martes, 1 de febrero de 2011

PEREGRINACIÓN AL CUBILETE

JÓVENES POR UN MÉXICO NUEVO

Artículo escrito por: Mabel Salinas, colaboradora de Yoinfluyo.com


El pasado 29 de enero, justo dos días antes de que un colectivo de Organizaciones No Gubernamentales (ONG) entregará al Comité de los Derechos del Niño de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) un reporte que indica que hay entre 25,000 y 30,000 adolescentes vinculados con la guerra del narco, otros tantos levantaron su voz para hacer un llamando a la esperanza.

Fueron 30,000 los jóvenes que se congregaron en el cerro del Cubilete este año, según datos difundidos por Testimonio y Esperanza, organizadores de la peregrinación anual juvenil, que en esta ocasión se ofreció por la paz en México.

"Hoy Cristo se hace presente a través de la persona de 30,000 jóvenes que creen en Cristo, que buscan a Cristo, que abren su corazón a Él. Que se han enamorado de Él", señaló al nuncio apostólico de México, Christophe Pierre, durante la misa ofrecida en la montaña de Cristo Rey, en Silao, Guanajuato.

Bajo el grito de "Firmes en la fe, alcanzamos la paz", las voces de los peregrinos, de la jerarquía de la Iglesia ahí reunida y de comunicadores de medios de diversos puntos del país, resonaron en Guanajuato, con la esperanza de que México las escuche y las haga vida.

En ese sentido, el representante de la Santa Sede en el país invitó a los jóvenes a "que con su testimonio atraigan a nuevos discípulos que a su vez se conviertan en testigos de la presencia salvífica de Cristo en el mundo. Sólo Él es capaz de responder a la espera de nuestro corazón y de hacerlo feliz".

Igualmente, exhortó a los jóvenes provenientes de diversos puntos de la República Mexicana, como Coahuila, Veracruz, Guadalajara, Monterrey, Oaxaca, Distrito Federal, Guanajuato, Durango, Chihuahua y Yucatán, entre otros, a no tener miedo y a abrirle las puertas a Cristo.

A lo largo de la homilía reiteró en numerosas ocasiones la importancia de cosechar la fe, en especial en tiempos como los que se viven, cuando ésta se encuentra aletargada, dormida.

"No hay mayor tesoro que podamos ofrecer a nuestros contemporáneos (.). La fe hace la vida más humana, más intensa, más digna de ser vivida (.). Dios no es antagonista del hombre, no es enemigo de la libertad, sino el único capaz de exaltar su dignidad y su libertad salvándolo", enfatizó el nuncio.

El pasado 29 de enero, México y su juventud pidieron por la paz y, bajo los rayos de un sol incandescente, escucharon la invitación a ser "peregrinos de la verdad" y "abrazarla con todas sus consecuencias, porque es gracias a la verdad acogida en la fe que podemos alcanzar la paz", puntualizó el jerarca.

Christophe Pierre definió al cristianismo como un acontecimiento, del cual se deriva la misma peregrinación. "El modo en que Dios ha entrado en relación con nosotros para salvarnos es un acontecimiento, no un pensamiento, no un sentimiento malicioso, es algo que pasa en nuestra vida, el Señor viene a encontrarnos", afirmó.

También destacó el momento que vive la Iglesia Católica, cuando muchos católicos viven su fe "en medio del acoso, de la persecución y de la mentira de quienes rechazan a Cristo". Suceso al que definió como un reto para mantenerse firmes, para, eventualmente, transformar a la sociedad.

Recordó a los peregrinos que deben ser testigos de la esperanza cristiana y hacer una vocación de ello, por lo que tienen la tarea de dar testimonio de su fe para que el mundo crea en Jesús, escuche su voz, y de esta forma sea más humano y tenga paz.

Además de centrarse en un llamado a la no violencia, en la celebración eucarística también se pidió por los gobernantes y líderes sociales para que sirvan al país con generosidad y se comprometan en la defensa de la justicia, la vida y la familia, y por la juventud, para que dé un verdadero testimonio de paz con sus acciones.

Entre las oraciones, tuvo especial eco la petición por "México, para que sea fiel a su identidad católica y coherente con su fe para que así podamos construir la paz y la civilización del amor".

Asimismo, los peregrinos pidieron, entre otras cosas, por el papa Benedicto XVI, el aumento de las vocaciones, y los más necesitados, los que sufren, los enfermos, y quienes carecen de esperanza.

El nuncio apostólico agradeció que los jóvenes no se quedaran en sus casas, sino que acudieran al encuentro con Jesús y le mostraran su adhesión. Y vaya si lo hicieron durante las horas de la madrugada en las que aguardaron a que se iniciara la peregrinación, las casi tres horas que les tomó subir la montaña de Cristo Rey y las cerca de dos horas que duró la celebración eucarística.

A pesar del calor y del cansancio, las porras, los cánticos y los vítores a Cristo Rey no cesaron, sino que al final culminaron en una sinergia entre los jóvenes peregrinos y la jerarquía eclesiástica, quienes dieron por terminado el día dedicado al carpintero que murió en la cruz, postrándose ante el Santísimo. Fue un sábado de devoción.

Los jóvenes mexicanos se mostraron como enamorados y cautivados por Cristo y sus enseñanzas; 30,000 almas le aplaudieron, le cantaron y gritaron a todo pulmón un mensaje en su nombre para México: "Firmes en la fe, alcanzamos la paz".
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