sábado, 12 de marzo de 2011

MENSAJE CON MOTIVO DEL DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER

 
A todas las mujeres de México:

El tema de la dignidad de la mujer y su influencia en la sociedad ha adquirido en los últimos años, un peso significativo. Con ocasión del Día Internacional de la Mujer, los invito a reflexionar sobre tres dimensiones de la identidad y vocación de la mujer: como madre, como esposa, como cabeza de familia.

La maternidad implica una apertura especial de la mujer hacia la nueva persona que comienza a gestarse en sus entrañas. En dicha apertura, esto es, en el concebir y dar a luz un hijo, la mujer se realiza a través del don sincero de sí misma. La maternidad de la mujer, en el período comprendido entre la concepción y el nacimiento del niño, confirma plenamente que la misma constitución física de la mujer y su organismo tienen una disposición natural para la maternidad. Al mismo tiempo, la maternidad conlleva una comunión especial con el misterio de la vida que madura en el seno de la mujer. Aceptar el embarazo, es aceptar y amar al hijo que se lleva en el seno como persona y crear una actitud de respeto y admiración hacia el ser humano, no sólo hacia el propio hijo(Cfr. MD 18).

El amor conyugal, gracias al cual el varón y la mujer unen sus vidas para constituir un hogar, implica una reciprocidad no solamente en el amor, sino en su condición de personas. Cada uno, en el amor esponsal, es imagen y semejanza de Dios y posee una igual dignidad, aunque diversa en cuanto al género. El libro del Génesis (2,18-25) habla de hacerle al varón una “ayuda” adecuada. Podemos entender estas palabras en el sentido de que la mujer debe “ayudar” al hombre, así como éste debe ayudar a aquella. Se trata de una ayuda mutua que expresa la comunión de los esposos. Es cierto, por otra parte, que dentro de la misma comunidad conyugal, cada uno puede jugar un rol diverso, pero complementario. También es cierto que si bien la crianza de los hijos compete a ambos, el acompañamiento de la mujer es decisivo en la formación de la persona tanto a nivel humano, moral, intelectual y espiritual; constituye un pilar en la familia(Cfr. DA 433; MD 23-27).

No podríamos olvidar en una ocasión tan significativa, a tantas mujeres que por circunstancias diversas de la vida se han convertido en “cabeza de familia”. Esto es, son las responsables inmediatas de proveer las necesidades de su hogar, lo cual implica la ardua tarea del trabajo y la crianza de los hijos sin contar con el respaldo ordinario de la autoridad del papá. En esta situación se encuentran una cantidad, no poco numerosa, de viudas, madres solteras, divorciadas y mujeres que han sido abandonados por su esposo. La actitud de Jesús en relación con las mujeres indefensas que se encuentra a lo largo del camino de su servicio mesiánico, revela la compasión de Dios y el reconocimiento de su dignidad. Recorriendo las páginas del Evangelio pasan ante nuestros ojos un gran número de mujeres, de diversa edad y condición. Nos encontramos con mujeres aquejadas por la enfermedad o por sufrimientos físicos(Cfr. Mc. 5,27); mujeres que han perdido un hijo((Cfr. Lc. 7,13); mujeres viudas y desamparadas(Lc.21, 1-4); mujeres señaladas como pecadoras públicas y adúlteras; mujeres sorprendidas en flagrante adulterio. Todas ellas, cada una según su necesidad, fue curada por Jesús.

En este día tan especial queremos pedirle a Dios que les bendiga, cuide, proteja y acompañe. También queremos invitar a todos los bautizados, cristianos, hombres y mujeres de buena voluntad a elevar una plegaria por todas las mujeres de México y del Mundo. ¡Muchas felicidades en este Día Internacional de la Mujer!

En Cristo Buen Pastor

Mons. Francisco Javier Chavolla Ramos
Obispo de Toluca
Responsable de la Dimensión Episcopal de familia
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