miércoles, 1 de junio de 2011

HOMILÍA DE MONS. RAFAEL PALMA CAPETILLO EN ASAMBLEA DE LA CEM


“ÉL LOS IRÁ GUIANDO A LA VERDAD PLENA”

Homilía de Mons. José Rafael Palma Capetillo, Obispo Auxiliar de Yucatán y  Presidente de la CEVyM, al iniciar el segundo día de actividades de la XCI Asamblea Plenaria de la CEM, hoy miércoles 1 de Junio de 2011.

Muy queridos hermanos en el Episcopado; hermanos sacerdotes, personas consagradas y fieles laicos que participan y colaboran en la realización de la XCI Asamblea de los obispos mexicanos. Un saludo particular a los Padres Rectores, representantes de aquellos hermanos nuestros a quienes hemos confiado la formación de los futuros sacerdotes.

En primer lugar, desde el inicio del mes de junio, nos unimos a la acción de gracias de Su Santidad Benedicto XVI, quien celebrará en la próxima festividad de los santos apóstoles Pedro y Pablo su sesenta años de vida sacerdotal. En realidad, con un acento especial, en esta Asamblea reflexionamos y hacemos oración por el don del sacerdocio ministerial, confiado a nosotros y a muchos hermanos colaboradores nuestros, pidiendo confiadamente a Dios que lo que inmerecidamente hemos recibido se transforme en un digno y fiel testimonio de servicio y caridad pastoral.

En efecto, en esta Asamblea que Dios nos permite compartir, asumimos el tema del Sacerdocio y Seminarios, con la consideración de su importancia para toda la Iglesia y para el corazón de cada sucesor de los apóstoles. La Palabra de Dios que hoy compartimos, en el contexto de la Pascua y cercanos a la fiesta de Pentecostés, contiene un elocuente e iluminador mensaje.

Areópagos

La Palabra de Dios nos recuerda que Pablo dijo en el Areópago de Atenas: “Yo vengo a anunciarles a ese Dios que ustedes veneran sin conocerlo” (Hech 17,22-31).

“Pablo, después de haber predicado en numerosos lugares, una vez llegado a Atenas se dirige al areópago donde anuncia el Evangelio usando un lenguaje adecuado y comprensible en aquel ambiente El areópago representaba entonces el centro de la cultura del docto pueblo ateniense, y hoy puede ser tomado como símbolo de los nuevos ambientes donde debe proclamarse el Evangelio. El primer areópago del tiempo moderno —señalaba sabiamente el beato Juan Pablo II— es el mundo de la comunicación, que está unificando a la humanidad y transformándola en una «aldea global». Los medios de comunicación social han alcanzado tal importancia que para muchos son el principal instrumento informativo y formativo, de orientación e inspiración para los comportamientos individuales, familiares y sociales. Las nuevas generaciones, sobre todo, crecen en un mundo condicionado por estos medios… No basta usarlos para difundir el mensaje cristiano y el Magisterio de la Iglesia, sino que conviene integrar el mensaje mismo en esta «nueva cultura», creada por la comunicación moderna. Es un problema complejo, ya que esta cultura nace, aun antes que de los contenidos, del hecho mismo de que existen nuevos modos de comunicar con nuevos lenguajes, nuevas técnicas, nuevos comportamientos sicológicos. Pablo VI decía que: «la ruptura entre Evangelio y cultura es sin duda alguna el drama de nuestro tiempo» [1]; y el campo de la comunicación actual confirma plenamente este juicio.

Existen otros muchos areópagos del mundo moderno hacia los cuales debe orientarse la actividad misionera de la Iglesia. Por ejemplo, el compromiso por la paz, el desarrollo y la liberación de los pueblos; los derechos del hombre y de los pueblos, sobre todo los de las minorías; la promoción de la mujer y del niño; la salvaguardia de la creación, son otros tantos sectores que han de ser iluminados con la luz del Evangelio. Hay que recordar, además, el vastísimo areópago de la cultura, de la investigación científica, de las relaciones internacionales que favorecen el diálogo y conducen a nuevos proyectos de vida. Conviene estar atentos y comprometidos con estas instancias modernas. Los hombres se sienten como navegantes en el mar tempestuoso de la vida, llamados siempre a una mayor unidad y solidaridad: las soluciones a los problemas existenciales deben ser estudiadas, discutidas y experimentadas con la colaboración de todos” [2].

Nos admira y motiva el ejemplo de apóstol Pablo, por su espíritu misionero y su empeño para fundar numerosas comunidades, presididas en la fe por los pastores a quienes el apóstol de las naciones formó y acompañó para ayudarlas a madurar.

Sabiduría y valentía

A estos importantes areópagos nos toca acudir con prontitud y firmeza de ánimo, para proclamar el mensaje de Cristo junto con nuestros sacerdotes. Pedimos a Dios la sabiduría y valentía del apóstol de las naciones para hablar “a tiempo y a destiempo” [3]. Como Pablo, debemos aprender a anunciar el Evangelio en los areópagos actuales y valorar también el diálogo personal tan necesario y signo elocuente de caridad pastoral.

Jesucristo promete a sus discípulos en la Última Cena que: “Cuando venga el Espíritu de verdad, Él los irá guiando a la verdad plena” (cf Mt 16,12-15). El mensaje de esta Asamblea es 100% sacerdotal, vocacional y pastoral. Necesitamos siempre más luz y fuerza, invocando confiadamente al Espíritu Divino.

Ante algunos signos lamentables, que no podemos comprender del todo –así lo advirtió Jesús–, como la poca respuesta vocacional en algunos ambientes, la deserción de algunos ministros consagrados y situaciones que han llamado la atención o causado escándalo, el mensaje del Señor Resucitado siempre es de amor y de esperanza, de paciencia y de fortaleza, de confianza y de paz. Son mucho más los signos de servicio, de fidelidad y de bendición que tenemos que agradecer a Dios.

Acudimos con devoción a María, Madre del Sumo y Eterno Sacerdote, la cual nos sigue enseñando a abrir nuestro corazón a la gracia y fuerza del Santo Espíritu y nos invita a proclamar, con sencillez y alegría, la grandeza de la obra de Dios. Esta obra la reconocen y admiran nuestros fieles laicos, cuando acuden a nuestros hermanos sacerdotes, instrumentos de la gracia y el amor de Jesús. Que por la intercesión de María santísima, quien se adelanta a toda la Iglesia en el camino de la fe y la salvación, todos caminemos en la alegría de la fe y la fidelidad en el servicio a Cristo en los hermanos.

Casa-Lago, Cuautitlán, miércoles 1 de junio de 2011.

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[1] PABLO VI, Exhortación Evangelii nuntiandi, 20.
[2] JUAN PABLO II, Encíclica Redemptoris missio, Roma 7 diciciembre 1990, 37.
[3] 2Tim 4,2.