sábado, 14 de agosto de 2010

HOMILÍA DE MONS. RAMÓN CASTRO CASTRO

HOMILÍA PARA LA SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN
DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA
15 de Agosto de 2010


Del Evangelio según san Lucas 1, 39-56:


«En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, y entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la criatura saltó en su seno.

Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo y levantando la voz, exclamó: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”.

Entonces dijo María: “Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava.

Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede. Santo es su nombre y su misericordia llega de generación en generación a los que lo temen.

Ha hecho sentir el poder de su brazo: dispersó a los de corazón altanero, destronó a los potentados y exaltó a los humildes. A los hambrientos los colmó de bienes y a los ricos los despidió sin nada.

Acordándose de su misericordia, vino en ayuda de Israel, su siervo, como lo había prometido a nuestros padres, a Abrahám y a su descendencia, para siempre”.

María permaneció con Isabel unos tres meses, y luego regresó a su casa». Palabra del Señor.

INTRODUCCIÓN

Tenemos cuatro solemnidades del calendario litúrgico en las que María es protagonista: 1 de enero: la maternidad divina; 25 de Marzo: la Anunciación: 8 de diciembre, la Inmaculada Concepción; 15 de agosto, la Asunción. Este domingo: Celebramos el día de la Asunción de María al cielo. Es el último dogma definido en relación con María. En él proclamamos su triunfo, su resurrección, su vida en plenitud. El reino de Dios, con toda su grandeza y realidad ¡ha llegado para ella a su plenitud! Sabemos que la Asunción de María en cuerpo y alma al cielo es un Dogma de nuestra fe católica, expresamente definido por el Papa Pío XII hablando “ex-cathedra”.

Y ¿qué es un Dogma? Puesto en los términos más sencillos, Dogma es una verdad de Fe, revelada por Dios (en la Sagrada Escritura o contenida en la Tradición), y que además es propuesta por la Iglesia como realmente revelada por Dios. En este caso se dice que el Papa habla “ex-cathedra”, es decir, que habla y determina algo en virtud de la autoridad suprema que tiene como Vicario de Cristo y Cabeza Visible de la Iglesia, Su cuerpo no quedó sometido a la corrupción del sepulcro y que ha sido ya glorificado.

1.- ASUNCIÓN: FIESTA DE COLOR Y ESPERANZA

Toda la celebración de hoy tiene un color de victoria y de esperanza que nos va muy bien: en medio de un mundo sin demasiadas perspectivas, cuando, confuso en muchos aspectos, los cristianos celebramos la victoria de María, la Madre de Jesús y de la Iglesia, y nos dejamos contagiar de su alegría. - Una victoria en tres tiempos. La fiesta de la Asunción se puede decir que tiene tres niveles:

a).- La victoria de Cristo Jesús: Cristo Resucitado, tal como nos lo presenta Pablo, es el punto culminante de la Historia de la Salvación, del plan salvador de Dios. Él es la "primicia", el primero que triunfa plenamente de la muerte y del mal, pasando a la nueva existencia. El segundo y definitivo Adán que corrige la culpa del primero.

b).- La Virgen María, como primera cristiana, como la primera salvada por Cristo, participa de la victoria de su Hijo: es elevada también Ella a la gloria en cuerpo y alma. Ella, que supo decir su "sí" radical a Dios, que creyó en él y le fue plenamente obediente en su vida ("hágase en mí según tu Palabra"), es glorificada, como primer fruto de la Pascua de Jesús, asociada a su victoria. En verdad "ha hecho obras grandes" en Ella el Señor.

c).- Pero la fiesta de hoy presenta el triunfo de Cristo y de su Madre en su proyección a todos nosotros, a la Iglesia y en cierto modo a toda la humanidad. María, como miembro entrañable de la familia eclesial, condensa en sí misma nuestro destino. Su "sí" a Dios fue en cierto modo en nombre de todos nosotros. El "sí" de Dios a Ella, glorificándola, es también un "sí" a todos nosotros: nos señala el destino que Dios nos prepara a todos. La Iglesia es una comunidad en marcha, en lucha constante contra el mal: pero la Mujer del Apocalipsis, aunque directamente sea la Iglesia misma, es también de modo eminente la Virgen María, la Madre del Mesías y auxilio constante para la Iglesia contra todos los "dragones" que luchan contra ella y la quieren hacer callar.

Al celebrar la victoria de María, celebramos nuestra propia esperanza, porque como diremos en el prefacio: "ella es figura y primicia de la Iglesia que un día será glorificada; ella es consuelo y esperanza de tu pueblo, todavía peregrino en la tierra".

2. - FIESTA MAYOR DE ESPERANZA EN TIEMPOS DIFÍCILES

El evangelio de Jesús no sólo es no apreciado, sino muchas veces explícitamente marginado o perseguido. Pero hoy, y mirando a la Virgen, celebramos la victoria. La Asunción nos demuestra que el plan de Dios es plan de vida y salvación para todos y que se cumple, además de en Cristo, también en una de nuestra familia. La Asunción es un grito de fe en que es posible esta salvación. Es una respuesta a los pesimistas y a los perezosos. Es una respuesta de Dios al hombre materialista y secularizado que no ve más que los valores económicos o humanos: algo está presente en nuestro mundo, que trasciende de nuestras fuerzas y que lleva más allá.

El destino del hombre es la glorificación en Cristo y con Cristo. Todo él, cuerpo y alma, está destinado a la vida. Esa es la dignidad y futuro del hombre. Por eso en la Misa de hoy pedimos repetidamente que también a nosotros, como a la Virgen María, nos conceda "el premio de la gloria", que "lleguemos a participar con ella de su misma gloria en el cielo" (oración del día). Estamos celebrando nuestro propio futuro optimista, realizado ya en María.

3.- EL MAGNIFICAT, UN CANTO A FAVOR DE LOS SENCILLOS

El canto con el que la Virgen alaba al Señor por su amor y lealtad con la humanidad es una síntesis de la obra salvadora que vine a realizar Jesús; ha llegado el momento de la liberación y la justicia para los más pequeños; el momento de un nuevo amanecer porque, Cristo, Luz del mundo está entre nosotros, y esto lo expresa María, asistiendo a Isabel, su parienta anciana, que lleva en su seno a Juan el Precursor; el Evangelio según Lucas nos dice que María estuvo 3 meses con ella, tiempo que dedicó María a ayudar y servir a Isabel; a vivir con ella el Misterio, la realización del Plan de Dios.

María e Isabel vivieron, tal vez como nadie, la fe, la esperanza y el amor. Este momento de la Visita de María a Isabel es también el primer encuentro entre Jesús y Juan, quien salta de gozo en el seno de su madre, porque sabe que está ante el Salvador. Isabel, proclamándola "bendita entre las mujeres" indica la razón de la bienaventuranza de María en su fe: "¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!". La grandeza y la alegría de María tienen origen en el hecho de que ella es la que cree. Isabel, con su exclamación llena de admiración, nos invita a apreciar todo lo que la presencia de la Virgen trae como don a la vida de cada creyente.

A MODO DE CONCLUSIÓN

El misterio de la Asunción de la Santísima Virgen María al Cielo nos invita a hacer una pausa en la agitada vida que llevamos para reflexionar sobre el sentido de nuestra vida aquí en la tierra, sobre nuestro fin último: la Vida Eterna, junto con la Virgen María el saber que María ya está en el Cielo gloriosa en cuerpo y alma, como se nos ha prometido, nos renueva la esperanza en nuestra futura inmortalidad y felicidad perfecta para siempre. ¡ÁNIMO!

Mons. Ramón Castro Castro
XIII Obispo de Campeche
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