sábado, 10 de julio de 2010

HOMILÍA DE MONS. RAMÓN CASTRO CASTRO EN LA MISA EN MEMORIA DEL PADRE BASILIO OCHOA LÓPEZ


Estimados hermanos:

Dios habla a través de los acontecimientos. Dios se manifiesta en la historia y es el Señor de la historia. Y esa historia no se escribe como nosotros queremos que se escriba, como nosotros pensamos que se debe de escribir.

El Señor va tejiendo los hilos respetando nuestra libertad. Dentro de esta realidad hay momentos importantes, situaciones que uno no entiende.

Yo me pregunto, como Obispo que querrá el Señor y que nos está diciendo a todos con la muerte de un sacerdote joven, de un sacerdote inteligente, de un sacerdote bueno. ¿Qué nos quiere decir a una diócesis que tiene escasez de sacerdotes? ¿A una diócesis que sacrificándose lo envía a estudiar para que regrese cualificado, para que regrese lleno de entusiasmo?

Hace dos meses llama y me dice que se siente mal. Lo llevan al hospital y allí le dicen que es un virus que había entrado en el hígado; y después que tiene úlcera, y lo empiezan a tratar contra el virus y contra la úlcera, y se alivia. Me pide permiso para venir de vacaciones. Llega a sus vacaciones a su pueblo, como primer capítulo de su vacaciones; enferma y me llama.
Lo llevan a un buen hospital de Guadalajara, piensan que es úlcera; lo abren y resulta que es un cáncer, totalmente avanzado, en su estómago; no hay nada que hacer; lo cierran. Me lo advierten. Tres días después, el día de antier, muere a las tres de la tarde. Y el día de hoy, a las cuatro de la tarde lo han enterrado en su pueblo natal, por deseo de su familia.

En ciudad del Carmen lo recuerdan y lo lloran; en Hecelchakán, particularmente en los pueblos, lo recuerdan y lo lloran; (la escuela) Fray Angélico, lo recuerda y lo llora; la mayoría de ustedes lo conoció, lo recuerdan y están tristes. Dios nos está hablando y está diciendo, ¿ven como los sacerdotes son buenos?

¿Qué conclusión podemos sacar de este acontecimiento? La primera conclusión es que tenemos buenos sacerdotes; que la mayoría son buenos sacerdotes, entregados; y hay que valorarlos; hay que pedir por ellos.
Segunda: que la muerte es una cita que todos tenemos. Esto nos tiene que ayudar a reflexionar, porque muchas veces vivimos como si nunca fuéramos a morir; vivimos como si el ser humano fuera eterno. Y no es así. Basilio era un sacerdote joven y lo encontró la hermana muerte, inesperadamente. Dios les está hablando a ustedes y a mí también. ¿Estás preparado para tu cita?

Tercera y última. Dios nos está pidiendo: Recen por sus sacerdotes, valoren a sus sacerdotes, quieran a sus sacerdotes; valoren todo aquello de bueno que hay en ellos y recuerden que su oración es fundamental para que su vida sea santa y coherente.

Que la muerte de Basilio sea una oportunidad para renovarnos todos; que se renueve nuestro corazón, que se renueve nuestra fe, que se renueve nuestra credibilidad en los sacerdotes, que se renueve nuestra conciencia de gratitud a Dios por la vida que nos da, y que se renueve la conciencia de que un día también tendremos esta cita y que tenemos que estar preparados.

Y ahora él interceda por nosotros. Puedo decir que está en presencia del Señor y lo acompañan no sólo su fe, sino todas sus obras.
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