UN «RÉQUIEM» Y UN COMPROMISO
POR LAS VÍCTIMAS DE MONTERREY
Comunicado de Prensa del Domingo 28 de Agosto de 2011 presentado por el Pbro. José Juan Sánchez Jácome, Director de la Oficina de Comunicación Social de la Arquidiócesis de Xalapa.
Este domingo los cristianos acudiremos a nuestras parroquias a celebrar la Eucaristía con un profundo sentimiento de dolor. Llevamos en el corazón a las víctimas del atentado terrorista perpetrado en Monterrey, el jueves pasado.
Todos estos hermanos se suman a las miles de víctimas que ha dejado el lacerante aumento de la violencia en todo nuestro país. Hoy le compartimos al Señor nuestra indignación por tantas vidas truncadas de manera desalmada y por tantos corazones que han quedado sumidos en la tristeza y la desesperanza.
Ciertamente nuestra primera reacción, en estos casos, es cuestionar a Dios al grado de gritarle: ¿Dónde estás? ¿Por qué suceden estas cosas? ¿Por qué nos has dejado solos? Pero la fe nos ayuda a centrarnos y nos hace ver que estas preguntas, en el fondo, buscan evadir nuestra propia responsabilidad.
La fe nos ilumina y nos hace caer en la cuenta que nosotros somos los que hemos tomado la decisión de construir nuestras vidas al margen de Dios; nosotros somos los que hemos decidido dejar de apoyar a la familia; nosotros somos los que hemos olvidado los ideales nobles de la juventud; nosotros somos los que nos hemos ido apartando de los valores fundamentales que profesa la humanidad, consintiendo leyes injustas e inmorales; nosotros somos (en la Iglesia) los que no hemos anunciado con pasión y entrega los valores del Evangelio; nosotros somos los que hemos permitido que la ambición y el egoísmo formen el corazón de los jóvenes; nosotros somos los que hemos permitido que crezca la corrupción, especialmente en las estructuras de gobierno; nosotros somos los que hemos permitido, so pretexto de ser modernos, que otras culturas vengan a desplazar los valores de la cultura mexicana basados en la tierra, la familia, la paz, la fraternidad y la solidaridad.
Hoy vemos con preocupación el porvenir de nuestra patria, pero tenemos la esperanza de que cada uno de los sectores sociales asuma su propia responsabilidad. En una emergencia como esta no podemos vivir por debajo de nuestro status moral; tenemos que reaccionar conforme a lo que exigen las circunstancias.
Esperamos, por eso, que los políticos dejen de vivir y de hablar como si viviéramos en tiempos de bonanza y prosperidad; que dejen de estar buscando culpables o relacionando los principales problemas de México con algunos colores. Esperamos que ya no se posponga inexplicablemente el acuerdo y la unidad entre los políticos; que situaciones como estas logren replantear las campañas políticas que siembran la división. Esperamos que no tengan que pasar situaciones cada vez más trágicas para que entonces los políticos y gobernantes se pongan de acuerdo y comiencen a resolver los problemas.
También otros sectores sociales tenemos que reaccionar conforme a lo que están exigiendo estos enormes desafíos. Hace falta reconocernos como miembros de una misma nación, de un mismo pueblo, más allá de nuestras diferencias políticas, ideológicas y religiosas. Se espera mucho de las Iglesias para que contribuyan con sus principales tesoros espirituales a la siembra de valores morales en el corazón de todos los hombres, especialmente de los niños y de la juventud. Quizá dejamos de sembrar valores y por eso no estamos cosechando. Sembremos valores para que pronto comencemos a cosechar teniendo mejores políticos, mejores empresarios, mejores policías, mejores sacerdotes, mejores gobernantes, mejores padres de familia, mejores maestros, mejores profesionistas, en definitiva, mejores personas.
México nos necesita a todos; las víctimas en Monterrey y en todo el país están clamando justicia y un mayor compromiso de parte de todos. Retomando cada uno de nosotros su propia esencia podemos lograr que la paz regrese a las calles, pero especialmente a los corazones de los hombres. Si no hacemos los ajustes necesarios atendiendo los rubros de la educación y la cultura, no será difícil predecir los tiempos difíciles que nos esperan.