martes, 31 de agosto de 2010

¿A DÓNDE VAMOS A PARAR?

Escrito por: Pbro. Fabricio Seleno Calderón Canabal

En días pasados, la Suprema Corte de Justicia de la Nación determinó que es constitucional la legislación del Distrito Federal, declarando legales, según sus propios argumentos, las uniones entre dos personas del mismo sexo, equiparándolas, en el aspecto legal, al matrimonio entre un hombre y una mujer, con el derecho, además, de adoptar niños.

Este es el último eslabón, hasta hoy, de una campaña mundial que tiene la consigna de “reventar” a todo el que defiende la vida y la dignidad humana, pues ese atraso ancestral no tiene cabida en el paraíso del “progreso” tecnológico actual. La civilización avanza, no podemos quedarnos rezagados, afirman quienes así piensan.

Ante esta andanada de intentos por legalizar el aborto, las uniones del mismo sexo, la adopción por parte de las parejas homosexuales, las drogas, el derecho a una educación sexual sin tabúes, etc., mucha gente se acerca a nosotros para comentar que ya no sabe qué hacer para defender a sus hijos del ambiente que les rodea y que hace cada vez más peligrosa la presencia de los jóvenes en ciertos ambientes. Casi todas personas se preguntan: «¿A dónde vamos a parar con todo esto que está sucediendo?».

Y la única respuesta a esta interrogante es que «iremos a parar a donde cada uno de nosotros queramos ir a parar». Porque el caminar de la historia depende de cada uno de nosotros, de nuestras acciones, de nuestro compromiso y responsabilidad por hacer de éste un Campeche mejor, no como slogan de campaña publicitaria, que luego no es más que eso, sino como una verdadera tarea nuestra.

Ante la situación que nos toca vivir actualmente, y ante cada circunstancia de la vida, podemos tomar cuatro actitudes:

• La primera es lamentarse, gritar, anunciar desgracias, etc. Si algo debemos tener claro es que nuestro mundo no será mejor por el único hecho de ponernos a gritar a los cuatro vientos lo mal que está. Hay que denunciar el error y las injusticias, pero comprometiéndonos también a poner nuestro granito de arena para transformar nuestro mundo.

• La segunda actitud es la de llorar y sufrir la situación que vivimos sin buscar poner remedio a la misma. Es la actitud que asume quien se identifica con el texto de la Salve y vive «sufriendo y llorando en este valle de lágrimas». Pero, «¿qué puede hacer? Así lo quiere Dios».

No nos engañemos. Dios no quiere esto. José Luis Martín Descalzo afirma que le parecen bien las lágrimas de Cristo ante la tumba de su amigo Lázaro «porque después puso manos a la obra y le resucitó». «Y –añade– me parecen estupendas las de María porque no le impidieron subir hasta el mismo Calvario. Pero me parecen tontas las [lágrimas] de las mujeres de Jerusalén, que lloraron mucho pero luego se quedaron en el camino sin acompañar a aquel por quien lloraban».

• Una tercera actitud ante la situación que se vive es la de aquellos que se desalientan, se desaniman y se sientan a mirar pasar la historia sin hacer nada. En lugar de combatir el mal, de hacer algo para transformar la situación, se desaniman, se cruzan de brazos a esperar que otros, entre ellos Dios, solucionen los problemas, perdiendo la excelente oportunidad de ser constructores de una nueva sociedad.

• Una última actitud es la de poner manos a la obra. Es esta la actitud que más dignifica al ser humano. Es la postura asumida por quienes se proponen hacer girar la rueda de la historia, para transformarla, para mejorarla, para hacerla más digna.

Quizá sea muy pequeña la parte de la historia que nos toca escribir y mejorar, pero con nuestra actitud podemos contagiar a otros para asumir el compromiso de transformación de la sociedad.

Desde el lugar que nos encontremos y en el papel que desempeñemos en nuestra sociedad podemos ayudar a mejorar nuestro país: Padres y madres de familia, niños, jóvenes estudiantes, profesionistas, sacerdotes, religiosas, laicos, pastores, hombres y mujeres de fe, funcionarios públicos, gobernantes, cada uno puede poner su granito de arena para mejorar nuestra sociedad.

Es necesario asumir nuestra responsabilidad y aprovechar cada oportunidad que se tenga para construir una sociedad nueva. Por eso me cuestiona que los responsables del Injucam desaprovechen una maravillosa oportunidad como lo fue el Día Internacional de la Juventud ofreciendo a los jóvenes una conferencia sobre “Sexo, liderazgo y algo más”, para hablarles de sexo seguro, únicamente por es el conferencista de moda, y como si los jóvenes fueran únicamente una máquina de sexo. ¿Así piensan ayudar a crecer a nuestros jóvenes para construir un Campeche más justo y solidario?

¿Acaso desconocen la situación que se vive en algunas escuelas secundarias donde por la educación sexual que se ha recibido, algunas jovencitas son acosadas por algún compañeros para tener relaciones sexuales, y viceversa? Los jóvenes argumentan que no hay problema alguno para disfrutar con libertad de su sexualidad, pues si fallan los anticonceptivos, el preservativo, o hasta la píldora del día siguiente, tienen el aborto como un remedio más para mantener relaciones sexuales “seguras”.

A nosotros, hombres y mujeres de fe, nos corresponde asumir la educación en los valores en los niños, jóvenes y adultos de nuestra familia para poder dar un nuevo rumbo a nuestra sociedad, donde se recupere el respeto a la dignidad y la auténtica libertad de la persona. No lo olvidemos: Iremos a parar a donde cada uno de nosotros quiera que nuestro Campeche, que nuestro México, vaya a parar.
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