Editorial publicado por El Expreso de Campeche
en su edición del miércoles 14 de Julio de 2010.
Este lunes, un grupo sin firmantes que se hacen llamar “ciudadanos preocupados por Estados Unidos” envió a las agencias de seguridad del estado de Utah un documento con los datos de mil 300 supuestos indocumentados. La lista de personas –en su mayoría de origen latino– incluye nombres, teléfonos, direcciones y fechas de nacimiento. El objetivo: deportarlos a todos. Este acto inédito demuestra cuánto ha crecido el odio contra los mexicanos en aquel país. Preocupa porque frente a estas acciones no se ven respuestas de gobiernos y organizaciones para contener la xenofobia.
Por desgracia tal vez nos hemos percatado de este odio desbordado demasiado tarde. Hace un mes un agente de la patrulla fronteriza de Texas asesinó de un balazo al juarense Sergio Adrián Hernández Güereca, de 15 años. Dos semanas antes, Anastasio Hernández Rojas, indocumentado mexicano de 42 años de edad, padre de cinco hijos, fue asesinado por una golpiza de la patrulla Fronteriza de California. Ambos sucesos fueron precedidos por la Ley Arizona que criminaliza a los inmigrantes indocumentados.
Ahora la mayoría de los estadounidenses, según las encuestas, están a favor de leyes como la de Arizona. En Utah, donde apareció la lista de migrantes, un legislador republicano ya impulsa una ley similar. Es difícil pensar que la cercanía temporal de todos estos hechos sea una coincidencia. Es claro que existe una tendencia al alza en el racismo y la xenofobia contra quienes son o parecen mexicanos.
Organizaciones derechistas antiinmigrantes como Minuteman o el Tea Party todavía emplean argumentos de legalidad para justificar su rechazo a la presencia de mexicanos en Estados Unidos; sin embargo, la carta de Utah evidencia que el rechazo tiene origen en el odio y el racismo. Primero, porque la forma en que los “ciudadanos preocupados” identificaron a los supuestos residentes ilegales fue con la simple observación. Ser moreno y apellidarse Rodríguez o Palacios significa ser indocumentado. El mismo criterio de la Ley Arizona. Segundo, porque la misiva de los racistas manifiesta preocupación por una mujer embarazada la cual, si no se le deporta “de inmediato”, tendrá a su hijo en suelo estadounidense.
Es decir, en el fondo les preocupa que Estados Unidos deje de ser blanco de raza y protestante de religión. Hasta ahora lo han dicho de forma soterrada en reuniones, manifestaciones y mensajes a los medios de comunicación, pero ya también con golpizas y persecuciones. ¿Tiene alguna estrategia el gobierno mexicano junto con el estadounidense para evitar mayor encono? Lo peor que podrían hacer ambos es pensar que lo visto hasta ahora es lo más grave que los xenófobos podrían hacer.
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