lunes, 12 de julio de 2010

HOMILÍA DE MONS. RAMÓN CASTRO CASTRO


DOMINGO XV DEL TIEMPO ORDINARIO
11 de Julio de 2010



Estimados Amigos y Hermanos:

Esta semana el subsidio va acompañado de una súplica: una oración por nuestro querido sacerdote Basilio Ochoa, de 43 años de edad, estudiante en Salamanca de Derecho Canónico. Luego de dos de sus tres años de estudios en donde se cualificaba exitosamente para regresar a servir a su Diócesis, Dios se lo ha llevado por causa de un cáncer agresivo y con metástasis. Los caminos de Dios no son los nuestros y en ocasiones cuesta aceptar que ÉL lo sabe todo y quiere siempre lo mejor. Tenemos la tentación de querer sugerir a Dios lo que más nos "conviene". Basilio supo quién era su prójimo y amó, amó hasta desgastarse y enfermarse por esa entrega generosa y fiel. Muere un sacerdote auténtico, un sacerdote honesto, un pastor que dió su vida en el servicio. De estos sacerdotes buenos y coherentes casi nadie habla, ¿Por qué?

Del Evangelio según san Lucas 10, 25-37:

«En aquel tiempo, se presentó un maestro de la Ley y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: “Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?”. Jesús le dijo: “¿Qué está escrito en la Ley? ¿qué lees en ella?”

El maestro de la Ley contestó: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y a tu prójimo como a ti mismo”. Él le dijo: “Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida”. Pero el maestro de la Ley, queriendo aparecer como justo, preguntó a Jesús: “¿Y quién es mi prójimo?”.

Jesús dijo: “Un hombre que bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje llegó a donde estaba él y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: Cuida de él y lo que gastes de más ya te lo pagaré a la vuelta. ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?” El maestro de la Ley contestó: “El que practicó la misericordia con él”. Jesús le dijo: “Anda, haz tú lo mismo”». Palabra del Señor.

INTRODUCCIÓN

El doctor de la Ley quiere poner a Jesús en un compromiso. Su actitud es la de un inspector. Las autoridades judías quieren verificar las declaraciones de Jesús. Pero éste le da la vuelta a la situación y conduce al compromiso al que se presenta como maestro. Subrayando lo que responde el doctor a su propia pregunta, desplaza ya el problema. No se trata de observar el precepto de la “la caridad para alcanzar la vida eterna”, sino de amar y vivir. La parábola refuerza este cambio de perspectiva. El sacerdote y el levita observan la ley de la pureza legal, evitando tocar al herido antes de celebrar el culto. De esta manera, su concepción de la ley les impide encontrarse con el otro y, por tanto vivir. El samaritano es un extranjero, un hereje. Y, sin embargo, da pruebas de bondad. Sale de sí mismo y hace saltar las barreras religiosas y raciales. Entonces, viene la pregunta: “¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo?”. Y no: “¿quién es mi prójimo?”. Los otros no se sitúan con relación a mí, sino yo en relación a los otros. Soy yo el que hago del otro mi prójimo. Y esto puede hacerlo cualquiera. El fariseo debe que admitir que Jesús tiene razón. La ley permanece, pero ha cambiado de sentido.

1.- DOBLE REALIDAD DE DIOS

A lo largo de la historia del cristianismo, distintas escuelas teológicas y múltiples movimientos religiosos se han esforzado en interpretar y articular adecuadamente la doble condición del misterio de Dos. Por un lado, su naturaleza trascendente, que impide identificarse con ninguna de las imágenes, representaciones o realizaciones humanas. Por otro lado, su naturaleza inmanente, es decir, su proximidad o presencia viva y real entre los hombres. ¿Cómo acoplar ambos aspectos sin que ninguno de ellos quede disminuido? Lucas nos responde hoy en evangelio. En efecto para entrar en comunicación con la vida de Dios, no es preciso subir directamente a las alturas o alejarse de la tierra o ir allende los mares, ya que “el mandamiento está muy cerca de ti” (I lectura). Esta cercanía o proximidad se ha manifestado plenamente en Jesús, “imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura” (II lectura). Esa cercanía está, según la parábola del buen samaritano, en aquel hombre malherido y abandonado. Pero no todos los entienden así. El sacerdote y el levita, cargados tal vez de razones teológicas, dan prioridad a la vía trascendente del culto y puritanismo ritual, que les impulsa a dar un rodeo y abandonar al malherido. En cambio el samaritano, considerado como cismático y despreciable por los judíos, se acerca a él, le venda las heridas y le colma de cuidados. Jesús en su actitud provocativa, se identifica con ese samaritano. Su mensaje se resume, dice N. Quesson, en que no se puede encontrar ni servir a Dios en el templo, si no se le encuentra ni se le sirve en los necesitados de la calle o de cualquier camino de la vida.

2.- ¿QUIÉN ES SAMARITANO HOY?

Es evidente que la parábola tiene un sabor local cargado de intención. Cristo busca aquí el contraste entre la persona del samaritano, que es un enemigo, un extranjero y su buena conducta. Desde ahora, decir “samaritano” será decir amigo, dispuesto a ayudar. Esta parábola tiene su aplicación en aquellos hombres que se han hecho a sí mismos samaritanos para los demás: Ser hombres para los hombres, hermanos para los hermanos. Se podría pensar que en nuestro mundo no es fácil encontrarnos la imagen del samaritano. Un mundo hostil, agresivo, difícil en el campo de las ideas, y sobre todo en el de los intereses. Un mundo con barreras de todos los matices. Sin embargo, este personaje importante de la parábola se va haciendo camino. La idea de ser hombre para los demás, de que no estamos solos en el mundo, de que las obras no son exclusivamente nuestras, es un idea muy fuerte. Cada día encontramos más hombres abiertos y sensibles a los demás. a).- Hoy samaritano es: - Ese empresario con sensibilidad social que va hacia una participación en la empresa de todos los productores. – Ese hombre que entrega su tiempo, su dinero y su ingenio, para servir a los demás. – Esas personas que actualmente se dedican a ayudar a los damnificados en Nuevo León y Coahuila por el paso del huracán Alex. – Todos aquellos que al estilo de la Madre Teresa de Calcuta se dedican a ayudar a los más pobres de los pobres…

3.- ¿QUIÉN ES Y DÓNDE ESTÁ EL PRÓJIMO?

Ser samaritano es encontrase con el prójimo. Es ser todo lo contrario de Caín, que se desentiende y no quiere saber nada de su hermano ¿Quién es el prójimo? Más que una definición abstracta habría que definirla como algo concreto. Todo hombre, todos los hombres. El descubrimiento del hombre como “prójimo”, como igual, como hermano sin distinción de razas y colores, sin afinidades de carne y sangre, sin consideración de dinero, ideología, posición social, es lo que nos descubre esta parábola. Desde ahora ya no cabe la ignorancia: ¿Quién es mi prójimo? Prójimo es todo hombre. Pero todavía la parábola va más allá. Prójimo es todo hombre que se acerca a mí y me necesita; entonces la parábola pone una urgencia a mi vida y de la cual no debo escaparme.

A MODO DE CONCLUSIÓN

¿Qué debemos hacer para alcanzar la vida eterna? Jesús responde: ¡Vive el amor! Nos salvamos amando a Dios y al prójimo como a ti mismo! ¡Haz así y vivirás! Y recuerda: A mi prójimo no lo elijo yo, la vida me lo presenta. Es todo aquel que la vida me pone al lado, allí donde estoy, con quien me encuentro o me tropiezo: comenzando por los de mi propia casa y familia. El descubrimiento del hombre como prójimo, como igual, como hermano sin ninguna distinción, sin afinidades de carne y sangre, sin consideración de dinero, ideología, posición social, es lo que nos descubre esta parábola. SIEMPRE HAY UN PRÓJIMO JUNTO A NOSOTROS. ¡Ánimo!

Mons. Ramón Castro Castro
XIII Obispo de Campeche
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