SAGRADA MISIÓN FORMATIVA
Artículo del Pbro. Richard L. Clifford, Misionero de Maryknoll, sacerdote católico y colaborador de la Pastoral del Amor en la Arquidiócesis de Yucatán.
El producto de una educación cristiana
debe ser una persona que piensa, juzga
y actúa constantemente de acuerdo con
la razón iluminada por la luz sobrenatural
del ejemplo y enseñanza de Jesucristo.
O sea, es una persona de carácter
verdaderamente perfeccionado.
Pío XI, sobre la Enseñanza Cristiana.
El 29 de agosto más de 23,000 profesores de preescolar, primaria, secundaria y educación especial concluyeron el curso de actualización magisterial, con lo cual quedaron listos para recibir a más de medio millón de alumnos que regresaron a clases.
La iniciación de otro año escolar nos inspira a reflexionar el fin primordial de la noble vocación de formar a los jóvenes. Como siempre, habrá quienes identifiquen una buena educación con los gastos realizados, o con el nombre de la institución o la enseñanza de inglés ofrecida. Otros hallarán tiempo para librarse de sus obligaciones hogareñas, sin prestar atención al aprovechamiento y conducta de sus hijos. También habrá quienes insistan en que sus hijos estudien tal curso, o profesión, a pesar de que sus metas estén dirigidas a otros horizontes.
En cuanto a los alumnos, habrá quienes carezcan de verdadero sentido del estudio o no tengan idea clara de lo que significa la buena educación. Más bien irán a sus clases para destacarse como los mejores "payasos" del grupo o para pasar buenos ratos con sus mejores amigos a fin de figurar como eminentes políticos o verdaderos campeones de la libertad, encabezando huelgas, amenazas o heroicas capturas de las indefensas universidades.
Por fortuna, habrá quienes pondrán el rol de la educación en su sagrado lugar; verán el colegio no sólo como una institución para la formación intelectual, sino como un recinto sagrado donde se modela el carácter cristiano. Recordemos el criterio de San Gregorio Magno: "Dónde se puede encontrar una vocación más noble y necesaria que la buena formación de los jóvenes".
A fin de lograr este fin primordial de la educación, padres y profesores han de estar dispuestos a una comprensión mutua y una aceptación de sus distintas responsabilidades, siempre listos para reunirse cuando se trate de un mejor entendimiento que signifique una formación más adecuada y aceptada para sus hijos. Seguro los padres tienen derecho a expresar sus propios puntos de vista o a exponer sus ideas personales, a la vez manifestar sus pequeños desacuerdos con tal de que su actitud no sea injustificada, exagerada o perjudicial que pueda debilitar, obstaculizar, limitar el rol de los profesores, quienes deben actuar con libertad y plena confianza.
Queridos maestros, estudiantes y padres de familia, pidamos al Espíritu Santo que les guíe en su sagrada misión formativa. Muchas bendiciones en este año escolar.