sábado, 8 de octubre de 2011

V CONGRESO EUCARÍSTICO NACIONAL EN TIJUANA

V CONGRESO EUCARÍSTICO

NACIONAL EN TIJUANA

 

Artículo escrito por Mons. Rodrigo Aguilar Martínez, obispo de Tehuacán.


Con alegría y fe hemos iniciado este V Congreso Eucarístico Nacional en la Arquidiócesis de Tijuana, cuya sede episcopal es la ciudad fronteriza del extremo noroeste del país.

A pesar de que Tijuana es ya una ciudad que podemos considerar masiva, -es la ciudad de mayor crecimiento nacional, la frontera de mayor movilidad-, sin embargo desde la llegada al aeropuerto la sensación ha sido de acogida amable por las personas que nos esperaban y también por los mismos empleados, atentos y solícitos.

Un primer momento del Congreso es el Simposium, en el que estamos participando más de 900 personas, representando a 78 Circunscripciones eclesiásticas, entre Arquidiócesis, Diócesis y Prelaturas, y en el que por dos días tendremos conferencias de mucha hondura teológica acerca de la Eucaristía.

El Nuncio, Mons. Christophe Pierre, nos ha recordado, en la homilía de la Eucaristía inaugural, las palabras del Papa Benedicto XVI: “Con la Eucaristía el cielo baja sobre la tierra, el mañana de Dios desciende en el presente y el tiempo queda como abrazado por la eternidad divina”.

Monseñor Piero Marini, Presidente de los Congresos Eucarísticos en la Iglesia Universal, nos ha motivado a tener en cuenta tres aspectos de todo Congreso Eucarístico: la dimensión celebrativa del Cuerpo donado y la Sangre derramada de Cristo, para adorar, dar gracias y nutrir nuestra fe con la Eucaristía; la dimensión evangelizadora, o sea la Eucaristía para anunciar con audacia lo que el Señor ha hecho por nosotros, a fin de que todos acudan al encuentro con Cristo; y la dimensión social, o sea la tarea de la transformación del mundo que nos rodea como Reino social de Cristo. En efecto, “la Iglesia ha vivido la certeza de que en la Eucaristía ha recibido el código genético de su identidad; en la Eucaristía nacen las semillas de la nueva humanidad”.

Las diversas comidas de Jesús que presentan los Evangelios y otras comidas bíblicas anteriores a Jesús, son anuncio de su Última Cena, en la que instituye la Eucaristía, como anuncio de su Cuerpo entregado y su Sangre derramada. Jesús, obediente al Padre, se pone totalmente al servicio de la humanidad para rescatarla.

La Eucaristía hace la Iglesia. La Iglesia se ha ido construyendo en torno a la Eucaristía, en la cual Dios es más cercano para nuestra salvación, y los hombres más hermanos. Con la Eucaristía, la Iglesia es fiel a su pasado y se inserta con creatividad en el presente. Sin la Eucaristía, la Iglesia muere.

Este Congreso no nos aleja de la realidad que vivimos como Nación, al contrario, nos lleva a valorar la Eucaristía como “Mesa fraterna para la reconciliación y la paz”. Por eso también el Sr. Nuncio nos ha recordado otras palabras que el Papa ha dicho en la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid: “En la Eucaristía se vive la transformación de la violencia en amor, de la muerte en vida, la cual lleva consigo las demás transformaciones. Pan y vino se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Llegados a este punto la transformación no puede detenerse, antes bien es aquí donde debe comenzar plenamente. El Cuerpo y la Sangre de Cristo se nos dan para que también nosotros mismos seamos transformados.”

Y como el lema del Congreso –“Denles ustedes de comer”- retoma esas palabras de Jesús a los apóstoles cuando los involucraba a atender a la multitud que lo seguía y estaba necesitada de alimento, todos los discípulos de Jesucristo nos vinculamos en este proceso y compromiso: ser colaboradores suyos en la transformación del mundo.