martes, 13 de diciembre de 2011

¡QUÉ HERMOSO ES VER CORRER AL MENSAJERO QUE TRAE BUENAS NOTICIAS!


¡QUÉ HERMOSO ES VER CORRER AL MENSAJERO QUE TRAE BUENAS NOTICIAS!

Artículo escrito por el Pbro. Fabricio Seleno Calderón Canabal, de la Diócesis de Campeche

«En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea y, entrando en la casa de Zacarías, saludo a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno» (Lc 1, 39-41).  

Así inicia el fragmento del Evangelio que se proclama en la fiesta solemne de la Virgen de Guadalupe el día 12 de diciembre.

No cabe duda de que la Palabra de Dios es viva y eficaz, que se hace actual, que guía, que da vida… que se concretiza en cada tiempo y lugar de la historia.

El pasado jueves 8 de diciembre, muy de mañana, me encaminé presuroso, junto con un entusiasta grupo de laicos, hombres y mujeres, de la parroquia de san Francisco de Asís, en División del Norte, Escárcega, a un pueblo de las montañas, como ellos le llaman, del estado de Campeche.

Al llegar a la capilla quedamos gratamente sorprendidos, pues se encontraba bellamente adornada; y no era para menos, ya que celebraban su fiesta patronal, la fiesta de la Virgen de Guadalupe.

En cuanto la comunidad allí reunida «oyó el saludo» del sacerdote y los cantos de los laicos que le acompañaban, «saltó de gozo» y también se puso a cantar y a alabar a Dios.

Verdaderamente todos nos encontrábamos muy alegres celebrando a la Virgen de Guadalupe; todos los integrantes de la comunidad católica del Ejido de Nuevo Tabasco, hombres y mujeres, niños, jóvenes y ancianos, aplaudían y se movían mientras cantaban «el amor de Dios es maravilloso… ¡Grande es el amor de Dios!».

Y vaya que el amor de Dios por aquellos hermanos nuestros y por todos nosotros es maravilloso…

Llegar a nuestra cita con esta comunidad no fue nada fácil; hicimos más de dos horas. Salimos de División del Norte muy temprano rumbo a Escárcega para dirigirnos al Ejido Miguel de la Madrid donde tuve que dejar el auto para que nos trasladaran en camioneta de doble tracción hasta una parte del camino donde, por las lluvias, no puede pasar aún ningún vehículo.

Allí, en medio del “monte” dejamos la camioneta y caminamos un buen trecho entre un lodo chicloso, donde yo perdí hasta los zapatos; terminé caminando en puros calcetines (y, después celebré la Misa, sin zapatos; en contacto con la madre tierra). Mas adelante otro trecho a caballo hasta llegar al lugar donde ya nos esperaba otra camioneta para conducirnos a Nuevo Tabasco, nuestra meta, nuestra «tierra prometida».

Algo atrajo poderosamente mi atención: A pesar de las dificultades para llegar a esta comunidad, ninguno de nosotros se desanimó, ni perdió su entusiasmo ni su alegría. Absolutamente, nadie. Regresamos a casa, más animados y llenos de fe que al momento de partir hacia Nuevo Tabasco.

Ha sido una bellísima experiencia que ha dejado una profunda huella en mí y me ha hecho recordar las palabras plasmadas en la Carta Pastoral de Mons. Carlos Suarez Cázares, entonces XI Obispo de Campeche, con las que invitaba a: «llenarse de amor por nuestra Iglesia Diocesana de Campeche, de manera que nos llenáramos de solicitud por todas las comunidades y creciéramos en el sentir de la Iglesia Diocesana, asumiendo sus gozos y sus esperanzas, sus tristezas y también sus angustias».

«Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor» (Lc 1, 45). Estas palabras que Isabel, llena del Espíritu Santo, dirigió a María en el amanecer de la «plenitud de los tiempos», son aplicables hoy a la Iglesia de División del Norte en esta preciosa aurora de su historia.

Dichosa tú, que has creído, Iglesia de Dios que peregrina en División del Norte, porque se cumple en ti cuanto te fue anunciado de parte del Señor. Fuiste llamada y elegida para entrar con toda tu historia, tu cultura y tus raíces ancestrales, como una nueva y recién nacida comunidad parroquial, en la comunión de la Iglesia diocesana.

Dichosa tú, que has creído, Iglesia de Dios que peregrina en División del Norte, porque se cumple en ti cuanto te fue anunciado de parte del Señor. Con el agua de la Fuente Bautismal das a luz nuevos hijos que conservarán tu rostro siempre bello y juvenil. Hijos hijas que no se desaniman ni se cansan ante las dificultades; hombres y mujeres de fe que se lanzan a recorrer decenas de kilómetros, a caminar entre el lodo, a montar a caballo, con la alegría de llevar la Buena Noticia del amor de Dios a sus hermanos.

Dichosa tú, que has creído, Iglesia de Dios que peregrina en División del Norte, porque has hallado gracia y se te ha dado una nueva vocación de ser Iglesia Madre en la comunidad parroquial para ayudar a crecer, cuidar y amar, a todas las demás comunidades, grandes y pequeñas, que integran tu territorio parroquial. Comunidades que al verte llegar en tus hijos e hijos exclaman con alegría: «¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la Buena Nueva de Jesús resucitado!».

Dichosa tú, que has creído, Iglesia de Dios que peregrina en Nuevo Tabasco, porque se cumple en ti cuanto te fue anunciado de parte del Señor. Se ha pronunciado sobre ti una nueva misión: Ser pueblo de Dios para cantar y contar las maravillas que el Señor realiza en ti, para vivir feliz cantando las alabanzas al Señor.

Dichosa tú, que has creído, Iglesia de Dios que peregrina en Nuevo Tabasco, porque la fe y la perseverancia de tus hijos e hijas son para nosotros un ejemplo vivo que nos anima a continuar nuestra misión.