los que nos precedieron en la fe y duermen ya el sueño de la paz. Los recordamos y rezamos por ellos para que sea completo su gozo en la presencia definitiva de Dios-Padre.

El recuerdo de nuestros difuntos alcanza su máxima expresión los días 1º  y  2 de noviembre, en los que la Iglesia, de manera especial, ora por los difuntos. El dos de noviembre es el día de los afectos, de los sentimientos. Recordar a nuestros seres queridos difuntos, orar por ellos, llevar flores a su tumba, permanecer en silencio dejando que surjan del corazón aquellos momentos imborrables de nuestra vida transcurrida con ellos, es una necesidad que se encuentra en lo profundo del corazón de cada hombre y mujer.  

Cada uno de nosotros tiene su pequeña lista de seres queridos difuntos, en la que cada nombre escrito lleva consigo recuerdos, emociones, nostalgia… A algunos de nuestros seres queridos los hemos acompañado y atendido hasta el último momento; otros en cambio, han desaparecido a nuestra mirada sin la posibilidad de ofrecerles una palabra o un gesto final.

Es la muerte existencial, «aquella que se matiza de misterio y de temor, que golpea a todos: creyentes y no creyentes. La muerte hecha de agonía, de dolorosa separación; que va acompañada de nostalgia, del deseo de tener nuevamente cerca a quien se ha ido, como si fuera muy pronto para partir, o prematuro, ante la mirada de quien permanece en la tierra; como si fuera muy pronto para quien quisiera hacer lo que no ha hecho y que ahora el tiempo no le permite hacer; que deja un velo de melancolía y una huella de dolor, el dolor de la pérdida».

La liturgia de la misa por los difuntos remarca insistentemente el vínculo que nos liga indisolublemente a nuestros seres queridos difuntos; un vínculo establecido no únicamente por el recuerdo, que nos permite revivir el pasado, sino  constituido, además, por la certeza de que ellos continúan viviendo en la presencia de Dios.

«Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá» (Jn 11,25). Ante el misterio de la muerte, la fe viene en nuestra ayuda, iluminándola con la resurrección de Jesús.

Así, la fe nos asegura que la muerte no es el final. No caminamos hacia el abismo, hacia la nada, hacia la destrucción. ¡Dios nos ha creado para la vida! Por tanto, nuestra vida no tiene término, sino meta; de la misma manera como la muerte de Cristo en la Cruz no fue el final, sino el paso a la nueva existencia resucitada y gloriosa.

Entonces, la celebración de los Fieles Difuntos se transforma en una celebración de la esperanza cristiana. En el también llamado “Día de muertos” por nuestras culturas autóctonas, parecería que la muerte es la protagonista de esta celebración, sin embargo, nosotros celebramos la victoria de Cristo sobre la muerte. Frente a la muerte, la esperanza cristiana nos anima a descubrir que también nosotros resucitaremos como Jesús ha resucitado.

En la muerte está la semilla de la promesa de la vida nueva y eterna; por eso, la muerte no destruye el vínculo afectivo entre nosotros y nuestros seres queridos difuntos.

Seguimos amando a nuestros seres queridos aunque de una nueva forma. Cuando estaban entre nosotros le manifestábamos nuestro amor y afecto a través de un abrazo, una caricia, un gesto solícito, un regalo; ahora que físicamente ya no están entre nosotros, le manifestamos nuestro amor y cercanía a través de una oración, de una veladora que encendemos por ellos, de una misa que ofrecemos por ellos, una flor que se deposita sobre su tumba, una visita al lugar donde ha sido sepultado, y, sobre todo, poniendo en práctica todas las cosas buenas que nos enseñaron durante su vida.

«La temida y mal llamada muerte en realidad es sólo doble clic con el pulgar derecho sobre el monitor de nuestros días […] Resetear el “sistema” personal, poner en blanco la pantalla de una existencia, nada tiene que ver con luto y desagarro […] Lo importante es ser útil en esta o en aquella pantalla, es vencernos a nosotros mismos, a nuestra propia gravedad y subir  al escenario y ofrecer, desbordado de ilusión, algo al prójimo» (K. Aldai en su artículo en memoria de Steve Jobs).

Este 2 de Noviembre de 2011, no sea una mera conmemoración de los Fieles Difuntos, sino que, además, la fe en Cristo, vivo y resucitado, acreciente en nosotros la esperanza de poder encontrarnos un día todos unidos con Cristo y con nuestros seres queridos difuntos en la alegría de la vida eterna.



sábado, 29 de octubre de 2011

HOMILÍA DEL OBISPO DE CAMPECHE: DOMINGO XXXI DEL TIEMPO ORDINARIO


DOMINGO XXXI DEL TIEMPO ORDINARIO
30 de Octubre de 2011

INTRODUCCIÓN

En textos del Evangelio, como el de hoy, cuando Jesús llama a la rectitud de vida, a la vigilancia y a la humildad que fundamenta la comunión, entendemos fácilmente de qué está hablando. Todos hemos experimentado la insistente tentación de la incoherencia, el cáncer expansivo que con todas sus letras hemos de llamar hipocresía.   En muchos ambientes, incluso entre nosotros –a nuestros templos y grupos-, ha entrado disimuladamente pero igual de real y nociva, la separación radical de nuestras convicciones y creencias, de nuestra manera concreta de actuar. Y ustedes habrán de disculpar a un servidor la constancia en tocar el punto de la correspondencia armónica entre la fe y la vida, pero no puedo dejar de hacerlo cuando aparece ante los signos de los tiempos, como una verdadera urgencia y exigencia de nuestra condición de discípulos de Jesucristo. Estamos llamados a revelar y no a velar el genuino rostro amoroso de Dios y de la religión hacia los demás (cfr. GS 19). No se vale ondear la bandera del cristianismo cuando nuestra forma de vivirlo dista mucho de un auténtico seguimiento.

Tampoco nos está permitido justificar nuestra a veces mediocre manera de ser cristianos con la manera mediocre de ser cristiano de algunos de nosotros, pastores, que debiéramos ser ejemplo y motivación para nuestros fieles, pero hemos de recordar que la gracia de ser hijos de Dios y el compromiso de ser congruentes con nuestra fe es un regalo y una tarea siempre en primera persona.

El trozo del Evangelio de Mateo que escuchamos en este domingo tiene dos partes claramente diferenciadas: la primera es una denuncia de la actitud hipócrita de letrados y fariseos, a quienes señala con precisión sus incongruencias y la segunda es una instrucción hacia la comunidad y un verdadero parte aguas en la manera de pastorear al Pueblo de Dios. Hay quien dice que frente a la amenaza de un “rabinismo” cristiano, era preciso sembrar de una vez la semilla de la comunión entre los creyentes y la igualdad de nuestra condición de hijos de Dios y hermanos unos de otros.

Resulta lógico que Jesús tenga que enfrentarse a los doctores de la ley, no porque contradijera los preceptos, sino porque conocía la verdadera estatura y utilidad de la misma ley, en orden a la liberación y no a la esclavitud como estaba resultando ser. La actitud de Jesús, su manera de enseñar contraría a la de los escribas, porque al decir de la Escritura “enseñaba con autoridad”. No se trata de que hablara con más precisión o mar fuerte, sino de una manera más profunda que se ponía de manifiesto en sus propias obras. La autoridad para enseñar no la da un oficio o la elocuencia, sino la vida.

1.- Y EN LA CÁTEDRA DE MOISÉS…

Esta figura de la que Jesús se apoya para su invectiva contra los letrados en la ley, no tiene mayor complicación, porque hemos de entender que la cátedra de Moisés es el lugar autorizado para formar, para trasmitir la Palabra de Dios, para interpretar con autoridad la Ley y la Escritura. Desde la cátedra pues, se alimentaba al pueblo con el pan de la Palabra, y eran precisamente los fariseos y los escribas los que tenía tal oficio. Tenemos que reconocer que no se trata de un puesto que este sector de judíos se hayan otorgado a sí mismos o hayan tiranizado para conquistar, más bien contaban con la aprobación de todo el pueblo y eran tenidos como los más acreditados para la interpretación y aplicación de la Ley de Dios. Los escribas conocían perfectamente la ley, eran los profesionales de la Escritura y profesores legítimos de las normas éticas de actuación; los fariseos eran los hombres piadosos del pueblo, los judíos puritanos –al decir de algunos-. De alguna manera, eran el frente contra los judíos que se habían rebelado o permanecían indiferentes ante la Alianza pactada con Dios; pugnaban por la exigencia de someterse a la ley del Señor y de observar puntualmente todos sus preceptos.

En este pedestal que el mismo pueblo los había subido, en algún momento de la historia, perdieron su verdadera identidad y comenzaron a multiplicar cánones tan minuciosos que regulaban hasta los más insignificantes detalles, de modo que la Ley que se había recibido para garantizar la libertad y la lealtad a la Alianza, se había convertido en una carga, en un fardo pesado difícil de llevar. Cuando a la letra se le arrebata el espíritu que la inspira, se vuelve una tara insoportable.

Jesús no desacredita para nada, la validez de la enseñanza de los escribas y fariseos, por el contrario, invita a los discípulos y a la muchedumbre que son sus interlocutores, a que “hagan TODO lo que les DIGAN”. En verdad que son personas que conocen profundamente la letra de la ley, aunque no hayan llegado todavía al corazón de la misma, un corazón que Jesús hará latir en plenitud con el mandamiento nuevo y más grande.  Ese no es el problema, el problema no es lo que dicen o lo que saben, sino lo que viven y cómo lo hacen.

Aparecen tres reclamos en las palabras de Jesús hacia los escribas y fariseos: dicen una cosa y hacen otra; hacen fardos difíciles de llevar pero ellos ni con el dedo los mueven; y hacen todo para que los vea la gente. Cualquier parecido con la realidad, pueda ser mera coincidencia, o bien pueda ser una advertencia que nos invita a la conversión.

A este punto habían llegado aquellos hombres que conocían la ley y se esforzaban por vivir devotamente en la presencia de Dios; quizá sin darse cuenta, se habían vuelto tiranos de sus hermanos, carcomidos de la gloria humana, hambrientos del aplauso y el reconocimiento, severos jueces de las equivocaciones de los demás.

Queridos hermanos y hermanas, en la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos, pero pudiera decirse lo mismo de las sedes en nuestros templos y parroquias, e igualmente se puede decir de las bancas en las iglesias. Este es el virus contagioso e imparable de la incongruencia, de la hipocresía y de la soberbia. Este es el mal que nos ha contaminado a muchos de los que nos decimos buenos cristianos, de los que asistimos puntualmente a misa cada semana, de los que hemos escuchado la Palabra de Dios…pero que aún no la hemos vivido.

Si el Señor nos habla de esta manera tan dura, tengamos por cierto que es en vistas a procurar nuestro bien y la salvación ahora que estamos a tiempo.

2.- DEL BIEN HABLAR Y EL MAL VIVIR

¡Cuántas cosas habrían de saber los escribas y fariseos! ¡Cuánto tiempo de su vida habrían invertido en el conocimiento y profundización de la Ley! Eran tenidos por eruditos, ¡y con toda razón! Pero existe un problema, habían dejado de buscar a Dios pensando que ya lo tenían; conocían su Ley pero ignoraban su voluntad; aprendían la letra y despreciaban el Espíritu. Así, todo lo que hacían era con el afán de ser vistos; a este interés responde el hecho de colocarse en la frente y en los brazos las filacterias, que eran trozos de piel o pergaminos con frases de la Escritura y los flecos del manto eran recordatorios de los mandamientos del Señor; gustan de ser saludados y de ocupar los lugares principales en banquetes y sinagogas. Pretenden creer que por el hecho de saber más, son más y están por encima del común del pueblo.

El peligro que advierte Jesús es caer en el juego de tenerles como modelo, de volverse guías, padres y maestros de los demás. Sobre todo cuando su manera de actuar era parcial e injusta cuando se trataba de sí mismos o de los otros. Aplicaban lo que alguien atinó a nombrar “la ley hipócrita del embudo”: la parte estrecha para el otro, la parte ancha para mí.

Atentos hermanos, cuidado con juzgar tan duramente a los escribas y fariseos, no vaya siendo que estemos dictando sentencia contra nosotros mismos, sin darnos cuenta.

Lo inmediato es pensar que tanto los devotos como los intérpretes de la Ley eran sacerdotes, pero entonces nos equivocaríamos. Por el contrario, los escribas y fariseos eran hombres del pueblo, eran seglares dedicados a las cosas de la Escritura. Estaríamos reduciendo el alcance del mensaje de Dios, si consideramos a los consagrados como únicos destinatarios de los reclamos de Cristo, no es sólo para ellos…pero también para ellos.

Confrontando ahora nuestra propia vida con la Palabra de Dios pudiéramos vernos retratados sin retoque con algunas actitudes que se señalan. Qué hermoso credo proclamamos cada domingo, y con cuánta vehemencia respondemos “sí creo”; qué orgullo brota al llamarnos cristianos y al sabernos hijos de Dios y redimidos por la sangre de su Hijo; qué bien hablamos y con cuánto detalle y exactitud aplicamos a los errores de los demás los preceptos contenidos en la Ley de Dios; con cuánta profundidad aconsejamos en las cosas del bien; con cuánta insistencia les decimos a otros lo que es bueno y lo que es malo. Todos sabemos lo que le agrada a Dios y lo que lo ofende…pero de lo que hacen los demás.  El no hacer lo que decimos, el no vivir lo que profesamos sigue siendo una herida que lastima y deteriora la autenticidad y credibilidad de la Iglesia. El doblez en nuestra vida no dejará de ser escándalo para los más pequeños y argumento que justifica a los que están lejos. Nos resulta sencillo y común sentenciar las actuaciones de los otros desde la moral cristiana, pero nos cuesta trabajo someternos a la misma normativa.

Por otro lado, el egoísmo exacerbado a que conduce el conocer los preceptos, o saber un poco más de Biblia, o el haber recibido cierto curso o tales pláticas de formación, nos coloca en una arrogancia tal que nos aleja de Dios y de los hermanos.

No se trata de hablar bonito, se trata de vivir bien; no se trata de saber mucho, se trata de esforzarse mucho en vivir lo que Dios quiere; no se trata pues, de engañar a nadie, se trata de no engañarse a sí mismos.

Estamos de acuerdo en que esta coherencia nos obliga de manera muy especial a quienes cuidamos  del Pueblo de Dios, y que lo fieles tienen derecho a contemplar en sus pastores la encarnación de la Palabra que anuncia.

Pero igual de cierto que es que todos los hombres y mujeres somos candidatos a este juego de mentira e hipocresía, a disociar la fe y la conducta, a refugiarnos en la estricta observancia legal de ritos externos sin verdadera y obligada conversión del corazón, a ceder al orgullo de creerse bueno y despreciar a los que fallan, acallando nuestras conciencias con el mérito de obras buenas pero sin acercarnos al verdadero amor cristiano, siendo duros con los demás y demasiado blandos con nosotros mismos.

3.- UN SOLO PADRE

En la segunda parte del Evangelio que escuchamos hoy, se contiene una instrucción hacia la comunidad cristiana, que se enuncia más o menos así: “no dejen que los llamen maestros, porque uno sólo es el Maestro y ustedes son hermanos…a nadie llamen padre, porque su padre es el Padre celestial…no se dejen llamar guías, porque su guía es Cristo”.

Hay quienes han querido ver en estas palabras un conflicto que en realidad no existe, y hay quienes han tomado a la letra el texto acusándonos a los católicos de contradecir la Palabra de Dios, con argumentos como el por qué llamamos “padres” a los sacerdotes, o que se cuidan de no usar la palabra “maestro”, porque significaría desacatar el mandato de Jesús.

En ningún momento el Señor pretende entrar en nimiedades que en nada afectan a la salvación; su propósito es más profundo, más fundamental, más revolucionario.

No podemos sacar estas instrucciones del contexto del enfrentamiento con los escribas y fariseos debido a su hipocresía. Lo que el Señor quiere decir realmente es que se marca en adelante una diferencia radical con la estructura judía del pastoreo y de la conducción del pueblo. Ahora, ya nadie es padre de nadie, ni maestro ni guía, ahora todos somos hermanos. Estamos admirando el momento en que Cristo siembra para su Iglesia la semilla de la comunión, que por instantes ha olvidado, o ha dejado de cultivar. He aquí una nota que ha de tener la comunidad cristiana, dejar de ambicionar estar por encima de nadie, ni ser superior en ningún sentido, ni construir pirámides donde algunos terminan oprimiendo a otros; todos somos hermanos, nadie por encima de nadie.

Mas Jesús conoce el corazón del hombre y sabe de su debilidad por el poder, por el aplauso, por la reverencia, por el reconocimiento, y por eso da a cada uno su lugar. El problema no estriba en que nombremos a alguien como padre o maestro o guía, sino en que no usurpemos el lugar que le corresponde únicamente al Señor y al Padre de todos. Qué vano sería dejar de usar la palabra “maestro”, si seguimos imitando modas, aceptando pensamientos de particulares y configurándonos a algún mortal cualquiera que deslumbra en el momento; de qué serviría dejar de usar la palabra “guía”, si continuamos  creando ídolos de papel que nos absorben; cuál es el sentido de dejar de decir “padre”, si nos convertimos en hijos de nuestro egoísmo, de nuestros rencores, de nuestra soberbia y despreciamos al  verdadero y único Padre.

No es necesario complicar más las cosas cuando el mismo texto nos da la respuesta y nos indica el verdadero sentido e intención de las palabras de Jesús: nadie, pero nadie, busque sentirse guía, ni maestro ni padre como pretendían los escribas y fariseo; todos somos hermanos; y el mayor es realmente el servidor de los demás, la grandeza viene escondida en la humildad que se practica.

El llamar padre a nuestro progenitor, o al sacerdote no atenta contra la voluntad de Dios, dado que la misma Escritura ordena obedecer a tu “padre” y a tu madre, por ejemplo; y las múltiples ocasiones en que el rey o el profeta eran llamados “padre” por su pueblo.

A un sacerdote se le puede llamar padre con razones de sobra. Creo que si engendro hijos a la fe por el bautismo; si alecciono con la Palabra de Dios; si consuelo con el bálsamo de la reconciliación; si comparto la alegría de los hijos que unen sus vidas; si fortalezco al débil con la unción de los enfermos; si alimento a quienes engendré como hijos de Dios con el Pan de la Eucaristía, creo que se me puede llamar padre, no en lugar del Padre de todos, sino por actualizar y acercar el amor divino con la gracia que Dios ha depositado en mí. Soy padre, sólo en la medida en que llevo y conduzco a los hijos hacia el verdadero Padre que nos ha adoptado como suyos.

A MODO DE CONCLUSIÓN

Resistamos con la humildad necesaria, a la insidiosa tentación del fariseísmo. Que nunca más se vuelvan a sentar en las bancas de los hijos de Dios, los escribas y fariseos de doble vida y de egoísmo empedernido; que no caigamos en la trampa de la hipocresía que busca hacernos creer que somos más y mejores que los otros que por algún motivo han fallado, porque nuestra conciencia no dejará de gritarnos nuestras propias culpas. Hay un principio que intenta copiar el consejo de Jesús, de hacer lo que estos eruditos dicen pero sin imitar sus obras y que nos libra de argumentos falsos que quieren justificarnos y ocultarnos la verdad: las cosas buenas hay que tomarlas de donde vengan, las cosas malas no hay que tomarlas ni de los “buenos”.

Estamos invitados a armonizar nuestra fe con nuestra manera de vivir, a ser coherentes como tarea que se cumple todos los días y a cada momento. No nos está permitido ocultar por más tiempo el genuino rostro de Dios y de la fe. Ojalá nuestras creencias encuentren respaldo y testimonio en las obras que practicamos.

Que no se nos olvide, uno sólo es el Padre de todos, uno sólo es el Maestro y Guía; que no se nos olvide pues, que todos somos hermanos, y que la grandeza no se encuentra en pisotear a otros, ni en ponderar capacidades, sino en la humildad que se pone a los pies de los hermanos para hacerles el bien y servirles. Ánimo.

Mons. Ramón Castro Castro
XIII Obispo de Campeche



viernes, 28 de octubre de 2011

SALUDO DE MONS. RAMÓN CASTRO CASTRO DESDE HONG KONG, TIERRA DE MISIÓN

DESDE HONG KONG, TIERRA DE MISIÓN


Saludo de Mons. Ramón Castro Castro, Obispo de Campeche, desde Hong Kong, donde se encuentra dirigiendo Ejercicios Espirituales a los Misioneros de Guadalupe.

Mis queridos Amigos y Hermanos:

Un saludo cariñoso desde Hong Kong, lugar en donde me encuentro dirigiendo Ejercicios Espirituales para los misioneros de Guadalupe que trabajan en China, Corea y Hong Kong.

Dios me ha permitido prestar este pequeño servicio, que me enriquece y me permite renovar la dimensión universal de la Iglesia y visitar a aquellos hermanos que se encuentra en la primera fila de la batalla. Es bueno y necesario infundirles ánimo, y al mismo tiempo enriquecernos de sus grandes riquezas humanas y espirituales.

Creo que hemos de estar muy orgullos que nuestra Iglesia cuente con sacerdotes como ellos, que dejándolo todo han decidido seguir al Señor en la aventura de ser los primeros en sembrar semillas evangélicas, ó  ser continuadores en el nacimiento y fortalecimiento de comunidades nuevas. Mi corazón de obispo y de mexicano se ha renovado y fortalecido. DEO GRATIAS!


Mons. Ramón Castro Castro
XIII Obispo de Campeche



ASIS, SIGNO DE AMISTAD Y FRATERNIDAD ENTRE LAS RELIGIONES


ASIS, SIGNO DE AMISTAD Y
FRATERNIDAD ENTRE LAS RELIGIONES

Ciudad del Vaticano, 28 de Octubre de 2011 (VIS).- El Papa Benedicto XVI ha recibido esta mañana a los trescientos representantes de las diversas religiones y de los no creyentes que participaron ayer en la jornada de reflexión, diálogo y oración por la paz y la justicia en el mundo celebrada en la ciudad italiana de Asís bajo el lema "Peregrinos de la verdad, peregrinos de la paz".

En su discurso, el Papa agradeció a los presentes su participación en el encuentro, y añadió: "En cierto sentido, esta reunión es representativa de los millones de hombres y mujeres de todo el mundo que están activamente comprometidos en la promoción de la justicia y la paz. Es también un signo de la amistad y la fraternidad que han surgido como fruto de los esfuerzos de tantos pioneros de este tipo de diálogo. Que esta amistad crezca entre todos los seguidores de las religiones del mundo y con los hombres y mujeres de buena voluntad en todas partes".

"Mirando atrás -continuó Benedicto XVI- podemos apreciar la previdencia de mi predecesor el Papa Juan Pablo II al convocar el primer encuentro de Asís. (...) Reuniones de este tipo son necesariamente excepcionales e infrecuentes, y sin embargo son una clara expresión del hecho de que cada día, en todo el mundo, personas de diferentes tradiciones religiosas viven y trabajan juntas en armonía. Es ciertamente significativo para la causa de la paz que tantos hombres y mujeres, inspirados por sus más profundas convicciones, estén comprometidos en trabajar por el bien de la familia humana".

"En este sentido, estoy seguro de que el encuentro de ayer nos ha mostrado cuán genuino es nuestro deseo de contribuir al bien de todos los seres humanos, y lo mucho que tenemos para compartir los unos con los otros".

"Mientras recorremos nuestros respectivos caminos -dijo el Pontífice para terminar-, saquemos fuerzas de esta experiencia y, dondequiera que estemos, continuemos renovados el viaje que conduce a la verdad, la peregrinación que lleva a la paz. ¡Gracias a todos de corazón!".

Fuente: Vatican Information Service.


PAPA EN ASIS: RELIGIONES PORTADORAS DE JUSTICIA Y PAZ


RELIGIONES PORTADORAS DE
JUSTICIA Y PAZ: BENEDCTO XVI

Ciudad del Vaticano, 28 de Octubre de 2011 (VIS).- Ayer, poco antes de las cuatro de la tarde, el Papa Benedicto XVI y los jefes de las delegaciones invitadas dejaron el convento de Santa María de los Ángeles en Asís y se dirigieron a pie hasta la explanada de la basílica de San Francisco. Una vez llegados se trasladaron en autobús hasta la plaza dedicada al "Poverello" de Asís donde tuvo lugar el encuentro de clausura de la Jornada Mundial de Peregrinación por la Paz.

Tomó la palabra en primer lugar el cardenal Jean-Louis Tauran, presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso que afirmó que la esperanza de la paz se había reavivado en Asís y exhortó a todos a ser testigos y mensajeros de una paz "que hoy también es posible".  Después los participantes renovaron solemnemente su compromiso por la paz y, tras las palabras del Patriarca ecuménico Bartolomé I, arzobispo de Constantinopla, intervinieron los representantes de la Federación Luterana Mundial, de la religión Sikh, del Patriarcado de Moscú, de la Alianza Baptista Mundial, del Islamismo, del Patriarcado Siro-Ortodoxo de Antioquia, del Taoísmo, Budismo, Sintoísmo, del Comité Judío Internacional para las Consultas Interreligiosas, de la Comunión Mundial de las Iglesias Reformadas y de los no creyentes.

A continuación  Benedicto XVI  pronunció las palabras: "Nunca más violencia; nunca más guerra; nunca más terrorismo. En nombre de Dios, cada religión lleve a la tierra justicia y paz, perdón y vida, amor".

Tras unos momentos de silencio, un grupo de jóvenes entregó a los jefes de las delegaciones  y a los presentes en la plaza una lámpara encendida cuya llama oscilaba con el viento como símbolo de la paz que se debe proteger y conservar. Después,  el  cardenal Kurt Koch, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, invitó a todos los participantes en el encuentro  a "sellar con un signo de paz el compromiso proclamado con tantas voces".

Al final del intercambio de la paz, el Papa concluyó  dando las gracias a cuantos habían hecho posible esta jornada, mencionando en particular a los "numerosos jóvenes que han peregrinado a pie desde Santa María de los Ángeles para dar testimonio de que en las nuevas generaciones hay tantas personas comprometidas en superar violencias y divisiones y ser promotores de justicia y paz".

"El acontecimiento de hoy muestra que la dimensión espiritual es fundamental en la construcción de la paz- observó el pontífice- A través de esta peregrinación única hemos podido entablar un diálogo fraternal, profundizar nuestra amistad y reunirnos en silencio y oración. Después de renovar nuestro compromiso por la paz e intercambiar unos con otros un signo de paz, nos sentimos todavía más involucrados, junto con los hombres y mujeres de las comunidades que representamos,  en el peregrinar humano que compartimos. No estamos separados, seguiremos encontrándonos, seguiremos unidos en este camino, en el diálogo, en la construcción diaria de la paz y en nuestro esfuerzo por un mundo mejor, un mundo en que cada hombre, cada mujer y cada pueblo, pueda vivir de acuerdo con sus aspiraciones legítimas. Agradezco a todos los presentes que hayan aceptado mi invitación a venir a Asís como peregrinos de la verdad y de la paz y os saludo con las palabras de San Francisco: "El Señor te de la paz".

Durante el canto final el Papa y los delegados bajaron del palco y entraron en la basílica inferior de San Francisco para visitar la tumba del santo, donde permanecieron unos minutos en silencio. Terminado ese acto, el pontífice saludó a la comunidad franciscana y, junto con los jefes de las delegaciones, se desplazó en minibus a la estación ferroviaria de Santa María de los Ángeles para emprender el regreso al Vaticano.

Fuente: Vatican Information Service.


NUEVO OBISPO PARA LA DIÓCESIS DE NUEVO CASAS GRANDES


NUEVO OBISPO PARA LA DIÓCESIS

DE NUEVO CASAS GRANDES

 

Comunicado de Prensa emitido por la Secretaría General (SEGECEM) de la Conferencia del Episcopado Mexicano.



La Secretaría General de la Conferencia del Episcopado Mexicano, comunica que Su Santidad Benedicto XVI se ha dignado nombrar Obispo de la Diócesis de Nuevo Casas Grandes al Rev. P. Jesús José Herrera Quiñonez, Párroco de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y Secretario Canciller de la Diócesis de Mexicali.

La noticia fue publicada en L’Osservatore Romano en Roma la tarde del jueves 27 de octubre del 2011.

Secretaría General de la CEM


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MONS. JESÚS JOSÉ HERRERA QUIÑÓNEZ
Curriculum Vitae

Nació el 20 de diciembre de 1961, en Mexicali, B.C. Hijo de Emiliano Herrera (+) y de María de la Luz Quiñonez. Le sobreviven cuatro hermanos.

Recibió los Sacramentos del Bautismo, Confirmación y Primera Eucaristía en la Parroquia de Nuestra Señora de Loreto y San Antonio de Padua, de su tierra natal Mexicali, en donde, también, llevó a cabo los estudios primarios y secundarios.

Realizó estudios de preparatoria en el Seminario Menor de Mexicali (1977-1980), de Filosofía y primer año de Teología en Morelia, Michoacán, (1980-1983) mismos que concluyó en el Seminario Diocesano de Tijuana (1984-1987).

Ordenado diácono en la Parroquia de Nuestra Señora de Loreto el 7 de junio de 1987, recibió el orden del presbiterado en el mismo templo parroquial, el 20 de diciembre de 1987.

En su diócesis ha desempañado los siguientes servicios:

* 1987 a 1988: Ministerio de diaconado en la Parroquia de Guadalupe, en San Luis Río Colorado, Son.
* 1988 a 1993: Vicario Parroquial de la Inmaculada, en San Luis Río Colorado, Son.
* 1988 a 1991: Decano de María Inmaculada, en San Luis Río Colorado, Son.
* 1993 a 1995: Párroco de Santa Teresita del Niño Jesús, en la ciudad de Mexicali.
* 1994 a 1995: Asistente diocesano del Movimiento Familiar Cristiano.
* 1995 a 1997: Estudios de especialización en la Pontificia Universidad Lateranense (Pontificio Instituto Juan Pablo II) en Roma, Italia, donde obtuvo la Licenciatura en Teología del Matrimonio y la Familia.
* 1997 a 2001: Director espiritual en la sección de Filosofía y profesor de Espiritualidad y Teología Moral, en el Seminario Diocesano.
* 1998 a 2001: Secretario General del Seminario de Mexicali.
* 1998 a 2011: Responsable de la Comisión Diocesana de Pastoral Familiar.
* 2001 a 2007: Párroco de Santa Teresita del Niño Jesús, en la ciudad de Mexicali.
* 2004 a la fecha: Secretario Canciller, miembro del Consejo de Gobierno y miembro, por designación, del Consejo Presbiteral y de la Comisión Diocesana de Pastoral.
* 2007 a la fecha: Párroco de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y promotor del Diezmo Diocesano.