lunes, 19 de septiembre de 2011

EDUCAR EN EL AMOR Y PARA EL AMOR

EDUCAR EN EL AMOR Y PARA EL AMOR

Artículo de Mons. Carlos Garfias Merlos, Arzobispo de Acapulco.

Seguimos con la preocupación e incertidumbre del miedo que genera la violencia e inseguridad en nuestra ciudad de Acapulco y en el Estado de Guerrero, lo mismo que en México. Sin embargo las fiestas patrias de estos días de Septiembre en medio de la rumorología y amenazas resulta un tiempo favorable para procurar llenarnos de esperanza, alimentados con los principios y anhelos que movieron a nuestros héroes de la independencia

En estos días patrios tenemos la oportunidad de unirnos a toda la nación mexicana, a la vez que experimentamos el orgullo de ser guerrerenses con el consecuente compromiso de esforzarnos por transformar nuestro estado de Guerrero y de renovar con ahínco la decisión de avanzar en nuestra patria en hacer realidad la libertad, la igualdad y la fraternidad. Esto será una expresión de nuestra condición de Fieles bautizados de la Iglesia particular de Acapulco.

Así lo expresamos en el V plan diocesano de pastoral y así nos lo recuerda la Iglesia de México y lo expresamos los obispos de México, cuando celebramos las fiestas patrias, muy particularmente lo recordamos el año pasado con ocasión de las celebraciones del bicentenario de la Independencia de México.

En estos días patrios nuevamente quiero recordar que la educación es un compromiso serio de todos para hacer posible que los ideales de independencia de nuestros héroes patrios y la constitución de la independencia de México, lo vivamos en lo cotidiano, no sólo como una herramienta de desarrollo que llegue a todos, mejorando los conocimientos y habilidades, sino también como el espacio de respeto y libertad para difundir los valores que engrandecen a la persona y la llevan a reconocer su dignidad y a vivir sus convicciones.

Sin negar que la educación nos prepare para el trabajo, la dignidad humana exige primariamente que la educación sea concebida como el desarrollo integral de las personas, que posibilite vivir plena y responsablemente la totalidad de las situaciones que constituyen nuestra vida individual y social. Si la educación no forma antes que nada personas íntegras que amen el bien, la belleza, la verdad y la justicia, lo demás quedara fincado en un terreno frágil y superficial.

Por ello les recuerdo a todos que urge en nuestro ambiente de Guerrero y de Acapulco que formemos a los jóvenes, adolescentes y niños en los valores humanos y cristianos fundamentales que harán que ellos cuiden su salud física y moral, que busquen por sobre todas las cosas el bien y desde la experiencia del amor aprendan a amar, adquiriendo la capacidad de orientarse en la vida y de discernir el bien del mal.

Una vez más les propongo que en la arquidiócesis asumamos los compromisos que los obispos nos comprometimos en la carta en Cristo nuestra paz: Educar en el amor y para el amor; promover la educación en la verdad y para la búsqueda sincera de la verdad; formar a las nuevas generaciones en el equilibrio adecuado entre libertad y disciplina; alentar a los educadores a asumir responsablemente el rol de autoridad en la tarea educativa; alentar la esperanza, como el alma de la educación. De esta manera podremos superar los rezagos que a nivel educativo encontramos en México y en el estado de Guerrero.

Celebremos las fiestas patrias con un mayor compromiso por la educación y estaremos realmente logrando un fruto prometedor de estas celebraciones. Así lo pido a Nuestra Señora de la Soledad y a Cristo, nuestra Paz.