martes, 25 de mayo de 2010

HOMILÍA DE MONS. RAMÓN CASTRO CASTRO.


DOMINGO III DEL TIEMPO ORDINARIO
Del Evangelio según san Lucas 1,1-4. 4,14-21:

«Ilustre Teófilo: muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han verificado entre nosotros, siguiendo las tradiciones transmitidas por los que primero fueron testigos oculares y luego predicadores de la Palabra. Yo también, después de comprobarlo todo exactamente desde el principio, he resuelto escribírtelos por su orden, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.

En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea, con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas y todos lo alababan.

Fue Jesús a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el Libro del Profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para dar la Buena noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor» Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles: “Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír”». Palabra del Señor.

INTRODUCCIÓN

Lucas es el único autor de evangelio que da razón de su obra. En el mejor estilo de la historiografía griega (Herodoto, Tucídides, Polibio), nos da a conocer sus motivaciones, metodología y finalidad de su escrito. - El evangelio de Lucas es el único que aparece dedicado a un personaje, a ese «ilustre -o excelentísimo- Teófilo», que no sabemos quién es. Quizá era un personaje real, un cristiano, aunque también puede ser un artificio de Lucas y poseer un significado colectivo. De hecho, Teófilo significa amado de Dios, y de ese nombre cuadra a todo cristiano. Este es el evangelio que nos va a acompañar durante todo este año y podemos pensar que se nos dedica también a nosotros, como Teófilos, «amados de Dios». San Lucas se ha propuesto escribir una “exposición continuada”. Tiene muy claro un objetivo: que el lector “pueda darse cuenta de la solidez de las enseñanzas recibidas”. A veces estamos tentados de pedir certezas a la Sagrada Escritura. San Lucas, en cambio, pide que cada cristiano pruebe esta solidez y verifique por sí mismo el valor de lo que le es propuesto. La verdadera tradición es la que ayuda al hombre a ser creativo. Por otra parte, esto es también lo que Jesús hacía. Al realizar el texto de Isaías, no lo repite sino que le da un sentido nuevo. Da vida a un escrito muerto que deja de ser un simple testigo de una palabra pasada para convertirse en fuente de acción y de vida.

Jesús no hace exégesis, simplemente lleva las cosas a su “cumplimiento” al tiempo que inaugura un nuevo mundo: «…el Espíritu del Señor está sobre mí, que me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista. Para dar la libertad a los oprimidos». Jesús aplica estas palabras a su persona: sale de la oscuridad de sus años de juventud y aparece ante todos sus conocidos con una luz nueva e inaudita, asumiendo precisamente el papel del Mesías.

1.- “HOY SE CUMPLE ESTA ESCRITURA QUE ACABAN DE OIR”

Ese “hoy” recorre e ilumina todo el evangelio de San Lucas. Jesús lo pronuncia con solemnidad y con la conciencia de quien sabe que esa referencia temporal era en realidad, una persona. Era precisamente un vecino de aquel pueblo. Se había criado en Nazaret. ¡Era Él mismo! Dice San Lucas que entró en la sinagoga, “como era su costumbre los sábados”.

Todo buen judío, dice Flavio Josefo, dedica el día séptimo de la semana al estudio de la ley y de nuestras tradiciones en la sinagoga. Así lo hacía siempre Jesús. Pero esta vez su presencia tenía un sentido extraordinario. La gente sabía que su enseñanza en la sinagoga causaba siempre admiración y “todos lo alababan”. Pero nunca sospecharon que un día pudiera decir de sí mismo “Hoy se cumple todo”.

Jesús es, en efecto, la plenitud de todo lo que Dios ha querido decir y dar a los hombres de todos los tiempos. La predicación de Jesús es muy distinta en el evangelio de San Lucas: No se hace ninguna referencia, como en San Marcos, ni al reino de Dios, ni a la conversión, ni a la fe en el evangelio. Dice el evangelista que, después de la lectura del fragmento de Isaías, Jesús se sentó y “toda la sinagoga tenía los ojos fijos en Él”. Tal era la expectación. El texto elegido tiene evidentemente un carácter programático. Tres palabras señalan y definen el contenido fundamental del programa: Espíritu, pobres y libertad. San Lucas insiste siempre en que toda la existencia y actividad de Jesús estuvo movida y guiada por la fuerza del Espíritu. No es un héroe solitario. El Aliento personal y operativo de Dios Padre es el que lo mueve desde el primer momento. También la vida de la Iglesia será inaugurada e impulsada desde el principio por el Espíritu Santo.

Los destinatarios privilegiados de su mensaje van a ser los pobres. Ha venido a anunciar y a implantar el reino de Dios con el fin de hacerlos felices. Ellos son los más directos invitados de la fiesta. Son el grupo social más querido de Jesús y objeto principal de su evangelio. El tercer objetivo del programa de Jesús es la liberación de los oprimidos y de todos los que padecen alguna forma de esclavitud. Está dispuesto a dar la vida por ello. Todo esto, que es programa, es a la vez realidad viva en Jesús. Por eso dice que hoy se ha cumplido todo. Jesús es, en efecto, el “hoy” de todas las promesas y del plan salvador de Dios. Con razón dice un teólogo de nuestros días: “Todo antes de Cristo fue camino hacia Él: Todo después de Cristo es vivir desde Él” (A. Torres Quiruga).

Las palabras de Jesús “Hoy se cumple lo que acaban de oír”, no se dirigen sólo a las personas que entonces le escuchaban en la sinagoga. También se dirigen a nosotros que ya no creemos en grandes palabras y nos hemos olvidado de los grandes sueños. A nosotros, hijos de la desilusión y el desencanto. A nosotros, Jesús nos dice que hoy, ahora, en estos momentos, se nos da la posibilidad de un mundo nuevo. La posibilidad de la libertad y de la verdad. La recomposición del mundo no se alcanza con la facilidad de quien hace un rompecabezas. Tampoco se alcanza con grandes palabras. Pero el camino es el que se nos indica en la historia del comienzo. Si queremos cambiar el mundo tenemos que recomponer al ser humano. Jesús puede decir que hoy se cumple la palabra de la escritura. Que hoy comienza un mundo nuevo de libertad y de verdad porque con Jesús comienza la recomposición del ser humano. Jesús no viene a solucionar mágicamente los problemas del mundo. Viene a cambiar el mundo, cambiando la vida del ser humano. Hoy se cumple esta palabra, porque el ser humano puede cambiar su vida.

2.- UNA VERDADERA LIBERACIÓN

En el lenguaje bíblico, la liberación no es algo que el hombre conquista para sí mismo, sino algo que está en función de los demás. No es una posesión o un objeto, sino una relación entre dos o más personas. Ser libre significa ser libre para el otro, para los otros, para todos los otros, para el Otro. Sólo en relación con todos los demás y con Dios somos libres. Esta libertad supone la salida de uno mismo, la muerte de nuestro egoísmo y de toda estructura que nos mantenga en él. No podemos ser libres mientras otros sean cautivos. La liberación debe ser colectiva o no existirá jamás. La libertad es el camino para conseguir una sociedad justa.

La acción liberadora de Jesús, acción que debe ser la de los cristianos, no es un tópico de los cristianos "politizados", sino un elemento esencial del camino cristiano. Dios quiere la libertad para todos, porque la libertad es El mismo. La libertad sólo perjudica a los poderosos y opresores. Es pavorosa la falta de libertad que padecemos. Quienes quieran mantener las cadenas, la opresión, no son de Jesús. Quienes tengan miedo de la libertad, quienes la quieran diluir hasta reducirla a una pura comedia, no son de Jesús. La temen por lo que ocultan. No se puede limitar a liberar una parte del hombre. Todo el hombre ha de ser liberado. De lo contrario no puede hablarse de liberación. Se ensancha el espacio de su prisión, pero ciertamente no se puede decir que el hombre sea libre. La liberación del hombre no es total si se limita a resolver el problema del pan, y descuida e incluso neutraliza su hambre de ideales, de justicia, de "significado", de razones para vivir. Se consigue la liberación total sólo cuando uno se hace libre para ser lo que debe ser. O sea, es una liberación que se coloca, antes que en la línea del hacer, en la línea del ser. Y el hombre tiene la posibilidad de realizarse según la verdad de la propia persona, según la propia voluntad, según la trayectoria de la propia vocación. Otro aspecto característico. La liberación anunciada por Cristo comienza por nosotros. No es posible liberar a los demás si los "liberadores" no son interior y totalmente libres. Libres de la esclavitud de las ideologías, de las modas tiranizantes, de los ídolos varios, del instinto de dominar y poseer. Libres, sobre todo, de los horizontes sofocantes del egoísmo. Conscientes de que la primera sobre estructura que hay que derribar es el yo acaparador y engañoso.

A MODO DE CONCLUSIÓN

Los textos de este domingo descubren nuestra realidad de pueblo atento a la lectura de la ley y también de amantes de Dios -Teófilos- que deben conocer la solidez de las enseñanzas que han recibido. Una síntesis conclusiva puede ser el Salmo responsorial: "tus palabras, Señor, son espíritu y vida". Una frase que, aprendida de memoria, puede ayudarnos a hablar con este Dios amigo, siempre a nuestra vera, y que con sus palabras, nos infunde verdadera vida y libertad. Cabe hoy considerar el valor que otorgamos a las Sagradas Escrituras. Su desconocimiento, en frase de san Jerónimo, es desconocimiento de Jesucristo. No vayamos a olvidar que estamos en la semana de oración por la unidad de los cristianos, dejemos espacio en nuestro corazón para que mañana, fiesta de la conversión de San Pablo y fin de esta semana de oración, Dios, escuchando nuestras peticiones, nos conceda la gracia de una unidad más visible y seamos así capaces de ofrecer un mayor testimonio al Mundial de Cristino. ¡Ánimo!
Mons. Ramón Castro Castro
XIII Obispo de Campeche