EL PRESIDENTE MANIFIESTA SU FE
13 de Noviembre de 2011
Artículo
escrito por Mons. Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de san Cristóbal de
las Casas, Chiapas.
VER
Con motivo del accidente aéreo en que
perdieron la vida el Secretario de Gobernación y varios de sus colaboradores,
el Presidente de la República ofreció públicamente oraciones por su eterno
descanso y sus familias. Cuando inauguró la Plaza Mariana frente a la
Basílica de Guadalupe, dio testimonio de su fe. En otra ocasión, al explicar
por qué tantos jóvenes van por caminos negativos, dijo que en parte se debe
también a no creer en Dios. Fue a Roma cuando se declaró beato a Juan Pablo II
y le entregó al Papa Benedicto XVI una invitación formal para venir a México,
con la intención de que nos ayude en los múltiples problemas que padecemos.
Cuando nos invitó hace poco a los obispos del país a cenar en la residencia
oficial de Los Pinos, nos reiteró ser católico, aunque dijo de sí mismo
ser un mal católico…
Varias voces le han recriminado que
manifieste su fe, pues dicen que viola el Estado laico y la separación con las
iglesias. Sostienen que le asiste todo el derecho de tener la religión que
prefiera, pero que no la debe expresar en público, sino sólo en su vida
privada. Esto se lo reprochan secularistas y agnósticos, políticos enemigos de
siempre y quienes siguen sosteniendo que fe y política son cosas extrañas entre
sí. Lo critican quienes luchan por que el carácter laico del Estado sea más
explícito en la Constitución, para de esta forma impedir con más fuerza que
todo lo que huela a religión e Iglesia influya de alguna manera en la vida
nacional. En vez de una madura democracia y una moderna laicidad, que
implicaría un justo respeto a derechos humanos fundamentales y a las legítimas
diferencias, pretenden imponer una dictadura laicista, al estilo de la
decretada en el año 1917, que provocó una terrible persecución religiosa, y que
se tuvo que modificar en 1992, aunque en forma parcial.
JUZGAR
¿Pueden un político y un gobernante
expresar públicamente su fe? Basta conocer legislaciones y prácticas de otros
países más democráticos, donde a nadie extraña que un Presidente, un Gobernador
y legisladores de cualquier partido participen abiertamente en celebraciones
religiosas. Es un derecho que las leyes no deben coartar. Un gobernante no ha
de usar su cargo y el erario público para hacer campaña proselitista a favor de
su personal creencia; mucho menos utilizar una religión para manipular las
conciencias y promover intereses partidistas. Pero ocultar su fe, avergonzarse
de ella, reducirla a lo privado, es ignorar lo que el seguimiento de Cristo
implica en todas las dimensiones de la vida.
Jesús es muy claro: “Por todo aquel
que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi
Padre que está en los cielos; pero a quien me niegue ante los hombres, le
negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos” (Mt 10,32-33).
Dice el Papa Benedicto XVI: “La fe
implica un testimonio y un compromiso público. El cristiano no puede pensar
nunca que creer es un hecho privado. La fe es decidirse a estar con el Señor
para vivir con él. Y este «estar con él» nos lleva a comprender las razones por
las que se cree. La fe, precisamente porque es un acto de la libertad, exige
también la responsabilidad social de lo que se cree. La Iglesia en el día de
Pentecostés muestra con toda evidencia esta dimensión pública del creer y del
anunciar a todos sin temor la propia fe. Es el don del Espíritu Santo el que
capacita para la misión y fortalece nuestro testimonio, haciéndolo franco y
valeroso” (Porta fidei, 10).
Y a quienes desearían eliminar todo
rastro de Dios en la vida pública, les advierte: “Donde Dios desaparece, el
hombre cae en la esclavitud de idolatrías, como han mostrado, en nuestro
tiempo, los regímenes totalitarios, y como muestran también diversas formas de
nihilismo, que hacen al hombre dependiente de ídolos, de idolatrías; lo
esclavizan” (15-VI-2011).
ACTUAR
Todos, también los gobernantes,
debemos expresar nuestra fe en Cristo no sólo en palabras y ritos, sino sobre
todo en el amor, en el servicio a los demás, en la promoción integral de la
sociedad, en la justicia y la solidaridad, en el amor preferencial a los pobres
y necesitados.