miércoles, 10 de agosto de 2011

LOS JÓVENES Y LAS FAMILIAS EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA PAZ

LOS JÓVENES Y LAS FAMILIAS
EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA PAZ

Artículo de Mons. Carlos Garfias Merlos, Arzobispo de Acapulco.

En varias ocasiones les he comunicado que la Arquidiócesis de Acapulco está poniendo su atención en dos sectores que considera estratégicos para la construcción de la paz: las familias y los jóvenes. Por ello, ha decidido relanzar tanto la Pastoral Familiar como la Pastoral Juvenil como una respuesta a la necesidad de alentar los recursos humanos y espirituales que guardan las familias y los jóvenes y de fortalecer sus capacidades para que se conviertan en comprometidos constructores de paz en Guerrero y en la arquidiócesis de Acapulco.

Se ha hablado mucho de la alta vulnerabilidad social de los jóvenes debido a las dinámicas de violencia que el crimen organizado ha generado. Además de la necesaria respuesta que el Estado debe dar en cuanto a ofrecerles oportunidades de estudio y de empleo, la Iglesia tiene la convicción de que debe atender a las necesidades espirituales que laten en los amplios sectores juveniles de nuestro pueblo, que manifiestan una gran diversidad en cuanto a sus situaciones y problemas.

Lo que la Iglesia pretende es fortalecer el alma juvenil a partir de una experiencia de Dios en el encuentro con la persona de Jesucristo, de manera que los jóvenes puedan adquirir su identidad, y logrando su conciencia, elaboren su proyecto de vida más a partir de los valores del Evangelio, que inspiran positivamente los valores humanos y sociales. De esta manera, los jóvenes podrán der capaces de resistir ante las tentaciones vinculadas con la violencia como la búsqueda del dinero fácil, el rechazo al sacrificio y las adicciones y podrán aportar a la sociedad el compromiso por la construcción de la paz.

Por otra parte, las familias necesitan ser tomadas en cuenta, favorecer el desarrollo de las grandes potencialidades que conservan y que pueden ser orientadas al compromiso de la construcción de la paz. Tienen que ser protegidas y tuteladas por el Estado y por el conjunto de la sociedad porque en ellas se conservan valores humanos, capaces de inspirar esfuerzos decididos por la paz y por la justicia. Una atención especial merecen las familias de las víctimas de la violencia que requieren apoyo urgente. Necesitan ser acompañadas para superar las situaciones traumáticas que han sufrido por secuestros, desapariciones o ejecuciones de algunos de sus miembros. Y también necesitan rehacer sus esperanzas por aceptar y encontrar el consuelo y la justicia que les impulsará a construir la paz.

Los obispos de la provincia de Acapulco y el gobierno del Estado colaboramos para el bien común.

El martes pasado, los obispos de la Provincia Eclesiástica de Acapulco, tuvimos un encuentro con el Gobernador del Estado, Ángel Heladio Aguirre Rivero, con el fin de examinar la colaboración que la Iglesia y el Estado estamos realizando en torno a algunos temas importantes y urgentes de nuestro pueblo de Guerrero, como son la alfabetización y la construcción de la paz. Los obispos creemos que la Iglesia puede empeñar su compromiso de colaboración en tareas de carácter social que signifiquen un beneficio real para el pueblo guerrerense.

Los obispos no alimentamos otro interés más que el bienestar de nuestros pueblos que puede ser favorecido de manera decidida a partir de la educación para la paz. Alfabetizar y educar para la paz son tareas que pueden transformar hondamente a las personas para que se conviertan en sujetos del cambio social que necesitamos a favor de la justicia y de la paz.

Hablamos de la colaboración de la Iglesia católica en la campaña de alfabetización. Del compromiso de toda la sociedad y cómo favorecerlo en torno a la construcción de la paz, de la atención a las zonas más marginadas en la montaña y en el filo mayor y cómo mejorar los caminos, ofrecer proyectos productivos, impulsar a los pueblos indígenas y proveerles de apoyos alimentarios, educativos, de salud y de comercialización de sus productos. Pudimos plantear la relación institucional entre la Iglesia católica y el gobierno del Estado, programando reuniones periódicas y sistemáticas que nos permitan darle seguimiento a los temas tratados. Vemos con esperanza y futuro estos encuentros que estamos realizando y que nos comprometimos a continuar programando.