martes, 16 de agosto de 2011

LA CONSTRUCCIÓN DE LA PAZ DESDE LA PASTORAL EDUCATIVA Y DE LA SALUD

LA CONSTRUCCIÓN DE LA PAZ DESDE
LA PASTORAL EDUCATIVA Y DE LA SALUD

Artículo de Mons. Carlos Garfias Merlos, Arzobispo de Acapulco.

Considero muy importante recordarles que todos los recursos de la Iglesia tienen una finalidad evangelizadora y están enfocados, sobre todo en estos tiempos, a la construcción de la paz. Quiero señalarlo, en particular en relación a algunos organismos pastorales que la Arquidiócesis de Acapulco tiene en su estructura pastoral, como la pastoral educativa y la pastoral de la salud.

La Pastoral Educativa impulsa la evangelización en el campo de la educación e incluye a las instituciones católicas dedicadas a la educación, como son escuelas y colegios atendidos por religiosos y religiosas en la ciudad de Acapulco y en algunas comunidades de las costas. Evangelizar desde la dimensión educativa implica proponer formas específicas de anuncio del Evangelio en los centros educativos y dar acompañamiento y formas de celebración de la fe a los que participan en el ambiente educativo; además de que la fe requiere de un proceso de enseñanza - aprendizaje de los valores del Evangelio y de una visión de la vida, vinculada con la realidad del mundo y la sociedad.

En las instituciones educativas queremos forjar una cultura de la paz, como modo de ser, de pensar y de actuar orientado a la construcción de la paz y a un compromiso permanente de educar para la paz. Necesitamos ciudadanos y ciudadanas de paz, que se conviertan en factores decisivos para superar las inercias de la violencia, de la apatía social y de los estragos de la criminalidad, demostrando que los procesos educativos generan compromiso decidido para construir la paz.

Por otra parte, la Pastoral de la Salud también tiene el compromiso de evangelizar y de construir la paz. Lo realiza cuando promueve una relación saludable de las personas consigo mismas y con los demás. Todo servicio a favor de los enfermos y de sus familiares quiere ser una oportunidad de encuentro con Cristo y un llamado para que sean evangelizadores de la paz y ellos mismos la experimenten en su propia vida.

Un problema crítico de salud pública se ha desarrollado a través de las adicciones a las drogas y al alcohol, dañando gravemente la salud de las personas y las relaciones familiares y comunitarias. La rehabilitación de estas adicciones es una tarea fundamental de la pastoral de la salud para contribuir a la paz, por el hecho de que si disminuye la demanda de las drogas, podrá disminuir la oferta de las mismas y las consecuencias desastrosas que provienen de su consumo. El Centro de Rehabilitación para Enfermos Mentales “Cristo de la Misericordia” ha estado recibiendo últimamente a más enfermos mentales cuyos diagnósticos señalan como factor el consumo de las drogas. Como Iglesia seguiremos ofreciendo los servicios del centro Cristo de la Misericordia y otras alternativas de apoyo para los enfermos, siempre comprometidos en la construcción de la paz.

Gobernar a favor de la familia y de la infancia

Hoy también quiero expresar que la Iglesia aplaude todo apoyo a las familias, en general, y a los niños, en particular, aquello que sea de alto impacto social por los resultados benéficos que acarree a corto, mediano y largo plazo.

En estos términos, reconozco a las instituciones públicas que se enfocan hacia estos sectores de la sociedad como es el caso del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), que en sus programas, municipales y estatal contribuyen a apoyar algunas de las necesidades más apremiantes de nuestras familias guerrerenses. Felicito el programa en contra de la obesidad y la atención de la salud del DIF estatal y el programa de Escuela para padres del DIF municipal. Como representante de la Iglesia católica he visto siempre a la familia como la célula social que hay que tutelar, defender y promover en todo sentido y por ello, he expresado el compromiso de la pastoral familiar con la tarea de anunciar el evangelio del matrimonio, de la familia y de la vida, promoviendo las capacidades necesarias para que las familias puedan cumplir su misión en la Iglesia y en el mundo.

Necesitamos familias capaces de resistir a grandes flagelos como la violencia y la pobreza extrema a partir de valores espirituales y humanos. Por ello, la Iglesia reconoce y alienta toda iniciativa gubernamental, social o privada que favorezca el buen desarrollo de las familias y de sus miembros. Aliento y animo decididamente a los DIF estatal y municipal en su compromiso por la infancia y la familia.