domingo, 11 de septiembre de 2011

CONSTRUYENDO LA PAZ DESDE NOSOTROS MISMOS


CONSTRUYENDO LA PAZ
DESDE NOSOTROS MISMOS

Artículo escrito por el Pbro. Fabricio Seleno Calderón Canabal, de la Diócesis de Campeche.

Del 8 al 10 de Septiembre se llevó a cabo en la ciudad de Monterrey, N.L., el Tercer Encuentro Mundial de Valores bajo la temática No violencia: de adentro hacia afuera, con el objetivo primordial de ayudar a tomar conciencia de que juntos podemos realizar lo imaginable desde cada una de la áreas en que nos movemos diariamente.

Así, cada uno de los participantes –cinco mil, en cifras de los organizadores–, al término del Encuentro, salió convencido y decidido a reconstruir su ciudad y su país de dentro hacia afuera, es decir, desde el compromiso personal por construir la paz. «Sólo hay un modo de cambiar: comenzar desde dentro. Comenzar desde nosotros mismos, sin esperar que los otros cambien», expresó Leoluca Orlando, ex alcalde de Palermo.

Tuve la oportunidad de participar en este Encuentro Mundial que contó con la presencia de grandes personalidades de todo el mundo, quienes compartieron su compromiso por construir la paz en todos sus niveles, su método para lograrlo y su visión del mundo.

Desde el Dalai Lama, monje tibetano, líder religioso y Premio Nobel de la Paz en 1989, hasta Roberto Gómez Bolaños, Chespirito, comediante mexicano que ha hecho sonreír al mundo con su cálido y sencillo sentido del humor, todos los conferencistas coincidieron en que el cambio sí es posible.

En el primer pánel titulado “Construcción de paz: Transformando individuos en ciudadanos”, participó Leoluca Orlando, quien como Alcalde de la ciudad Italiana de Palermo (1985-1990, 1993-2000) trabajó solidariamente con la sociedad para recuperar colonias deterioradas, para combatir la corrupción, para mejorar la eficiencia administrativa y operativa del gobierno local con el fin de recuperar su ciudad de la mafia.

Manifestó que sin la participación de los ciudadanos comunes no se puede luchar contra los criminales.

En la construcción de la paz, «el coche siciliano tiene dos ruedas», la rueda de la Ley y la rueda de la sociedad civil, donde están involucrados el mundo de la cultura, del desarrollo, de la educación, los empresarios, la Iglesia, etc. «En Palermo, durante mucho tiempo faltó la participación de la sociedad civil, de los empresarios, de los medios de comunicación, de la Iglesia».

Otro panelista fue el antropólogo Italiano Aldo Civico estratega en construcción de paz y experto en resolución de conflictos, quien inició declarando que la experiencia que se vive actualmente en México es de miedo, de incertidumbre, de indignación. «Es necesaria la indignación porque es la chispa que puede generar la renovación», el cambio, la paz.

El temor, el miedo, cortan los lazos comunitarios, «pues con el miedo llega la desconfianza; se ve al otro como enemigo, se cuidan con cámaras ocultas, se encierran tras los muros de su casa». Entonces «se responde al temor, con más temor; a la violencia, con más violencia».

«Es necesario crear una cultura de paz», sentenció. Es absurdo «seguir haciendo lo mismo y esperar resultados distintos».

Otro conferencista fue Ishmael Beah, quien a la edad de 12 años fue obligado a convertirse en niño soldado durante la guerra civil de Sierra Leona, en África, de la que fue rescatado por la UNESCO tres años después. Su participación fue muy vivencial y emotiva, invitando a «remediar las cosas, en lugar de vengarnos», como primer paso para construir la paz.

«Cuando éramos niños y alguno lastimaba a otro, el castigo que recibía era ayudarlo a limpiar su granja. ¿Por qué este castigo? Porque cuando ayudas a una persona a limpiar su granja, pasan un día o varios días juntos; conviven, comen juntos, beben de la misma agua; de manera que si se había roto algo de la relación, con esa convivencia se reparaba».

Hay que comprometerse en serio en la construcción de la paz. «Las personas buenas somos más que los que están perturbando a la sociedad; ellos son menos, pero están más convencidos y comprometidos con lo que hacen; y nosotros, los que sufrimos por la perturbación de la sociedad, estamos menos convencidos y comprometido con nuestra sociedad».

Finalmente, fue el turno de Jiwe Morris, quien a los 11 años se convirtió en miembro de una las pandillas más peligrosas de Estados Unidos llamada Bloods. Este joven pandillero, que desde los diez años sabía disparar una pistola, robar, y cómo lastimar a una persona con una navaja, perdió sus sueños al ser encarcelado, pero construyó otros más grandes y positivos al salir de la cárcel.

Sobre el dicho popular de que se necesita un pueblo para educar a un niño, afirma que «tiene sentido esta frase», pues para formar a un niño se requiere la participación de todos: familias, maestros, iglesias, empresarios, clubes sociales. Pero hay que estar atentos pues «una aldea enferma forma niños enfermos; una aldea sana forma niños sanos».

Jiwe Morris ha aprovechado su liderazgo no sólo para mejorar su vida, sino también la vida de los demás, compartiendo mensajes positivos a los jóvenes por todo Estados unidos. «Tengo que levantar tantas casas, como las que yo haya destruido».