martes, 14 de junio de 2011

ALIMENTO Y MEDICINA QUE TODOS NECESITAMOS


ALIMENTO Y MEDICINA
QUE TODOS NECESITAMOS

Artículo de Mons. José Luis Chávez Botello, Arzobispo de Antequera-Oaxaca.

Todos lamentamos y sufrimos el grave deterioro de la vida y de nuestra sociedad; hoy, con motivo de la fiesta del Espíritu Santo, quiero referirme a un medio absolutamente indispensable en la vida de toda persona y fundamental en la solución de conflictos: la buena comunicación.

En el corazón de muchos problemas humanos y de los conflictos sociales está una deficiente o mala comunicación; lo constatamos en la familia, entre vecinos, en la política, en la educación y en el campo del trabajo. También constatamos que no son los conocimientos teóricos ni la información abundante lo que garantiza automáticamente la comunicación constructiva y una vida de calidad.

La buena comunicación es el medio indispensable en la información, en toda tarea educativa, en el aprendizaje de cualquier oficio, en la familia, en la amistad, para convivir en la justicia y en la paz; es un alimento y medicina que todos necesitamos; de aquí la importancia de rescatar y de fortalecer el sentido y la finalidad de la comunicación humana en todos los campos.

La verdad, el bien y la unidad son como el motor y los pilares de la comunicación humana; a nadie estimula comunicarse o escuchar a mentirosos, encontrarse con ladrones y criminales, convivir con quienes inyectan desconfianza y dividen. Cuando en la comunicación se omite la verdad surgen las mentiras y se propagan rumores que alimentan confusión y desconfianza; la ausencia de la búsqueda del bien en la comunicación propicia y fortalece manipulación, egoísmos y ambiciones sin importar el daño que se cauce a los demás; cuando se excluye la sana relación interpersonal aparecen las críticas, las ofensas, la división y la violencia.

La buena comunicación responde a las necesidades y anhelos más profundos de toda persona: la búsqueda y crecimiento en la verdad, las relaciones interpersonales que fomenten cercanía y confianza, la búsqueda y el compartir el bien ya sea material, espiritual o moral. Por su sentido y finalidad, la buena comunicación no es un simple medio entre muchos sino parte integrante de la vida humana. Sin buena comunicación nunca tendremos calidad de vida ni nos realizaremos.

La buena comunicación estimula a compartir no solo ideas o información sino sentimientos, convicciones, preocupaciones, anhelos y hasta lo más íntimo de la persona. Por eso la buena comunicación tranquiliza y fortalece, une, fomenta amistades, sustenta compromisos vitales y alimenta la esperanza. La sinceridad, la escucha y el respeto son las reglas fundamentales de la comunicación; si no las respetamos nunca solucionaremos los problemas, nos deshumanizaremos y nos destruiremos cada vez más. Lograr una buena comunicación está al alcance de todos pero exige cimentarla en la autenticidad y en la coherencia de vida y, por lo mismo, demanda esfuerzo cotidiano y permanente hasta lograr llegue a ser nuestro pan de cada día con la ayuda del Espíritu Santo.

Mi reconocimiento y aprecio a los buenos comunicadores de los Medios de Comunicación, de la educación, de la sociedad, de la familia; ustedes no solo transmiten ideas sino que pueden levantar, humanizar a personas y a la misma sociedad.