sábado, 12 de junio de 2010

EMOTIVA VIGILIA DE ORACIÓN EN PLAZA SAN PEDRO CON MOTIVO DE LA CLAUSURA DEL AÑO SACERDOTAL


Ciudad del Vaticano, 11 de Junio de 2010 (VIS).- En punto de las 8:30 de la noche de ayer jueves, en la Plaza de San Pedro, se celebró una emotiva Vigilia de Oración con motivo de la Clausura del Año Sacerdotal, en la que participaron 15.000 presbíteros de 97 países.

Este Encuentro de Oración se desarrolló en dos partes. En la primera parte de la Vigilia se presentaron una serie de testimonios de algunas personas que hablaron en la Plaza de san Pedro y otros más que se transmitieron, desde diferentes partes del mundo, a través de pantallas gigantes.

Uno de los testimonios que pudo verse por las pantallas gigante fue el del padre René Lavaur, actual párroco de Ars y sucesor de San Juan María Vianey, en cuya memoria se celebra este año sacerdotal. «El ministerio de la cruz resume todo el conocimiento del mundo», dijo el sacerdote, cuyas palabras podían ser seguidas por los miles de sacerdotes y fieles presentes en la Plaza, por medio de los audífonos con traducción simultánea. Al santo Cura de Ars, «lo inspiró el hecho de que se dedicó al misterio de la reconciliación para expiar los pecados», afirmó el párroco.

No únicamente los sacerdotes testimoniaron ayer el amor por su ministerio. También lo hicieron algunos laicos y familias, cuya vocación está muy ligada al sostenimiento y aliento que dan a los sacerdotes. Este es el caso de la Familia Heereman, una familia unida por la fe y proveniente de Alemania. Está conformada por seis hijos: un sacerdote, un seminarista, una laica consagrada, dos hijos casados y una hija célibe. El padre de esta familia contó cómo descubrió a Cristo gracias a una peregrinación y a través del ejemplo de su padre. También compartió con todas las personas que lo escuchaban la alegría que sintió al recibir la noticia de que su hijo quería ser sacerdote. «Cada noche le decía a Dios: “Señor. Mis hijos son tuyos. Si quieres tómalos todos"».

«Yo siempre quise que él fuera sacerdote», dijo emocionado mientras señalaba a su hijo, y continuó: «No se entiende bien de dónde llega una vocación. Siempre es un don inefable».

Con todo, el testimonio más aplaudido, dentro de los que se transmitieron en pantalla gigante, estaba el del padre José María di Paola, un sacerdote argentino que ejerce su ministerio pastoral en un barrio pobre de su país. «En mi país, las favelas se llaman villas, y en mi villa viven 60.000 personas».

«Hay hacinamiento, desocupación, subocupación, problemas migratorios y los jóvenes padecen el problema de la droga y la violencia», mencionó el sacerdote, mientras en la pantalla gigante se podían apreciar imágenes del padre jugando fútbol con los chicos de la villa donde él trabaja, celebrando misa y participando de una procesión.

«Nuestro trabajo es transmitir desde el Evangelio una propuesta. Hay muchos problemas, pero la fe católica es muy grande», finalizó con mucha seguridad el sacerdote.

A las 9.30 de la noche cuando el Papa Benedicto XVI llegó a la Plaza de san Pedro a bordo del Papamóvil, sobre el cual realizó el tradicional recorrido de la Plaza, mientras los fieles apludían efusivamente.

Con la llegada del papa a la Plaza de San Pedro, comenzó la segunda parte de la vigilia. El cardenal Cláudio Hummes, O.F.M., prefecto de la Congregación para el Clero, dirigió un mensaje de bienvenida al Papa, en el cul afirmó que «este Año Sacerdotal ha servido para promover el compromiso de renovación interior de todos los sacerdotes, para un testimonio evangélico más fuerte e incisivo en el mundo actual».

«Nos gustaría, Santo Padre, que el Año Sacerdotal no terminara nunca, que nunca dejemos de tender a la santidad y que en este camino, que debe comenzar desde los años de seminario y durar toda la vida, siendo un proceso único de formación, seamos siempre sostenidos y consolados, como en este año, por la oración constante de la Iglesia, por el calor y el apoyo espiritual de todos los fieles», expresó visiblemente emocionado el Cardenal Hummes, quien además dio las gracias al Papa «por todo lo que ha hecho, está haciendo y hará por todos los sacerdotes, también por los que se han perdido. Sabemos que Su Santidad ya ha perdonado y siempre perdona el dolor que le han causado algunos».

Después de la Proclamación del Evangelio, el Papa respondió a las preguntas planteadas por cinco sacerdotes, representantes de cada uno de los continentes. Finalizado este momento, en el que el Papa dio respuesta a las preguntas sin leer texto alguno, dio inicio la vigilia de Adoración al Santísimo.

Tras el canto del Padre nuestro, a las 10:05 p.m., el Santísimo Sacramento fue llevado en procesión desde el Portón de Bronce hasta el altar situado delante de la Basílica Vaticana. El Papa oró unos minutos en silencio, arrodillado frente al Santísimo expuesto y luego leyó la oración del Año Sacerdotal.

Durante este momento de Adoración en silencio, los miles de fieles allí presentes oraron por la santidad de los sacerdotes de todo el mundo y se prepararon para la misa de clausura del Año Sacerdotal que se realizará mañana viernes 11 de Junio, solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús.

Esta vigilia concluyó, pasadas las 11 de la noche, con la Bendición Eucarística impartida por el Papa Bendicto XVI y el canto de la Salve Regina.

Fuente: Vatican Information Service (VIS)
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