viernes, 27 de agosto de 2010

EL DIA DEL ABUELITO Y LA ABUELITA

MENSAJE DE LA DIMENSIÓN EPISCOPAL DE FAMILIA
con motivo del día del abuelito y la abuelita


“Había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre honrado y piadoso…le había comunicado el Espíritu Santo que no moriría sin antes haber visto al Mesías del Señor…Estaba allí la profetisa Ana…era de edad avanzada…no se apartaba del templo sirviendo noche y día con oraciones y ayunos…” (Lc 2,25ss)

Queridos Abuelitos y Abuelitas:

En el día 28 de agosto, justamente dedicado a los abuelitos y abuelitas, nos dirigimos a ustedes con cariño, reconocimiento y respeto.

En la Sagrada Escritura la edad avanzada es símbolo de bendición de parte de Dios, de la sabiduría y de la prudencia. Y así, aunque la edad adulta trae también consigo momentos de soledad, enfermedad, cansancio, angustia, desesperación por las necesidades económicas y de salud, todo ello se puede vivir con esperanza y confianza en el Amor de Dios.

No faltan las tentaciones de la impaciencia, una sensación de inutilidad en la familia y en la sociedad, que acarrean consigo una profunda tristeza y, hasta en ocasiones, la pérdida del sentido de la existencia, especialmente en estos tiempos en que pareciera ser que el adulto mayor no tiene un espacio digno en la familia y la sociedad.

San Lucas, en el episodio de la Presentación de Jesús en el Templo, nos transmite un mensaje de esperanza y de buena noticia para nuestros hermanos mayores al mostrarnos las actitudes y las acciones de Simeón y Ana: confianza en la promesa de Dios y dejarse guiar por el Espíritu Santo, reconociendo ante todos al Salvador y hablar de Él al pueblo presentándolo como “Luz para alumbrar a las naciones”.

De esta escena podemos comprender cómo la edad adulta no es una etapa inútil, sino un tiempo de fe y de gracia para dejarse conducir por el Espíritu Santo, quien nos impulsa para hacer la experiencia de encuentro con Cristo vivo como lo vivieron Simeón y Ana. La edad adulta, lejos de ser una etapa de desesperanza, es el tiempo de confirmar lo que se cree, se espera y, sobre todo, tiempo de testimoniar la madurez en el amor que confía y se abandona en Dios.

La edad adulta no es tiempo de soledad sino de caridad en el servicio de la comunidad familiar, ya que los abuelos tienen un papel muy importante en la herencia de los valores humanos, sociales y religiosos como su Santidad el Papa Benedicto XVI nos lo ha recordado (Cfr. XVIII Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio para la Familia). Y uno de los servicios privilegiados que pueden hacer es el de la verdad, es decir, testimoniar y enseñar sólo la verdad, el bien y la belleza de una vida madurada en el crisol del amor, de la fe y de los valores humanos y cristianos.

Nos unimos al homenaje celebrativo que hoy se les ofrece, y hacemos un llamado a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, a reconocer el valor que tienen nuestros hermanos adultos mayores en la construcción de nuestras familias, de nuestra sociedad y de la Iglesia, ya que ellos nos transmiten los principios que garantizan la identidad familiar en todos sus aspectos: humano, cultural, espiritual, moral y cristiano.

¡Felicidades por este día, les enviamos un cordial saludo, lleno de gratitud y cariño junto con nuestra Bendición pastoral!


+ Francisco Javier Chavolla Ramos
Obispo de Toluca
Responsable de la Dimensión Episcopal para la Familia
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