miércoles, 21 de septiembre de 2011

JÓVENES SOLIDARIOS


JÓVENES SOLIDARIOS

21 de Septiembre de 2011

 

Artículo escrito por Mons. Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de san Cristóbal de las Casas, Chiapas.

 

VER

 

La situación de los jóvenes preocupa, pues la esperanza que ponemos en ellos se ensombrece. Se les ve más como problema que como solución. No se sabe qué hacer con ellos. Hay desconcierto en las familias, en los barrios y en las escuelas. Se les teme, sobre todo cuando se organizan en pandillas. Quieren hacerse notar, demostrar que son alguien, que son capaces, aunque para ello utilicen formas extravagantes, que nos chocan. Líderes políticos abordan el caso y ofrecen alternativas, pero no sabemos si es sólo propaganda con intereses electorales.

 

Los jóvenes son una fuerza de Dios, una gracia, una energía y una vitalidad, que, bien orientada, trae grandes beneficios a todos, a su familia en primer lugar, a la sociedad y a la Iglesia. Lo único que necesitan es ser comprendidos, escuchados, valorados y lanzados a servicios creativos, a iniciativas de solidaridad social y eclesial. Cuando ellos se sienten útiles y que aportan algo bueno a la comunidad, le encuentran sentido a su vida y dejan de ser una amenaza social.

 

JUZGAR

 

Entre tantos mensajes que dio el Papa Benedicto XVI en la Jornada Mundial de la Juventud, rescato lo que comentó, a partir de un texto del apóstol Juan: «En esto hemos conocido el amor: en que él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos» (1 Jn 3,16). “La pasión de Cristo nos impulsa a cargar sobre nuestros hombros el sufrimiento del mundo, con la certeza de que Dios no es alguien distante o lejano del hombre y sus vicisitudes. Al contrario, se hizo uno de nosotros para poder compadecer Él mismo con el hombre, de modo muy real, en carne y sangre.

 

Queridos jóvenes, que el amor de Cristo por nosotros aumente vuestra alegría y os aliente a estar cerca de los menos favorecidos. Vosotros, que sois muy sensibles a la idea de compartir la vida con los demás, no paséis de largo ante el sufrimiento humano, donde Dios os espera para que entreguéis lo mejor de vosotros mismos: vuestra capacidad de amar y de compadecer. Las diversas formas de sufrimiento son llamadas del Señor para edificar nuestras vidas siguiendo sus huellas y hacer de nosotros signos de su consuelo y salvación. Sufrir con el otro, por los otros, sufrir por amor de la verdad y de la justicia; sufrir a causa del amor y con el fin de convertirse en una persona que ama realmente, son elementos fundamentales de la humanidad, cuya pérdida destruiría al hombre mismo”.

 

Dios nos ama. Ésta es la gran verdad de nuestra vida y que da sentido a todo lo demás. Si permanecéis en el amor de Cristo, arraigados en la fe, encontraréis, aun en medio de contrariedades y sufrimientos, la raíz del gozo y la alegría. Nuestra atención desinteresada a los enfermos y postergados, siempre será un testimonio humilde y callado del rostro compasivo de Dios. Que ninguna adversidad os paralice. No tengáis miedo al mundo, ni al futuro, ni a vuestra debilidad. El Señor os ha otorgado vivir en este momento de la historia, para que gracias a vuestra fe siga resonando su Nombre en toda la tierra”.

 

Y a los seminaristas dijo: “Os preparáis para ser apóstoles con Cristo y como Cristo, para ser compañeros de viaje y servidores de los hombres. Su vivir fue un servicio, y su desvivirse, una intercesión perenne”.

 

ACTUAR

 

Joven: ¿Quieres que tu vida tenga sentido? ¿Quieres ser alguien que en verdad vale? ¿Deseas ya no sentirte infravalorado, menospreciado, rechazado y temido? ¿Has sentido algo así como asco o vergüenza de ti mismo, y hasta deseos de no vivir?

 

Sigue el camino de Jesús: Ama, sirve, ayuda, preocúpate por enfermos, ancianos, presos,  migrantes, y por quien sufre. Propón a tus amigos y compañeros iniciativas de solidaridad y servicio comunitario, campañas de limpieza ambiental y forestación, diversas formas de voluntariado. Observa en tu comunidad quiénes están más desprotegidos e inventa algo en su favor. Empieza por ayudar en los quehaceres diarios de tu hogar. Verás que no sólo te aprecian, que recibes cariño y reconocimiento, sino que le encuentras un nuevo sabor a tu existencia; te sientes feliz por hacer felices a otros, por hacerles sentir que no están solos. Tu vida tiene sentido y color. Eres alguien y vales mucho, a los ojos de Dios, de los demás y de ti mismo. Inténtalo.