domingo, 6 de marzo de 2011

UN CANTO A LA FUERZA DE LA VIDA, DEL AMOR Y DEL BIEN

NO TE DEJES VENCER POR EL MAL
Escrito por: Pbro. Fabricio Seleno Calderón Canabal.

Al momento de escribir estas líneas, aún me cuesta trabajo creer que sea verdad; quisiera que no fuera verdad; es casi imposible de creer. Llegué a pensar que en lugar del periódico leía una novela de terror…

El pasado jueves, por la mañana, mientras leía la edición de un periódico local, me tope con una noticia que me dejó estupefacto, sin aliento: “Abandonan a recién nacida”. Una y otra vez mi mirada iba del título de la nota a las fotos y al pequeño resumen que daba cuenta de que una bebé de horas de nacida «estaba tirada sobre una banqueta dentro de una bolsa».

«¡No puede ser verdad!», pensé mientras revisaba precipitadamente las ediciones de otros periódicos con la esperanza de que fuera una confusión. Entonces confirmé con horror que, efectivamente, la noticia era verdad y que había aparecido en todos los periódicos locales…

Aquella mañana del miércoles –dice la nota–, cerca de las cinco, una joven de 25 años que se había levantado contenta, se disponía a salir de su casa para dirigirse a su centro de trabajo como lo hacía cada mañana; fue al abrir la reja de su casa cuando a la mitad de la banqueta vio una bolsa para basura que llamó su atención.

Los quejidos que provenían de aquella bolsa negra de plástico le hicieron acercarse, asustada y temerosa, para abrirla y cerciorarse de su contenido. Al hacerlo «se llevó la sorpresa de su vida, al encontrar a una bebé de apenas horas de nacida, pues aún tenía el cordón umbilical pegado a la placenta».

Dime, amigo lector, ¿acaso no parece una historia macabra sacada de una novela de terror? ¿o de una pesadilla de la que uno quisiera despertar? Pero esta bolsa para basura estaba abandonada a las puertas de un domicilio en una colonia de ciudad del Carmen, Cam., por la que quizá diariamente caminan muchas personas.

¿Qué daño había hecho esta pequeña a quienes, pocas horas después de nacer, la abandonaron cruelmente? ¿Acaso querían que fuera devorada por los perros callejeros?,

Afortunadamente para esta pequeña, la joven que la encontró seguramente sabía que Dios ama a los hombres mucho antes de que nazcan, por lo que la tomó en sus manos y la condujo a su domicilio para, con ayuda de otras personas, limpiarla y darle los primeros auxilios; después dio aviso a la Cruz Roja y a las autoridades, siendo la recién nacida trasladada al Hospital General.

Al leer en la edición del viernes que la pequeñita está estable y fuera de peligro, con alguna lesión en el costado por el impacto al ser arrojada en la banqueta, me pregunto ¿cómo es posible que siendo tan pequeña, tan débil, tan indefensa pudo soportar el golpe de aquella bestialidad?

Por eso me he animado a escribir sobre este caso. La historia y la vida de esta pequeña recién nacida y abandonada es un canto de esperanza; es una señal de esperanza para todos, que Dios nos envía. Pues si ella, siendo una criatura tan pequeñita, tan vulnerable, fue más fuerte que los despiadados que la abandonaron en la calle, nosotros tampoco podemos darnos por vencidos ante quienes apuestan por la violencia, la inseguridad y el crimen.

La historia de esta pequeña recién nacida y abandonada es un canto a la fuerza de la vida, del amor y del bien. Es una señal de que el bien en nuestro México tiene muchas posibilidades de vencer sobre el mal. «No te dejes vencer por el mal; por el contrario, vence al mal a fuerza de bien» (Rm 12,21).

Estamos llamados a realizar cosas extraordinarias, como es extraordinario el coraje de esta pequeñita para aferrarse a la vida y no rendirse ante el desamor y la violencia, como es extraordinaria la fuerza del amor, porque nace de lo profundo de la persona que se sabe amada por Dios y quiere ser reflejo y expresión de ese amor del Padre que nos abraza a todos.

En cambio, el mal, a pesar de las apariencias, siempre será débil. El odio brota del miedo; la ofensa tiene necesidad de la venganza. Por el contrario, el amor es la única fuerza capaz de cortar de raíz la espiral de la violencia. «No te dejes vencer por el mal; por el contrario, vence al mal a fuerza de bien».
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