martes, 28 de junio de 2011

LA SOLUCIÓN A LA VIOLENCIA NO VENDRÁ DE UN ILUMINADO

LA SOLUCIÓN A LA VIOLENCIA
NO VENDRÁ DE UN ILUMINADO

Comunicado de Prensa del  26 de Junio de 2011 presentado por el  Pbro. José Juan Sánchez Jácome, Director de la Oficina de Comunicación Social de la Arquidiócesis de Xalapa.

En Veracruz y en México tenemos pueblos y tradiciones con una profunda vocación de paz y fraternidad. La vida y la historia de nuestros pueblos estaban cimentadas por un ambiente de confianza, hospitalidad, amistad y apertura a los demás. Las irrupciones de la violencia y las actividades ilícitas del crimen organizado han venido a trastornar la vida pacífica de estos pueblos y están provocando una especie de involución moral, así como pérdida de identidad.

Como está sucediendo en otros puntos del país, en Veracruz ya no podemos decir que todo está bajo control. Las familias ya no se sienten cómodas y han venido cambiando muchos de sus hábitos. Al visitar o dialogar con amigos y familiares de otras localidades el tema recurrente es la inseguridad y se hacen diversas sugerencias acerca de lo que hay que hacer, de lo que hay que evitar y de cómo hay que salir adelante en este clima de inseguridad.

Al vivir de manera constante situaciones que nos han quitado la paz y la tranquilidad comenzamos a preguntarnos sobre la solución a esta difícil problemática. ¿Cómo saldremos de esta crisis? ¿De dónde vendrá la solución?

Para responder a este cuestionamiento, que refleja el profundo anhelo de volver a vivir en paz y de recuperar la vocación de nuestros pueblos, se escuchan diversas respuestas que todavía no han logrado ser estructuradas. La sociedad civil demanda a las autoridades y a los políticos un mayor compromiso y honestidad, así como el mejoramiento de las estrategias. Por su parte, también las autoridades hacen constantes llamados a la sociedad civil para que participe activamente en esta lucha que nos necesita a todos.

Por lo tanto, nos va quedando claro que la solución no vendrá de un iluminado, ni mucho menos de un partido político. Se comenzarán a revertir los efectos de esta profunda crisis social si aprendemos a trabajar de manera coordinada y si cada quien asume su propia responsabilidad: las autoridades, los políticos, las escuelas, las Iglesias, los medios de comunicación y la sociedad en general.

En otros tiempos, no muy lejanos, la Iglesia en Veracruz fue un factor determinante en la pacificación de pueblos y familias que vivían confrontados. Hay testimonios sorprendentes de todo lo que lograron sacerdotes, religiosas y laicos en esta labor de pacificación a la luz del Evangelio. Al tener un encuentro con Jesucristo, los hombres conocieron otra manera de vivir y desistieron de la violencia y de la venganza. Si bien muchos no se hicieron santos, por lo menos comenzaron a vivir de manera más humana.

Evocando estos tiempos y tratando de asumir su propia responsabilidad histórica la Iglesia de Xalapa se compromete una vez más a reforzar sus programas de formación sin desconocer las tristezas, las angustias, los dolores y todo lo que está provocando en nuestras familias este clima de inseguridad. Nos toca acompañar a las personas que han perdido a sus seres queridos porque fueron asesinados o porque están desaparecidos; a las familias que sufren a consecuencia de las secuelas que han dejado los secuestros y las extorsiones; y a todos los que buscan sinceramente a Dios para encontrarle un sentido a su vida en medio de este clima tan adverso.

Al retomar con mayor vigor nuestra labor de formación y de acompañamiento espiritual, tenemos en cuenta la situación de indefensión de los jóvenes que son víctimas de la mentalidad consumista y hedonista, que socava los fundamentos de su existencia, y de las diversas provocaciones del crimen organizado.

La Iglesia conoce, a lo largo de su historia, lo que significa luchar y salir adelante en situaciones adversas, no porque tenga el poder para hacerlo sino porque cuenta con la presencia de Jesucristo que prometió estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Esta es la convicción que la Iglesia quiere compartir a los que sufren de diversas maneras: Dios está del lado de los pobres y de los que sufren; el mal no tiene la última palabra en esta historia porque Dios ha decidido actuar a nuestro favor a través de la paz y la libertad que nos ha traído Nuestro Señor Jesucristo.