jueves, 11 de noviembre de 2010

OBISPOS: LLAMADOS A SER ACTUALIZACIÓN Y PROLONGACIÓN DE LA SALVACIÓN OPERADA POR CRISTO

Presentamos la Homilía que Mons. Constancio Miranda Weckmann dirigió a los Obispos el miércoles 10 de Noviembre de 2010, durante la celebración Eucarística al iniciar los trabajos del tercer día de la XC Asamblea Plenaria de la C.E.M.

Homilía de Mons. Constancio Miranda Weckmann
Arzobispo de Chihuahua

Estamos en uno de los momentos privilegiados de la expresión y la vivencia de la comunión episcopal: la celebración de la Asamblea de la Conferencia del Episcopado Mexicano.

Por esta ocasión el tema que dinamiza nuestra Asamblea es la Misión. Todos estamos convencidos que lo que motiva a la audacia misionera es el amor a la persona de Cristo que nos ha llamado a anunciarlo a todas las gentes. Cuando se ama, no existen barreras y pretextos, sino que se busca en todo complacer al Amado.

Esto me lleva a meditar en el samaritano que aparece hoy en el Evangelio, abierto al don de la salvación de la fe, animado por el amor de gratitud, movido por la gracia regresa con Jesús: "Uno de ellos, al ver que estaba curado, regresó, alabando a Dios en voz alta, se postró a los pies de Jesús y le dio las gracias ... " ¿Qué no eran diez?, ¿Dónde están los otros?

Sin pretender manipular el texto y traicionar la intención y mensaje de Jesús, sólo queriendo hacer una reflexión espiritual y pastoral, traigo en este momento aquel porcentaje que arrojó la encuesta que se hizo cuando estudiamos el tema de la Parroquia. Hablando del 100% de los católicos en nuestras Diócesis, de estos, el 14% tiene un contrato con la Iglesia más o menos fecundo, y el otro 86% más allá de recibir el Bautismo no tiene casi nada o nada.

¿Qué no son 100 los que fueron bautizados?, ¿Porqué sólo 14 están respondiendo a la fe?, ¿Dónde están los otros 86?

De entre otras muchas motivaciones para la misión esta es una de ellas: hay que ir a los alejados, a los indiferentes y a los resentidos.

Los Obispos, más que nadie, estamos llamados a hacer realidad lo que describe el Salmo 22: "El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace reposar y hacia fuentes tranquilas me conduce para reparar mis fuerzas". Estamos llamados a ser la actualización y prolongación de la salvación operada por Cristo, a todas las gentes. Estamos llamados a llevar a nuestros hermanos a reposar tranquilos, a reparar sus fuerzas.

San León Magno, papa y doctor de la Iglesia, cuya memoria hoy celebramos, nos invita a la coherencia de la vida de fe, a traducir en el quehacer diario lo que creemos: si se es discípulo auténtico necesariamente se es misionero, no podemos rehuir al compromiso de anunciar a Cristo a los demás.

Su Santidad Benedicto XVI, en el Discurso Inaugural de la V Asamblea General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, en Aparecida, nos dice: "Discipulado y misión son dos caras de la misma moneda", de tal suerte que no puede nadie llamarse discípulo del Señor, si renuncia o rehúye a su compromiso de anunciar a Cristo a los demás, principalmente, dentro del propio ambiente en el que se desarrolla su vida ordinaria: la familia, el mundo del trabajo, la parroquia y en todos los rincones de la sociedad.

El acontecimiento de Aparecida, el reto de la Misión Continental y el empeño de nuestras Iglesias Particulares por tomar mayor conciencia de su compromiso misionero, se presenta como la respuesta más adecuada para afrontar los peligros y los retos que plantea la nueva cultura postmoderna, urbana, secularizada, consumista y hedonista, que transforma la sociedad actual y la hace cada vez más relativista y laicista.

A esto se agrega el fenómeno, que anteriormente citaba, de los católicos bautizados alejados, los indiferentes y los resentidos; alejados de cualquier participación a la vida de la comunidad eclesial. Católicos alejados han existido siempre, pero en la sociedad cristiana del pasado lograban vivenciar de algún modo su fe católica; ahora, sin embargo, en la sociedad postmoderna descristianizada, se convierten en presa de predicadores falsos, o de la indiferencia religiosa y del agnosticismo.

Desde luego que no vamos a descuidar la formación de los católicos que frecuentan la vida de comunión con la Iglesia, pues ellos son, junto con nosotros, los principales evangelizadores y misioneros. Por ello, el despertar y fomentar un mayor compromiso misionero, principalmente en las parroquias, es una verdadera prioridad pastoral, que no puede ser aplazada más tiempo.

El evangelizador, el misionero se debe caracterizar por su audacia para realizar la gran encomienda que tiene. A ejemplo de San Pablo, que hoy en la Carta a Tito nos ha dicho: "Dios nos salvó, no porque nosotros hubiéramos hecho algo digno de merecerlo, sino por su misericordia". Por esto el apóstol nos invita a fiarnos más en el Señor que en nuestras posibilidades y capacidades, a no vencernos ante los obstáculos para anunciar y llevar a Cristo a los demás.

De hecho, los grandes misioneros, los grandes evangelizadores como San Rafael Guizar y Valencia y otros muchos Santos cercanos a nosotros, ante las dificultades y la magnitud de la empresa, no se empequeñecen ni abandonan la tarea, sino que se lanzan confiados únicamente de Dios. La Iglesia, en este cambio de época, puede aprender mucho de estos santos evangelizadores, quienes han basado la fuerza de su acción evangelizadora en la oración y el sacrificio, lo cual les ha permitido ser dinámicos, oportunos y valientes en su acción.

La misión permanente no es una actividad más en la Iglesia, lo sabernos, es esencial, es su quehacer, una oportunidad de manifestar al mundo de hoy la unidad de sus integrantes por un objetivo común, de renovarse constantemente en sus métodos, su ardor y su expresión, para llevar la Buena Nueva por todos los medios y hacer de cada Presbítero y de cada Laico Comprometido, el animador y el promotor de la comunidad evangelizadora.

Queridos hermanos Obispos, apasionados en el ejercicio de nuestro ministerio, sigamos compartiendo la aventura de la misión.

Que Santa María de Guadalupe, la primera misionera de México y de América, nos acompañe y anime en este caminar misionero.
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