lunes, 16 de mayo de 2011

NUESTRA IGLESIA DIOCESANA, FUENTE DE VOCACIONES


NUESTRA IGLESIA DIOCESANA,
FUENTE DE VOCACIONES

Artículo del Pbro. Fabricio Seleno Calderón Canabal, Encargado de la Comisión Diocesana para la Pastoral de la Comunicación Socia de la Diócesis de Campeche.

Hoy 15 de mayo celebramos el Domingo IV de Pascua, también llamado “Domingo del Buen Pastor” porque cada año se lee un fragmento de la Parábola del Buen Pastor que se encuentra en el capítulo 10 del Evangelio de san Juan.

Como es sabido por casi todos los que estamos atentos a la realidad de nuestra Iglesia, cada año en el Domingo IV de Pascua se celebra también la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, y, por tal motivo, el Papa envía un mensaje a todos los católicos del mundo.

Desde que el Papa Pablo VI pidió celebrar, en abril de 1964, la primera Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, hasta la de este año 2011, ya se han efectuado cuarenta y ocho jornadas. Naturalmente, cada Papa, y en cada año, intenta ofrecer una motivación que aborde aspectos significativos, necesidades, sugerencias o preocupaciones de la realidad vocacional del momento.

«Rueguen por tanto al dueño de la cosecha que envíe trabajadores» para su Iglesia (Mt 9, 36-38), iniciaba aquel memorable Radiomensaje de Pablo VI para la Primera Jornada de Oración por las Vocaciones, invitándonos a reflexionar y a orar, comunitariamente y en particular, por las vocaciones, no sólo al sacerdocio, sino por todas las vocaciones a la vida consagrada. «Se eleve entonces nuestra oración: en las familias, en las parroquias en las comunidades religiosas, en los hospitales…, para que aumenten las vocaciones y sean según los deseos del Corazón de Cristo».

El Mensaje que nos dirige el Papa Benedicto XVI, con ocasión de la 48ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones tiene por tema «proponer las vocaciones en la Iglesia local», tocando este compromiso ineludible de la Iglesia diocesana en la llamada y sostenimiento de las vocaciones.

«Conviene —nos dice el Papa— que cada Iglesia local se haga cada vez más sensible y atenta a la pastoral vocacional, educando en los diversos niveles: familiar, parroquial y asociativo, principalmente a los muchachos y muchachas y a los jóvenes, como hizo Jesús con sus discípulos».

El Papa considera que la capacidad de cultivar las vocaciones es un signo característico de la vitalidad de una Iglesia local, por lo que «”Proponer las vocaciones en la Iglesia local”, significa tener la valentía de indicar, a través de una pastoral vocacional atenta y adecuada, este camino arduo del seguimiento de Cristo, que, al estar colmado de sentido, es capaz de implicar toda la vida».

Además, nos indica la dirección en la cual hemos de caminar y cuales objetivos hemos que alcanzar en este proyecto vocacional con los jóvenes: «Que madure en ellos una genuina y afectuosa amistad con el Señor, cultivada en la oración personal, litúrgica; para que aprendan la escucha atenta y fructífera de la Palabra de Dios mediante una creciente familiaridad en las Sagradas Escrituras, para que comprendan que adentrarse en la voluntad de Dios, no aniquila ni destruye a la persona, sino que permite descubrir y seguir la verdad más profunda de sí mismos; para que vivan la gratuidad y la fraternidad en las relaciones con otros, porque sólo abriéndose al amor de Dios es como se encuentra la verdadera alegría y la plena realización de las propias aspiraciones».

La vitalidad de una Iglesia diocesana se pone de manifiesto en su entrega y preocupación en este campo vocacional. Es toda la comunidad diocesana, desde su Obispo y los sacerdotes, hasta cada uno de los fieles, la que debe unirse, desde la oración y colaboración misionera, para que la llamada de Jesús se presente claramente y llegue a los corazones de quienes Él ha escogido y llamado para servicios específicos a favor de su Iglesia.

«El Señor no deja de llamar, en todas las edades de la vida, para compartir su misión y servir a la Iglesia en el ministerio ordenado y en la vida consagrada, y la Iglesia “está llamada a custodiar este don, a estimarlo y amarlo. Ella es responsable del nacimiento y de la maduración de las vocaciones sacerdotales”. Especialmente en nuestro tiempo en el que la voz del Señor parece ahogada por “otras voces” y la propuesta de seguirlo, entregando la propia vida, puede parecer demasiado difícil, toda comunidad cristiana, todo fiel, debería de asumir conscientemente el compromiso de promover las vocaciones».

La celebración del Segundo Encuentro Juvenil Provincial (EJUPRO 2011) en la ciudad de Cancún del 5 al 7 de agosto próximo, y el recorrido de la Cruz Provincial por las cuatro diócesis que integran la Provincia Eclesiástica de Yucatán, deben significar un verdadero estímulo y todo un reto para nuestra Iglesia en este momento histórico. Obispo, sacerdotes, consagrados y fieles laicos hemos de procurar, con alegría y sin tregua, depositar esta inquietud vocacional en tantos adolescentes y jóvenes de nuestras comunidades, grupos y escuelas porque buscan y necesitan de la nueva vida de Jesús Resucitado.

«Invocamos —concluye el Papa su mensaje— con confianza e insistencia la ayuda de la Virgen María, para que, con el ejemplo de su acogida al plan divino de la salvación y con su eficaz intercesión, se pueda difundir en el interior de cada comunidad la disponibilidad a decir “sí” al Señor, que llama siempre a nuevos trabajadores para su mies».
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