lunes, 19 de septiembre de 2011

PALABRA DOMINICAL DEL OBISPO DE QUERÉTARO: DOMINGO XXV DEL TIEMPO ORDINARIO


¡DEJÉMONOS DESCONCERTAR POR DIOS!

Palabra dominical de Mons. Faustino Armendáriz Jiménez, Obispo de Querétaro.

La intención de San Mateo es hacernos entender que la salvación de Dios es gratuita y para todos, ya que el Dios que nos revela Jesús es bueno y misericordioso con todos. Alcanzar la salvación no es cuestión de méritos ni de cantidad de trabajo. Además, la invitación a trabajar en la viña y lo que se “paga” es un don y una gracia.

Muy probablemente, en el contexto del ministerio de Jesús, esta parábola respondía a las críticas que le hacían sus adversarios por su cercanía a los pecadores (los obreros de última hora). El Señor no establece diferencias entre justos y pecadores, y por ello se sienten ofendidos los justos.

Jesús explica su comportamiento remitiéndose a la misericordia del Padre. Les explica que Dios es un patrón que se comporta de manera distinta a como lo hacen los patrones que conocen, pues su generosidad rompe las leyes de la correspondencia entre patrón y obrero. El comportamiento de Jesús que acoge a los pecadores y marginados, manifiesta que la oferta de gracia que Dios hace a través de él es puro DON, amor gratuito, desconcertante y, para algunos, escandaloso. La parábola muestra que el Reino es un don, un regalo inmerecido. Y es igual para todos (judíos y paganos, justos y pecadores).

Es cierto que el Señor espera nuestra colaboración libre y responsable, pero la recompensa a nuestro trabajo depende de la generosidad de Dios, no que nuestras aportaciones sean mayores o menores.

El camino de conversión nos llevará a no aferrarnos, a elaborarnos imágenes particulares de Dios y dejar de lado la imagen de un Padre que nos acoge como hijos muy amados. No puede ser un Dios a nuestra medida; el Dios que Jesús anuncia es un Dios que, siendo amor gratuito, sigue desconcertando a muchos.

El mejor termómetro para detectar a ese Dios misericordioso es que a ti y a mí nos ha dado la gracia del perdón cuando se lo hemos requerido. ¡Ánimo!

La invitación es a darme cuenta que los caminos de Dios no son mis caminos. Aceptar el querer de Dios, su voluntad, su proyecto. Descubrir e irme despojando de todo lo que me impide seguir sus caminos, sus planes. Dejar a Dios ser Dios en mí y en otros, en la comunidad en la familia y en la sociedad. Dejemos desconcertar por Dios…