martes, 4 de octubre de 2011

MEXICO ANHELA LA PAZ


AHORA QUE TANTO ANHELAMOS LA PAZ,
NO PODEMOS RETROCEDER PERMITIENDO
MECANISMOS DE MUERTE, PUES ESO,
EN DEFINITIVA, ES EL ABORTO

Comunicado de Prensa del Domingo 2 de Octubre de 2011 presentado por el Pbro. José Juan Sánchez Jácome, Director de la Oficina de Comunicación Social de la Arquidiócesis de Xalapa.

De acuerdo a los procedimientos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, bastaron cuatro votos para ratificar la vigencia de las reformas a la Constitución en los estados de Baja California y San Luis Potosí que establecen la protección a la vida desde el momento de la concepción. Sin embargo, de manera matemática, fueron más los ministros que se pronunciaron en sentido contrario. Con estas dos resoluciones de la Suprema Corte se mantiene el registro de 17 estados que protegen la vida desde el momento de la concepción.

Considerando este último episodio se ha logrado defender la vida humana desde el vientre materno -primera cuna del ser humano- aunque sigue creciendo la mentalidad abortista no en la población sino especialmente en grupos influyentes de la política, la cultura y la economía que están siendo impulsados por la ideología de género. En efecto, la mentalidad abortista, como todas las ideologías, ha sustituido literalmente a la realidad a través de una retórica falsificadora de los hechos que hace suponer a la opinión pública que la mayoría de la población está a favor del aborto.

Por otra parte, dentro de los procedimientos de esta misma ideología se recurre a una serie de conceptos que intentan desdramatizar el tema del aborto para que sea visto simplemente como una intervención médica. Este procedimiento se refiere a lo que George Orwell llamaba la neolengua y que entendía como un nuevo idioma que cambia el significado de las palabras para controlar el pensamiento y para ponerse como un instrumento de dominio. De esta forma, el aborto viene ahora citado con palabras neutras y asépticas como «interrupción del embarazo», «procedimiento sanitario reproductivo» y «fin del embarazo».

Como regularmente ha sucedido, la discusión en torno al aborto va dejando polarizada a la sociedad, por lo que hace falta tener la apertura necesaria y la honestidad intelectual para escucharnos, así como para no soslayar todos los aspectos relacionados con esta problemática. La postura de la Iglesia en este tema se fundamenta en sólidas bases científicas, antropológicas y filosóficas. Particularmente, las investigaciones que se han llevado a cabo en el campo de la embriología y de la genética confirman que la vida del ser humano comienza en la unión del óvulo y del espermatozoide. Desde este momento el ser humano posee su propio patrimonio genético, por lo que su cuerpo se comienza a desarrollar de manera continuada, coordinada, gradual y autónoma dentro del cuerpo de la madre.

Por eso, no ha sido intelectualmente honesta la postura de quienes desconocen esta plataforma y buscan simplemente desgastar la imagen de la Iglesia en esta discusión acusándola, sin ningún fundamento, de estar en contra de la libertad de las mujeres, de interferir en la vida pública y en el peor de los casos de pedir el encarcelamiento de las mujeres.

Nunca la Iglesia ha pedido el encarcelamiento de las mujeres. Más bien se ha pronunciado en apoyar sin titubeos, con toda la fuerza del Estado y de la sociedad, a las mujeres embarazadas que no tienen el apoyo de su familia y/o pareja. Se trata, pues, de ponernos de forma radical junto a las mujeres embarazadas, y proporcionarles apoyos económicos, cuidados durante el embarazo, hospedaje en los casos necesarios, facilidades para buscar padres adoptivos, entre otras medidas, que realmente atiendan a la solución de este grave problema social, que nadie busca y nadie quiere. Todos juntos debemos encontrar caminos para que nunca más, una mujer tenga que decidir entre la vida de su hijo y la libertad de seguir con su proyecto de vida.

Asimismo consideramos que mientras el país está sumergido en una espiral de violencia se requiere más que nunca el fortalecimiento de la familia y la formación en valores de los niños y la juventud. Ahora que tanto anhelamos la paz no podemos retroceder permitiendo mecanismos de muerte, pues eso en definitiva es el aborto. Se mandaría un mensaje equivocado a los niños y a los jóvenes ahora que estamos tomando plena conciencia de lo que significa encauzar su vida a través de los valores.

Una vez los hombres de izquierda luchaban por los más pobres e indefensos. Ahora se pretende catalogar como progresistas a los que asumen la agenda de género y son capaces de argumentar con una retórica carente de fundamentos metafísicos un supuesto «derecho al aborto» que estaría por encima de los derechos de los bebés en el vientre materno, los cuales esperan que luchemos por ellos, ya que aún no pueden levantar la mano, pero con sus latidos nos indican todo el deseo que tienen de vivir, de ser protegidos y de ser amados. Menos mal que los que hoy levantan la mano para pedir el aborto, cuando no podían levantar la mano por sí mismos fueron protegidos por sus familias y por una sociedad que estaba convencida de la intangibilidad de la vida.