EL PADRE RICHARD L. CLIFFORD
Artículo de Herminio José Piña Valladares, Presidente de la Asociación Católica de Abogados, publicado en la Página Editorial Local de la edición del domingo 6 de Febrero de 2011 del Diario de Yucatan.
Hay personas que dejan huella, trascienden por sus actividades, son un faro de luz por sus pensamientos, que por sus escritos, que son gotas de reflexión. Tal es el caso del padre Richard Clifford, sacerdote misionero de Maryknoll, quien en este año cumple 58 años de vida sacerdotal y más de 80 años de edad.
En la actualidad ejerce su ministerio y es asesor espiritual de varios grupos apostólicos; pertenece a la Pastoral de la Salud y colabora en la Pastoral del Amor.
Conocimos al padre Richard hace varios años en las celebraciones eucarísticas de Semana Santa, en el albergue de Pastoral del Amor que coordinan las Hermanas Concepcionistas al Servicio de los Pobres. Al participar en los actos litúrgicos de Semana Santa con él, se reafirmó nuestra fe en Jesucristo, creemos en un Cristo vivo y resucitado.
Escuchar y meditar las homilías del padre Clifford y sobre todo las dirigidas a los niños con capacidades especiales del albergue es atestiguar la ternura y paciencia con que se dirige a ellos y cómo les da la sagrada comunión con mucho cariño, como un padre se dirige a sus hijos.
El padre Richard decidió ser sacerdote religioso en la congregación de los Misioneros de Maryknoll y fue ordenado el 13 de junio de 1953. Ha enfocado gran parte de su misión en conocer y relatar el lado humano de las cosas, enseñando primeramente en el Seminario San Ambrosio que la congregación de Maryknoll dirigía en el altiplano, en Puno, Perú.
Después, en 1957, fue transferido a Lima, la capital peruana, donde además de realizar una variedad de trabajos sociales inició una de las pasiones que lo ha acompañado en su vida misionera: escribir. Por seis años publicó la columna diaria El Toque Humano en La Prensa, uno de los periódicos peruanos más importantes de la época.
Fue enviado a Mérida en 1980 como párroco asistente de la iglesia de San Sebastián, donde semanalmente continuó su columna El Toque Humano en el Diario de Yucatán. El padre Clifford siempre se ha preocupado por las necesidades físicas y espirituales de las personas; por eso, con ayuda de los voluntarios de la Asociación San Vicente de Paul, constituyó un patronato para establecer comedores que ofrecen almuerzo diario a 80 menores de la colonia. El almuerzo es quizás el único o el mejor alimento que muchos de estos niños reciben en el día.
El padre Richard recuerda una anécdota que sucedió una mañana en el comedor, con una niña que recibió un plato de comida con cinco tacos y sólo comió tres. Él le pregunto si no tenía hambre y ella respondió: "Es que vi a una señora muy pobre en la calle y le voy a llevar dos tacos para que almuerce". Son reflexiones que se quedan grabadas en el corazón y nos recuerdan la bondad y benevolencia que existe en el ser humano.
Hace unos meses un joven me contó una experiencia que tuvo una mañana de primavera; había decidido confesarse; acudió a San Sebastián y preguntó a la secretaria por el padre Richard; ella le dijo que estaba ocupado, pero averiguaría si en la noche lo podría confesar.
A los pocos minutos se escuchó la voz del sacerdote desde la oficina que le decía a la señorita: "Inmediatamente, sobre todo si se trata de un muchacho", y que le indicara que fuera al confesionario. El presbítero lo escuchó pacientemente durante más de media hora, de inmediato le dio consejo con palabras paternales y le dio la absolución; luego lo acompañó a la sacristía, lo bendijo, le echó agua bendita y le dijo: "Dios es un padre amoroso y te perdona tus pecados".
En ese momento, comentó el joven, sintió como en la parábola del hijo prodigo cuando el Padre con los brazos abiertos recibe al hijo que malgastó la fortuna, pero regresó arrepentido. Esta anécdota nos muestra la personalidad del misionero Clifford, quien posee virtudes y carismas, y es un excelente confesor.
El padre Richard cumple este 2011 más de 80 años; es un ejemplo de vida sacerdotal, pues a pesar de su edad, de sus limitaciones físicas y su delicado estado de salud es un ejemplo por sus actividades apostólicas y por sus artículos periodísticos, que son gotas de reflexión para todos los yucatecos.
Que Dios lo conserve muchos años en su ministerio sacerdotal, para que con su apostolado y misión muestre con hechos y actos el amor de Jesucristo en esta tierra del Mayab.
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