¡TESTIGOS
DE LA LUZ!
Palabra
dominical de Mons. Faustino Armendáriz Jiménez, Obispo de Querétaro.
El
sentido del Adviento: esperar a Dios y esperarlo en Jesús; creer en su venida
progresiva, misteriosa pero real, a nosotros, al mundo. El Adviento es un
tiempo concreto que rompe nuestra monotonía para ponernos en camino de
conversión, para centrar nuestra vida no en una irrealidad, sino en la realidad
maravillosa de Jesús que se acerca a la vida de los hombres como nuestro
Salvador. Juan el Bautista tiene esta misión, de anunciarnos el camino del
adviento.
El
evangelio de Juan nos presenta el testimonio que Juan el Bautista da a los
judíos a orillas del Jordán sobre su identidad. Dando testimonio de quien es y
quien no es, nos está presentando, indirectamente, la identidad de Jesús.
Juan es
testigo de la luz “No era el la luz, sino testigo de la luz”. Vemos la figura
austera de Juan el Bautista, para preparar a los que esperan el Mesías, para
dar testimonio de la luz, para que por el todos vinieran a la fe. Sus palabras
son recias y claras, avaladas por su conducta intachable. Las respuestas de
Juan el Bautista son sinceras y sencillas. Sus palabras son una lección de
humildad y de verdad, por ello confeso sin reservas quiere era y quien no era,
supo andar en verdad, que en eso consiste la humildad. Con esta descripción, en
el evangelio de Juan, el Bautista se convierte en el primer testigo de Jesús.
Todo
creyente que tomo en serio su fe se convierte en testigo de Jesucristo. El
testimonio del cristiano es como el de Juan el Bautista, que “vino como testigo
para dar testimonio de la luz, y que por el todos llegasen a la fe”; grita
“allanen el camino del Señor”; proclama “Entre ustedes está ese que no
conocen”. Se trata de anunciar y hacer creíble a Jesucristo.
Un hombre
o mujer de fe con verdadera conciencia de su identidad de creyente, no
titubearía ni callaría la experiencia de Dios que vive en su corazón, en su
existencia; la realidad nos invita a hacer nuestra la proclama del Bautista
cuando dice “entre ustedes esta ese que no conocen”.
Somos
testigos de la luz y no podemos esconder esa luz debajo de una olla o de la
cama; es necesario difundirla. Si no tenemos que difundir, necesario será
cuestionarnos sobre nuestra experiencia de Dios. En la vida ordinaria, en los
medios de comunicación, que poco se habla de Jesús. Se habla e incluso se
discute de personajes de moda, en la calle, en los medios de transporte, en las
reuniones de amigos o de negocios. Pero poco o nada se habla de Cristo. Somos
testigo de la luz o nos da vergüenza compartir nuestra experiencia, la que
tenemos.
La
invitación es asumir nuestra responsabilidad, como el Bautista, de ser luz del
mundo. Si al menos nos preguntamos ¿cómo hacerlo?, hemos comenzado un camino
para vislumbrar una respuesta.
La
repuesta la encuentro en Jesús: “Vayan y anuncien el evangelio…” Si nos
preocupa la tiniebla del otro, o su vacío de Dios, el camino es la misión. Es
compartir el amor de Dios a los hermanos, en todo tiempo y en todo lugar. Somos
testigos de la luz.