jueves, 9 de junio de 2011

"CON JUBILO", CARTA PASTORAL DEL ARZOBISPO DE PUEBLA

"CON JUBILO"
CARTA PASTORAL DE MONS. VÍCTOR SÁNCHEZ ESPINOSA,
ARZOBISPO DE PUEBLA, CON OCASIÓN DE LA
BEATIFICACIÓN DE DON JUAN DE PALAFOX Y MENDOZA

En el marco de la II Asamblea Diocesana de Pastoral, Mons. Víctor Sánchez Espinosa, Arzobispo de Puebla, presentó su primera Carta Pastoral, titulada "Con júbilo" con ocasión de la beatificación del Venerable Don Juan de Palafox y Mendoza, quien fuera Obispo de Puebla de 1640 a 1649. Siguiendo las orientaciones del documento “Aparecida”, Mons. Sánchez propone al clero y fieles de Puebla el ejemplo de Palafox, como modelo actual de discípulo y misionero de Cristo.

Fundamentada en la Sagrada Escritura, en los Padres de la Iglesia, en el Documento de “Aparecida”, en el Magisterio del Papa Benedicto XVI, en el Catecismo de la Iglesia Católica, en los escritos del Venerable Palafox, y en obras de sus más reconocidos biógrafos, la Carta Pastoral se divide en dos capítulos. El primero consiste en una breve reseña biográfica del Venerable Palafox, en la cual, Mons. Sánchez va ofreciendo algunas reflexiones sobre la acción de la gracia divina en la vida del cristiano a través de los sacramentos.

Concluye haciendo un recorrido en lo que ha sido el proceso de beatificación de Palafox. En el segundo capítulo, titulado “Palafox, modelo de discípulo y misionero de Cristo”, el Arzobispo de Puebla nos presenta algunas características del Venerable Obispo como discípulo y misionero de Cristo.

La Carta Pastoral toma su nombre de las palabras con las que comienza: “Con júbilo, la Iglesia que peregrina en Puebla, en comunión con la diócesis de Osma, se prepara para la solemne beatificación del Venerable Obispo don Juan de Palafox.

Nos llena de alegría saber que contamos con un poderoso intercesor ante de Dios, quien nos lo ofrece como un gran modelo de discípulo y misionero de Cristo”. Mons. Víctor Sánchez comenta que en los momentos difíciles que estamos viviendo, Palafox nos enseña que la vida es avanzar hacia la eternidad, siguiendo el camino correcto: Jesús, quien dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn 14,6).

Convencido de esto –comenta Mons. Sánchez– Palafox se convirtió en un verdadero discípulo de Jesús, a través de la meditación de su Palabra, la celebración de los sacramentos, sobre todo la Eucaristía, y la oración. Así pudo ser generoso misionero del Señor, anunciando el Evangelio con la palabra, el ejemplo y la pluma, e incluso, en los encargos civiles que le fueron encomendados (Visitador de la Audiencia y Cancillería Real de México, y Virrey), colaborando de esta manera en la edificación de una mejor sociedad”.

Mons. Víctor Sánchez señala que “el testimonio del Venerable Obispo debe servirnos de ejemplo para procurar en nuestras parroquias y comunidades una catequesis profunda, vigorosa, creativa, adecuada al destinatario y que entusiasme en el seguimiento de Cristo”. Señala que en nuestro trato con todos debemos actuar como misioneros de Jesús, superando la timidez de confesarnos cristianos en un ambiente frecuentemente contrario a las enseñanzas y valores del Evangelio. “Es preciso hablar y actuar de tal manera que seamos instrumento de encuentro con el Señor”.

El Arzobispo de Puebla exhorta a los fieles a participar con entusiasmo y constancia en la Misa dominical, “invitando, como verdaderos misioneros de Cristo, a nuestros familiares, amigos, vecinos y compañeros de estudio o de trabajo a vivir este maravilloso encuentro con el Señor”. También pide dedicar algunos momentos del día a la oración, sabiendo valorar y aprovechar las expresiones de la piedad popular.

Mons. Víctor Sánchez pide a todos empeñarse en la formación de la niñez y de la juventud, lo que tendrá incidencia en la pastoral vocacional, en la educación para el amor y la responsabilidad del matrimonio, la apertura a la vida, la unión familiar, el generoso involucramiento en la vida de la Iglesia, la adecuada participación social, la observancia de los propios derechos y deberes, el cuidado del medio ambiente, la solidaridad y el esfuerzo de hacer de la persona humana el centro de la vida política, económica, social y cultural, siendo instrumentos de la misericordia divina para quienes enfrentan situaciones complejas: los indígenas, los migrantes, los ancianos, los enfermos y los pobres. “Este compromiso ha de traducirse en esfuerzos creativos, concretos y activos en la defensa de su dignidad y sus derechos fundamentales y en la promoción hacia su pleno desarrollo integral”, señala Mons. Víctor Sánchez Espinosa.