CONSTRUCCIÓN DE LA PAZ
EN LA FORMACIÓN DE LOS LAICOS
Artículo de Mons. Carlos Garfias Merlos, Arzobispo de Acapulco.
Desde que se promulgó en la Arquidiócesis de Acapulco el quinto plan diocesano de pastoral, se ha desarrolla do de manera directa una tarea formativa de las conciencias de los fieles a través de cuatro proyectos pastorales, como son la iniciación cristiana de adultos, la formación social de los laicos, la lectio divina o lectura orante de la Biblia y la formación integral de los agentes de pastoral. El alma de esta formación es el Evangelio de Jesucristo que, como Palabra de Dios, enseña a vivir y a convivir a partir del valor de la paz.
Por otra parte, hemos implementado un proyecto más que, de forma transversal, se aplique en todas las parroquias y llegue a todos: la construcción de la paz. Ya en muchas parroquias se están realizando los talleres para la construcción de la paz, siguiendo las orientaciones del episcopado mexicano en la exhortación pastoral Que en Cristo nuestra paz, México tenga vida digna. Buscamos que cada bautizado se convierta en un artífice de la paz mediante su testimonio y su palabra.
La Iglesia anima a las instituciones educativas, sindicales, sociales, empresariales, económicas y demás, a convertirse en espacios de construcción de paz, contribuyendo todos al cambio personal y social que necesitamos, para lograr que transformemos la violencia en oportunidades de comprometernos con la paz. No dejemos que el desaliento nos invada y sigamos haciendo nuestro mejor esfuerzo para construir la paz, capacitándonos cada vez más.
Ante las balaceras, mantener la esperanza.
A lo largo de esta semana, nuestra ciudad ha sido escenario de más violencia que incluye balaceras por las calles a toda hora. Podemos decir que ya no hay un lugar seguro, pues hasta en las playas se han dado hechos de violencia que están amenazando más la actividad turística. Y nadie puede sentirse seguro en este contexto en el que cualquier ciudadano puede convertirse en víctima de la violencia.
Como efecto de esta situación, va creciendo el miedo entre los ciudadanos, quienes han ido modificando sus hábitos, sobre todo en lo que toca al tránsito por la ciudad, las diversiones y las actividades nocturnas, en general. El miedo y el consiguiente aislamiento de las personas y las familias, pueden ser ocasión de enfermedades mentales y de conductas antisociales que debiliten aún más el tejido social con secuelas de dolor y frustración.
Estas adversidades no deben ser motivos para abandonarse al miedo y a la desesperanza. Los ciudadanos tenemos que sobreponernos a estas duras pruebas. Tenemos el reto de mantenernos en un esfuerzo permanente de construcción de la paz. La violencia que padecemos en un síntoma que manifiesta la gravedad del mal que padecemos y que está al interior de las personas y al interior de nuestra sociedad. La violencia es un gran desafío para ir al fondo, a sus causas, a sus raíces y poner remedio. Necesitamos hombre y mujeres nuevos, de paz. Necesitamos una nueva sociedad que brinde oportunidades para todos. Mantengamos la esperanza y acompañémonos unos a otros en los momentos más difíciles y de mayor amenaza, alimentando siempre la esperanza en todas sus expresiones.
Inicio de clases.
Mañana lunes se inician las clases en las escuelas y universidades del país. Es un momento clave para las familias que tienen que hacer un grande esfuerzo para inscribir a sus hijos y comprar uniformes y los útiles escolares que necesitan en sus escuelas. La vida de las familias, de los pueblos y ciudades cambia de ritmo a partir de la entrada a clases. Es oportuno plantear la necesidad de que en el sistema educativo nacional y del estado se desarrollaran programas de educación para la paz que contemplen la construcción de actitudes, valores y conductas propicias para una sana convivencia social. Los niños y los jóvenes, esas nuevas generaciones que nos van a suceder, son muy receptivos a los cambios que necesitamos para superar los altos índices de violencia que estamos viviendo, necesitamos alimentar un lenguaje y gestos de paz en el ámbito educativo.
Por otra parte, seguirá siendo un gran desafío que un gran número de jóvenes se hayan quedado fuera del sistema educativo al no encontrar un lugar para seguir los estudios de su preferencia. Es necesario encontrar soluciones de fondo para que no haya excluidos en la educación superior y el acceso a la educación quede asegurado para todos. De otro modo, al quedar marginados estos jóvenes, pueden ser presas de propuestas ilegales como las del crimen organizado. Será oportuno que las autoridades correspondientes y la sociedad comprendamos que la educación para todos es una manera de prevenir la violencia y evitar que se genere participación de los jóvenes en ella. Sigamos ofreciendo alternativas de estudio a los jóvenes para que sean constructores de paz.
