lunes, 2 de mayo de 2011

LOS PRIMEROS PASOS DE MI PEREGRINAR ME TRAEN A TÍ, MARÍA


CAMINAR CON JUAN PABLO II

Artículo de Mons. José Luis Chávez Botello, Arzobispo de Antequera-Oaxaca.

El mundo cristiano cuenta con un nuevo beato en la persona de Juan Pablo II; en él, los mexicanos tendremos sin duda un estímulo y un intercesor muy especial. Esto comporta no solo invocarlo en nuestras necesidades sino principalmente recoger su mensaje que mucho necesitamos en este momento histórico que vivimos.

¿Qué fue lo que hizo Juan Pablo II para abrir puertas y entrar en el corazón de muchos pueblos especialmente de México? Sin duda su fe sólida que hacía sentir a Dios y daba seguridad; también el que siempre se mostró muy humano con una cercanía que irradiaba cariño en todos sus gestos y palabras. Lo que había vivido en su patria lo hizo sensible y cercano al pueblo mexicano: la honda religiosidad y el amor a la Iglesia, la persecución, el rol de la Santísima Virgen en la salvaguarda de la unidad nacional en los momentos más difíciles de la historia de ambas naciones. Nadie previó que el Papa y el pueblo de México se iban a meter tanto en el corazón mutuamente. Recojamos algunas de sus palabras:

“Los primeros pasos de mi peregrinaje, como sucesor de Pedro, me traen a Tí María”; así imploraba la ayuda maternal de Santa María de Guadalupe confiándole su Pontificado. En 1990, al despedirse: “Me despido pero no les digo adiós, me quedo con ustedes porque les llevo en mi corazón, mejor diría: mi corazón se queda en México”. En enero de 1999 convocó a los padres del Sínodo de América a los pies de la Virgen de Guadalupe para entregar la exhortación Ecclesia in América. En el evento festivo del Estadio Azteca le escuchamos: “hoy me puedo sentir mexicano; debo sentir: tú eres mexicano”.

En México su presencia fortaleció la vida cristiana, impulsó las vocaciones sacerdotales y la vida consagrada, dinamizó la pastoral de la familia y de jóvenes, alentó la misión de los políticos y líderes sociales. Su presencia y palabras impulsaban al espíritu de unidad y de esperanza contribuyendo a que todos buscaran hacer de su país una patria mejor. El escritor Octavio Paz afirmaba: “los viajes de Juan Pablo II han sido un testimonio del renacimiento del cristianismo, que muchos sociólogos se han obstinado en negar, pero que siempre hemos reconocido los poetas”.

¿Qué lo llevó tan pronto a ser declarado beato? Su fe sólida con una caridad abierta a toda la humanidad y su incansable espíritu misionero, nada le parecía imposible; visitó países realmente hostiles al catolicismo y a su persona como cabeza visible; en 1983 visitó una iglesia luterana; entró a la sinagoga judía de Roma en 1986 y en Damasco oró en una mezquita musulmana en 1988; visitó el campo de concentración de Auschwitz donde oró por los miles judíos asesinados. Los 104 viajes apostólicos fuera de Italia y los 146 al interior de ese país, aunado a tantas iniciativas, nos hablan de su incansable espíritu misionero.
 
Queremos agradecer a Dios la vida y ministerio del beato Juan Pablo II e invocarlo como nuestro especial intercesor para fortalecer nuestra vida cristiana, para que nos alcance de Dios la paz en México y nos guíe para transitar en Oaxaca hacia una sociedad más responsable, justa y humana. Con esta finalidad procuremos, con la guía de los sacerdotes, que en todos los templos y capillas se bendiga y se exponga a veneración una imagen oficial y digna del nuevo beato.