DÍA INTERNACIONAL DE LA PAZ
Artículo de Mons. Carlos Garfias Merlos, Arzobispo de Acapulco.
El pasado día 21 de septiembre, bajo los auspicios de la ONU se celebró el Día Internacional de la Paz, con el tema Paz y Democracia, ¡Haz que tu voz se oiga! En su mensaje, el Secretario General Ban Ki-moon señaló, entre otras cosas, que “la democracia es un valor fundamental de las Naciones Unidas. Es crucial para los derechos humanos. Facilita conductos para resolver las diferencias. Trae esperanza a los marginados y da poder a los pueblos. Pero la democracia no se mantiene por sí sola; hay que nutrirla y defenderla”.
Al respecto, quiero recordar algunos compromisos que el Episcopado Mexicano asumimos en la exhortación pastoral “Que en Cristo nuestra paz, México tenga vida digna” orientados a fortalecer la capacidad de incidencia política de la sociedad civil, para que, a juicio nuestro, contribuya a madurar la democracia como condición necesaria para la construcción de la paz.
Expresamos nuestro empeño en “apoyar la participación de la sociedad civil responsable en la reorientación y rehabilitación ética de la política y en contribuir al fortalecimiento de las instituciones y de los mecanismos legítimos y democráticos con los que cuenta la sociedad para canalizar y articular la participación de la comunidad política. Gracias al protagonismo de la sociedad civil responsable se fortalece la democracia participativa y se abren espacios de participación política” (n. 214).
Nuestra democracia tiene que avanzar de manera que tengamos la posibilidad de asumir corresponsablemente la tarea de construir la paz. La falta de mecanismos democráticos hace a nuestra sociedad y al Estado mismo muy vulnerables ante las agresiones del crimen organizado y disminuye nuestra capacidad de respuesta ante los graves desafíos que la violencia nos presenta. Tenemos que reconocer que en nuestra región hay un gran rezago en cuanto a participación ciudadana para el bien común a partir de reglas democráticas. Estamos ante la oportunidad de construir la ciudadanía para la paz que necesitamos, que sea un factor decisivo en la rehabilitación ética de las instituciones públicas y de la política misma.
La paz es un bien para toda la humanidad y es un bien necesario para el desarrollo integral de los pueblos. Desde los ámbitos globales hasta los ámbitos locales es necesaria una sinergia a favor de la paz a través del avance de nuestra democracia como condición para dignificar a las personas y a los pueblos.
La escuela, espacio para la construcción de la paz
El paro magisterial de varias semanas debido a las condiciones de inseguridad abre la oportunidad para advertir que este sector puede aportar mucho a la construcción de la paz mediante la educación. Nuestro sistema educativo puede ser asumido como un conjunto de oportunidades para educar para la paz, donde los maestros tienen en sus manos grupos de niños y de jóvenes para generar procesos de fondo que capaciten para la construcción de paz.
En nuestra carta los obispos reconocemos las inmensas potencialidades de la educación cuando señalamoa que “la superación de la violencia sólo será posible con el hábil uso de herramientas que se consiguen con la educación y que capacitan para hablar un lenguaje de paz. Estas herramientas son: el testimonio, la fuerza moral, la razón Si queremos responder al mal con la fuerza del bien, tenemos que educarnos para la paz; esto significa sacar desde dentro, desde lo más íntimo, desde nuestra mente y desde nuestro corazón, pensamientos y sentimientos de paz que se expresen a través de un lenguaje y de gestos de paz. Con estas herramientas primordiales para la consolidación de un estilo de vida, podremos impregnar la sociedad con los valores y principios de la paz” (n. 198).
Quiero invitar, de manera fraterna, a los maestros y maestras de nuestras escuelas que experimentan la necesidad de la paz que más allá de sus protestas, urgen acciones educativas a favor de la paz. Con creatividad y con empeño hay que educar para la libertad, para el respeto a la dignidad de las personas, para la justicia, para la legalidad y para la participación. La sociedad espera mucho de su servicio educativo y pueden contribuir de manera enorme a la construcción de la paz.
Acapulco, Gro., 25 de septiembre de 2011.