domingo, 3 de julio de 2011

¡MUCHAS GRACIAS, PADRE VÉLEZ!

¡MUCHAS GRACIAS, PADRE VÉLEZ!

Artículo del Pbro. Fabricio Seleno Calderón Canabal, Encargado de la Comisión Diocesana para la Pastoral de la Comunicación Socia de la Diócesis de Campeche.

La noche del pasado jueves 30 de Junio me fue comunicada la noticia de que había fallecido el Padre Salvador Vélez López, quien por más de 13 años desempeñó su ministerio sacerdotal en la Capilla del Gran Poder, popularmente conocida como La Ermita.

Cerca de la media noche, después de terminar mis tareas habituales en la Capilla de Belén, me dirigía a La Ermita, donde estaba siendo velado, para orar por el hermano sacerdote y agradecerle a Dios el que me haya dado la oportunidad de conocerlo y recibir de él algunos consejos y una dosis de buen humor.

Al llegar, grande fue mi sorpresa, ya que la Iglesia se encontraba colmada de feligreses que habían ido a acompañar al Padre Vélez; a agradecerle su sacerdocio generosamente gastado en favor de los fieles de la Diócesis de Campeche; otros más se acercaban y lloraban. Había allí, niños, adolescentes, jóvenes, adultos, matrimonios, familias enteras y hasta personas de la tercera edad en silla de ruedas o con su andadera. Dos personas se turnaban para hacer guardia a los costados del féretro del P. Vélez.

Estas imágenes hicieron que a mi mente llegaran aquellas palabras del escritor Francés Paul Claudel: «Siempre que asisto a una misa quedo sobrecogido pensando en ese hombre misterioso que se confunde en el altar con Dios. Lleno de temblorosa admiración se me doblan las rodillas e inclino la cabeza hacia el suelo. Me parece recibir un torrente de luz sobre mi alma. Me siento transportado a un mundo sobrenatural. Busco al hombre y encuentro sólo al ministro de Dios».

Efectivamente, aquellas personas se habían congregado para agradecer y decir ¡hasta pronto! a un ministro de Dios, que después de 57 años de una generosa y fructífera vida sacerdotal, había sido llamado por Dios a su presencia.

«Todo es gracia de Dios», afirmaba hace apenas unos días Mons. Christophe Pierre, Nuncio Apostólico en México, en la misa de recepción de las Reliquias del Beato Juan de Palafox y Mendoza en la Catedral de Puebla de los Ángeles. Y Por supuesto que es gracia de Dios. Si no, ¿cómo podemos explicar que el Padre Vélez, que era muy devoto de la Divina Providencia, fuera llamado por Dios en la víspera del día primero de Julio, pues el día primero es dedicado a la Divina Providencia?

¿Cómo entender que el día primero Julio, al mediodía, el Obispo de Campeche presidía la misa exequial de nuestro querido padre Vélez, a la hora en que, el día primero de cada mes, él mismo durante su vida sacerdotal celebraba la misa en honor a la Divina Providencia. Definitivamente… ¡Todo es gracia de Dios!

Hoy debemos expresar nuestro profundo agradecimiento por todo el trabajo que este hermano sacerdote prestó generosamente en las diversas encomiendas que se le hicieron: En la S.I. Catedral de Campeche, en la Parroquia de Ntra. Sra. de Guadalupe (Chetumal), en la Parroquia de santa Lucía (Campeche), en la Parroquia del Inmaculado Corazón de María (Escárcega) y en la Capilla del Gran Poder (La Ermita). En todas ellas, sus cualidades y su disponibilidad fueron siempre evidentes.

En la Parroquia de Ntra. Sra. de Guadalupe, ubicada en la ciudad de Chetumal, Q. Roo, que por aquel entonces pertenecía a la Diócesis de Campeche, estuvo el Padre Vélez por espacio de diez años, quedando grabada en la memoria de los habitantes de la ciudad la consagración de la Iglesia de Ntra. Sra. de Guadalupe, el 11 de diciembre de 1963 y la coronación de la Santísima Virgen de Guadalupe, al día siguiente, 12 de diciembre, pues fueron ceremonias realizadas «con un fervor y piedad grande».

Allí mismo en Chetumal, muchas familias guardan un bello recuerdo de la estancia del Padre Vélez por aquellas tierras, pues, junto con su mamá llamada “mamá tona” compartía momentos de alegría y tristezas con el pueblo; para “mama tona” los que acudían a la parroquia no eran simples feligreses, sino sus hijos, y ella, como toda buena madre, siempre tenía un buen consejo para sus hijos.

Fue un incansable animador de la Catequesis y de la Evangelización, así como de la promoción vocacional, motivando a varios jóvenes para abrazar la vida sacerdotal y a jovencitas para ingresar a la vida religiosa.

«Campeche me conquistó por su gente y su comida. Campeche es el lugar que amo», dijo en una entrevista a un medio de comunicación local. Y ayer, después de más de 57 años de una fructífera vida dedicada a Dios y al bien de los fieles católicos campechanos, y dejando una profunda huella en la historia de la Diócesis de Campeche, y en la historia de muchas comunidades, que recibieron de él abundantes frutos humanos y espirituales, el P. Salvador Vélez López fue llamado a la Casa de Dios Padre, para entrar a gozar de la Vida Eterna.

En ese momento, al encontrarse con la plenitud del Amor, que es Dios, el padre Vélez, seguramente, volvió a sentirse entre nosotros, celebrando la misa en la Catedral, en Chetumal, en santa Lucía, en Escárcega, en La Ermita…, rodeado por el amor, el aprecio y la oración de cuantos lo conocimos y hoy le recordamos con afecto.

¡Muchas gracias, Padre Vélez! Que nuestro buen Padre Dios recompense todo lo que hiciste en favor de esta Diócesis de Campeche, en la que generosa y ejemplarmente viviste tu ministerio sacerdotal. ¡Hasta pronto!