miércoles, 7 de septiembre de 2011

¡ADELANTE, JUVENTUD!


¡ADELANTE, JUVENTUD!

Artículo del  Pbro. Richard L. Clifford, Misionero de Maryknoll, sacerdote católico y colaborador de la Pastoral del Amor en la Arquidiócesis de Yucatán.

Las JMJ con su ya larga trayectoria de más de
un cuarto de siglo (1984) son inseparables del
Beato, en cuya memoria celebramos esta tarde
en la Plaza de Cibeles madrileña: el inolvidable,
venerado y querido Juan Pablo II.
Antonio Rouco Varela, cardenal-arzobispo de Madrid

Las palabras arriba citadas del cardenal-arzobispo de Madrid fueron recibidas con gran aplauso por los cientos de miles peregrinos que asistieron a la misa concelebrada por 800 cardenales, obispos y arzobispos de todo el mundo, junto a 8,000 sacerdotes. En su homilía de apertura del encuentro "Jornada Mundial de la Juventud" (JMJ), el Cardenal español animaba a los jóvenes a encontrar al Señor, recordando que "Juan Pablo II concebía las JMJ como un valiosísimo instrumento de transformación".

Decenas de iglesias, colegios y albergues estaban habituados a acoger a los asistentes en las más de 330,000 plazas disponibles. Además, unas 50 Iglesias del centro de Madrid permanecieron abiertas las 24 horas para vigilia en oraciones. Para todos los asistentes hubo preparadas unas 600 actividades culturales en diversos museos, cines, teatros y salas de exposiciones de esa capital. México fue el segundo país de Iberoamérica con más jóvenes inscritos y el 9o. en una lista encabezada por Italia con 81,000.

Realmente maravilloso y en cierto sentido místico resultó el encuentro de los jóvenes del mundo. Cada uno fue interesado seriamente en recibir del Espíritu Santo una profundización del valor de lo espiritual en su corazón, mente y diario caminar. Nos hace recordar, con nostalgia, aquella visita de Juan Pablo II a México, Guatemala y de manera especial a Canadá para las "Jornadas Mundiales de la Juventud".

Tal encuentro estuvo marcado por el carisma especial de Juan Pablo II con los jóvenes, quienes lo saludaron con porras, cantos, banderas, camisetas, oraciones y lágrimas de emoción. Dirigiéndose a ellos, el Papa dijo: "Con ese gran regalo que es la inteligencia del corazón, los jóvenes representan el futuro del mundo".

Aunque el joven a veces se inclina a posturas y procedimientos no siempre bien encaminados -por falta de buena orientación o de una formación cristianamente sólida y sana- es maravilloso observar el cambio que ocurre cuando alguien se toma la molestia de entenderlo y tratarlo positivamente, resaltando sus ideales.

Como aquella arpa "olvidada y cubierta de polvo", del poeta Gustavo Adolfo Bécquer, las cuerdas del alma del joven esperan una "mano de nieve" que haga resonar lindas notas musicales, una palabra de aliento, un consejo inspirado, cariño, una muestra de confianza.

Cuando todo esto se enciende por el entusiasmo, se es capaz -según Juan Pablo II- de "construir una nueva civilización".

Ese don del entusiasmo, ese inquieto espíritu inspiró a Cristo Quien, al iniciar su vida pública, dijo en la Sinagoga de Nazaret: "El espíritu del Señor está sobre mi; me ha ungido para proclamar la buena nueva" (Lucas 4, 18). El Maestro predicaba con entusiasmo y con palabras que alimentan el alma, como el pan que multiplicó para saciar el hambre de sus oyentes. De hecho, toda la historia del cristianismo es recuento de los encendidos por el espíritu entusiasta, llevando en alto la antorcha que ilumina el camino diario.

Sólo los entusiastas tendrán el valor de enfrentarse a los desafíos y desavenencias de su entorno. Por eso el futuro del mundo, el destino de cada época está en las manos de los que siempre son "jóvenes", por mantener vivo su entusiasmo y perseverar en su sagrado compromiso. ¡Felicidades y adelante!