martes, 25 de mayo de 2010

HOMILÍA DE MONS. EMILIO CARLOS BERLIÉ BELAUNZARÁN EN LA MISA DE CLAUSURA PROVINCIAL DEL AÑO SACERDOTAL


Hermanas y hermanos todos en Cristo Resucitado, es grande el gozo y alegría que debe significar para todos el hecho de ver y contemplar a los hermanos reunidos en el nombre del Señor.

Nuestro corazón se dilata con especial gratitud al comprobar que nuestra reunión de esta noche es para agradecer a Dios, Padre de todo Don, el don del sacerdocio que ha querido compartir con nosotros, frágiles, con nuestras limitaciones que cada uno conoce, pero que con una profunda entrega nos hemos comprometido a servir de mediadores entre Dios y los hombres.

Tú me perteneces; tú estás bajo mi protección; tú estás en mi corazón; tu quedas custodiado entre mis manos, permanece entre mis manos y dame tú las tuyas.

Gracias queridos hermanos seglares por todo el respeto, cariño, afecto, que le demuestran a sus sacerdotes en sus respectivas comunidades. Gracias también por la comprensión a sus limitaciones, gracias por ayudarles a ser fieles, cada día, a su vocación y entrega, con su plegaria, con su afecto, con su saludo, con su palabra de aliento, con su palabra de comprensión.

Hermanos sacerdotes: que sus manos nunca se cansen de bendecir, de ungir, de consagrar, de santificar. El sacerdocio es un regalo, el sacerdocio es un don, el sacerdocio es una gratuita elección, a través de la cual el Señor ha querido decir a cada sacerdote “Tú me perteneces”.

Gracias, hermanos sacerdotes, por haber aceptado la invitación que el Señor les hizo. Gracias por no haber tenido miedo, a pesar de su limitación. Gracias por haberle dicho al Señor Sí, a pesar de la incertidumbre del futuro que pudimos haber tenido en ese momento. Gracias por los años de ministerio que han vivido.

Somos felices y fecundos, en la medida en que somos fieles. A mayor fidelidad, mayor felicidad y fecundidad.

† Mons. Emilio Carlos Berlie Belaunzarán
Arzobispo de Yucatán