lunes, 24 de octubre de 2011

TODOS A LA MISIÓN


TODOS A LA MISIÓN

Mensaje Dominical de Mons. Pedro Pablo Elizondo Cárdenas, Obispo Prelado de Cancún-Chetumal.

1. IR DE MISIONES

Hoy celebramos el Día Mundial de las Misiones. Jesús nos llama a la misión para compartir la alegría de nuestro amor a Dios. Y estamos invitados a colaborar en las misiones allá lejos donde no conocen a Cristo porque nunca han oído hablar de Él; y acá cerca donde habiendo oído hablar de Él ya se alejaron o se olvidaron de Él. Miles de misioneros han atravesado los mares y han atravesado los continentes para anunciar a Jesús con alegría. Jesús nos invita a ir también nosotros de misiones a esos países lejanos donde esperan la Palabra de Dios. Si no podemos ir por nuestro trabajo o por nuestro estado de vida, sí podemos colaborar con nuestra aportación económica para que otros puedan hacer nuestra tarea.

2. TODOS MISIONEROS

Todos podemos ser misioneros, porque podemos ayudar a las misiones lejanas. Todos debemos ser misioneros porque podemos anunciar a Cristo a nuestros vecinos, a nuestros familiares y a nuestros amigos. Todos misioneros porque estamos bautizados. Todos misioneros porque estamos felices de compartir nuestro amor a Cristo. Todos misioneros porque nuestro vecino, nuestro compañero de trabajo nos está pidiendo razón de nuestra fe católica. Todos misioneros porque Cristo necesita nuestras manos, nuestros pies, nuestra boca, nuestro corazón generoso. Todos misioneros porque todos podemos y debemos ser ejemplo y testimonio de vida santa y cristiana. Todos misioneros porque el gran don precioso de nuestra fe no podemos guardarlo sólo para nosotros. Todos misioneros porque el mundo, enemigo de Cristo, cuestiona y ataca nuestra fe a cada momento. Todos misioneros porque una sociedad sin Dios termina destruyéndose.

3. TÚ TAMBIÉN PUEDES SER MISIONERO

No es necesario irse hasta “los confines del mundo”, a África, Oceanía, o al Lejano y al Medio Oriente para ser misionero. La misión es aquí y ahora, en tu lugar de origen, en tu tiempo y espacio propios, tu hogar, tu trabajo, tu escuela. La experiencia de Dios no se da sólo en las parroquias o grupos religiosos. Se da sobre todo en el encuentro con los hermanos y hermanas, con aquellos que están sedientos de vida: de ser consolados, escuchados, acompañados, confortados. Es ir a compartir con ellos sus éxitos, sus fracasos, sus alegrías y sus penas. Es ir a visitar a los enfermos, es ir a acompañar a los tristes y deprimidos. Es ir a dar una palabra de aliento y fortaleza a los atribulados. Es ir a orar en las familias. Es ir a compartir la palabra de Dios. Es ir a anunciar el amor de Jesucristo. Es ir a invitar que se acerquen a los sacramentos.

¿Serás parte de esta misión que transforma vidas, que consuela corazones y que lleva a la vida eterna? Dios te ha llamado, te ha consagrado en tu bautismo como profeta de las naciones para que vayas por todo el mundo y prediques la Buena nueva del Reino de Dios. Tú también puedes ser misionero.