viernes, 24 de junio de 2011

GOBERNAR EN PRO DE LA DIGNIDAD HUMANA


GOBERNAR EN PRO DE LA DIGNIDAD HUMANA

Artículo de la Oficina de Prensa de la Conferencia del Episcopado Mexicano.

La Iglesia recuerda en este día, 22 de Junio, el martirio y la vida de santo Tomás Moro, de quien brota un mensaje para los hombres de todos los tiempos sobre la inalienable dignidad de la conciencia, y quien es fuente de inspiración para el ejercicio de una política que tiene como fin supremo el bien y el servicio a la persona humana.

Tomás Moro, proclamado santo Patrono de los Gobernantes y de los Políticos por Juan Pablo II en el año 2000, iluminó con su vida la necesidad de que el mundo de la política y la economía camine hacia la verdad en todo tiempo y más en el actual, donde nos toca afrontar innumerables desafíos y graves responsabilidades.

Los fenómenos económicos están modificando las estructuras sociales, lo mismo sucede con las conquistas científicas, sobre todo en el campo de las biotecnologías que nos apremian y nos exigen defender la vida humana en todas sus expresiones; mientras las promesas de una nueva sociedad, propuestas con buenos resultados a una opinión pública desorientada, exigen con apremio opciones políticas claras en favor de la familia, los jóvenes, ancianos y marginados.

Quienes nos gobiernan y quienes buscan obtener este derecho, deberán optar por el riguroso imperativo moral de ver por los más necesitados de nuestra sociedad, fomentar y practicar el sentido de equidad, de defender los intereses de la Institución Familiar, y atender con urgencia la educación integral de las actuales y futuras generaciones.

Servir y respetar a la persona humana implica que los gobiernos generen y apliquen leyes de acuerdo a la dignidad de la persona. Así mismo propiciar las estrategias que lleven al crecimiento y desarrollo de todos los campos donde se desenvuelve el ser humano, donde todos participen y tengan las mismas oportunidades.

Nuestra sociedad actual necesita mujeres y hombres con un liderazgo como el santo que hoy veneramos, Santo Tomás Moro, que supo poner la verdad y la justicia por encima de sus propios intereses. Un hombre de libertad que no dudó en entregar su vida en aras de que otros pudieran alcanzarla en su plenitud. Ni la comodidad, ni los títulos, ni el dinero fueron obstáculo para salvar su propia dignidad. Solamente un hombre de fe y confianza en Dios es capaz de superar cualquier arbitrariedad humana.