EL PRONUNCIAMIENTO DEL GOBERNADOR INTENTA
DEVOLVER LA CONFIANZA A UN PUEBLO QUE NO
MERECE VIVIR EN ESTA POSTRACIÓN
Comunicado de Prensa del Domingo 14 de Agosto de 2011 presentado por el Pbro. José Juan Sánchez Jácome, Director de la Oficina de Comunicación Social de la Arquidiócesis de Xalapa
Nos queda claro que el estado de Veracruz no es una isla, por lo que le afectan favorable y desfavorablemente los acontecimientos que marcan nuestra vida como nación. Nos alegramos con todo aquello que hace más noble la vida de este pueblo extraordinario, pero también sufrimos las vejaciones e injusticias que nos orillan a vivir por debajo de la dignidad que Dios nos ha concedido. Veracruz participa de las alegrías y de los sufrimientos del país y por eso no ha quedado inmune al problema de la inseguridad y la violencia.
Al principio veíamos con gran preocupación lo que estaba pasando en otras entidades, especialmente en los estados fronterizos; y anhelábamos que nunca se llegara en Veracruz a esos niveles de inseguridad. La realidad, ahora, va contrariando esas ilusiones. Las familias veracruzanas están enfrentando con miedo e incertidumbre este ambiente de inseguridad que se está extendiendo sobre el estado de Veracruz. Los casos cada vez más frecuentes de extorsiones y las irrupciones de la violencia están provocando un sentimiento de indefensión, impotencia e indignación social.
Por otra parte, los testimonios de levantones y actos de violencia en distintos puntos del Estado -y que no se dan a conocer en los medios de comunicación- preocupan todavía más, pues va quedando la sensación de que estamos frente a un problema que nos está rebasando. Quizá uno de los casos de mayor indignación es el de los pueblos y comunidades marcados esencialmente, a lo largo de su historia, por una eminente vocación de paz, fraternidad y convivencia. La inseguridad está trastocando el alma de estos pueblos orillándolos a vivir en el miedo, en la desconfianza y en la nostalgia de lo que antes se vivía.
Este panorama sombrío requería de un pronunciamiento decidido y contundente como el que tuvo el Gobernador del Estado el miércoles pasado. El mensaje que todos recibimos y que ha tenido una importante aceptación en todos los sectores sociales confirma esa vocación de paz que define al pueblo veracruzano. El pronunciamiento del Sr. Gobernador intenta devolver la confianza a un pueblo que no merece vivir en esta postración.
Como Iglesia ofrecemos nuestro respaldo al Gobierno del Estado y esperamos que logre recuperar las condiciones de paz y de convivencia armónica, que son esenciales a este pueblo. El momento histórico que vive nuestra entidad está pidiendo una mayor unidad entre el gobierno y la sociedad. Si trabajamos unidos y si cada uno de los sectores sociales vive con amplitud de miras su propia vocación lograremos superar la violencia y todo lo que se opone a una vida verdaderamente digna. Al gobierno le corresponde recuperar los espacios que se han ido perdiendo en las calles y en los pueblos; y a las escuelas y a las Iglesias les corresponde recuperar los espacios que se han ido perdiendo en el corazón de los hombres.
Por otra parte, así como se ha venido definiendo la política de seguridad también como Iglesia exhortamos al Gobierno del Estado para que no se dejen de atender otros rubros igualmente importantes en esta lucha. Hay que combatir también las raíces de donde se alimenta este cáncer de la inseguridad y la violencia, particularmente en la cultura y en la política económica. Hace falta invertir en la cultura y modificar la política económica para que los jóvenes tengan mejores posibilidades de realización profesional y laboral. Hacemos un llamado para que la atención a los jóvenes se convierta en una prioridad de este gobierno.
Invitamos, por eso, a nuestros gobernantes para que revisen de manera integral esta problemática. Se trata, en este caso, de reflexionar acerca de todos los factores que contribuyen a la inseguridad y la violencia en la vida económica, en la vida política, en la vida social y en la cultura para que, a partir de un tratamiento más completo, se puedan ir estableciendo las mejores estrategias encaminadas a la superación de la violencia.