lunes, 11 de julio de 2011

INICIAN LAS VACACIONES


INICIAN LAS VACACIONES

Artículo del Pbro. Fabricio Seleno Calderón Canabal, Encargado de la Comisión Diocesana para la Pastoral de la Comunicación Socia de la Diócesis de Campeche.

Terminamos un curso escolar más. Después de las prisas por acabar trabajos y, sobre todo, los nervios por los exámenes finales, llegan las ansiadas vacaciones.

El hecho de cambiar de actividad, de hacer a un lado los libros, evaluaciones y demás, para todo estudiante es motivo de regocijo, pues se cuenta con un tiempo libre

Ante la proximidad de las vacaciones, algunos se disponen a elaborar una lista y organizar las cosas que harán durante este tiempo libre. Entonces, espontáneamente surgen algunas preguntas: ¿Qué es el tiempo libre? ¿Cómo se puede aprovechar mejor este tiempo libre de las vacaciones y de la vida cotidiana?

Las vacaciones nos ayudan a descubrir que la experiencia de la vida humana siempre se ha caracterizado por una sucesión entre momentos de trabajo (o de estudio) y momentos de descanso.

«Ciertamente, no todos pueden gozar de vacaciones, y no son pocos los que, por diversos motivos, se ven obligados a renunciar a ellas». La mayor parte de los hombres y mujeres de nuestro país está obligada a trabajar todos los días para poder vivir; o se ve forzada a trabajar en su tiempo de descanso, después de un arduo año de estudio; a muchos otros se les niega el derecho al trabajo, por lo que no tienen los medios para vacacionar.

Estas consideraciones deben llevarnos a valorar y a usar con mayor responsabilidad este regalo precioso que tenemos en nuestras manos. Así, las vacaciones, el tiempo libre, no deben entenderse únicamente en el sentido negativo de abstenerse de trabajar o estudiar, sino como una oportunidad para promover nuestra propia libertad y nuestra creatividad.

El tiempo libre surge como una necesidad que tiene el hombre de descansar después del trabajo, pero ha llegado, en algunos casos, a convertirse en un tiempo derrochado, vacío, desperdiciado; para alguna persona puede ser ocasión de perder contacto con la realidad, de aislamiento social, de alienación de la televisión, etc.

Esto sucede porque ante la racionalidad que exige el trabajo, el tiempo libre ofrece la oportunidad de un descanso excesivo, holgazanería y hastío.

Es cierto que el ser humano necesita del descanso para recuperar las energías perdidas, pero ésto no significa equiparar tiempo libre con satisfacción exagerada de una necesidad fisiológica, como el sueño, o con diversiones excesivas que agotan y causan desequilibrio en la vida.

Durante el tiempo de descanso, la persona, además de recuperarse del cansancio del trabajo o de la fatiga de los estudios, puede cultivar su espíritu con la lectura de un buen libro, con la práctica de un deporte, con la realización de alguna actividad cultural o de un hobby; pero, sobretodo, puede estrechar y robustecer las relaciones interpersonales con la familia y los amigos.

«Las vacaciones brindan también la oportunidad para estar más tiempo con los familiares, para reunirse con parientes y amigos». Es un tiempo que podemos emplear para fomentar más los contactos humanos que el vertiginoso ritmo de los compromisos de cada día impide cultivar como quisiéramos. De manera especial, hay que tener en cuenta a aquellas personas que viven solas, a los ancianos y a los enfermos, los cuales a menudo, en este período vacacional, sufren aún más la soledad. Las vacaciones son una buena ocasión para manifestarle nuestro apoyo, cercanía y consuelo.

Sin embargo, el estar libre de las habituales ocupaciones, la belleza de la naturaleza, del mar, o de una ciudad, la familia y los amigos con quienes nos reencontramos en estos calurosos días del verano, y todas las demás actividades que realizamos durante estos días de descanso, no deben evitar que pensemos en Dios, que lo busquemos, que frecuentemos los sacramentos, de manera especial la misa dominical, y la oración.

«Al disponer de más tiempo libre, podemos dedicarnos con mayor facilidad a hablar con Dios, a meditar en la sagrada Escritura y a leer algún libro útil y formativo».

Por tanto, no convirtamos las vacaciones en mero entretenimiento o diversión. No hay verdadero descanso sin oración y sin contemplación. Al orar se presenta el redescubrimiento de la comunidad, como lugar privilegiado en el que Dios se da a conocer y habla, la cual muchas veces abandonamos por motivos de trabajo o de estudio.

La frecuente participación en la celebración Eucarística dominical ayuda a sentirse parte viva de la comunidad eclesial, aún cuando se está fuera de la propia parroquia. Por eso, dondequiera que nos encontremos, en estos días de vacaciones escolares, acudamos a la celebración de la Eucaristía, ya que siempre necesitamos alimentarnos del pan de la Palabra y del Pan vivo bajado del cielo.