viernes, 13 de mayo de 2011

LOS GRUPOS PARROQUIALES


LOS GRUPOS PARROQUIALES

Artículo de JB Zilli,  publicado en la sección Rajas y rajitas de la edición del domingo  8 de Mayo de 2011 del Semanario Alégrate, de la Arquidiócesis de Xalapa

Ya alguna vez hemos hablado de la necesidad de los grupos en una parroquia y de la libertad que cada cristiano tiene para formar parte de un grupo o no.

Pero de todos modos, seguimos pensando que quienes forman parte de un grupo tienen mayor posibilidad de madurar en la fe y en la vida cristiana, de conocer a los hermanos y sus necesidades. Nos referimos, de manera especial, a los coros o grupos juveniles.

Los grupos de jóvenes

Nos maravilla ver en todas partes grupos de jóvenes que, con sus instrumentos y sus voces, animan a las comunidades. Si alguno se acuerda del órgano, o armonio, del cantor ronco y malentonado que era lo único que animaba las «misas cantadas», verá que el cambio ha sido muy grande.

Cantar por cantar

Pero a veces parece que los grupos juveniles no tienen toda la espiritualidad que uno esperaría de su oficio tan cercano a lo sagrado. Sería un cantar por cantar. Y esto conlleva una frivolidad y una serie de intrigas y divisiones que están lejos de lo que es una comunidad cristiana. Hace falta mucha más formación.

Conocer a otros grupos

También hace falta conocer a los grupos juveniles de otras comunidades y tomar conciencia, una gran conciencia del papel que se desarrolla en favor de la comunidad. Esto último significa no nada más llegar a convicciones personales, sino, en efecto, lograr que el grupo esté al servicio de todos los fieles, que deben responder por lo menos con el estribillo repetido una y otra vez.

No es nada nuevo

No es nada nuevo esto del estribillo, porque es precisa y literalmente la antífona o salmo responsorial, que desde siempre ha estado en la liturgia y que, por desgracia, pasó a ser una lectura común y corriente, cuando en realidad debe ser cantada.

Los dirigentes

Los dirigentes, o líderes, de estos grupos deben ser elegidos democráticamente y han de cargar sobre sus hombros la unidad y la paz para que todo marche bien. Han de cuidarse de las envidias y divisiones que nunca faltarán, porque sólo en la gloria de Dios estaremos sin pecado.