lunes, 23 de mayo de 2011

MAESTRO: DIGNA VOCACIÓN


MAESTRO: DIGNA VOCACIÓN

Artículo del  Pbro. Richard L. Clifford, Misionero de Maryknoll, sacerdote católico y colaborador de la Pastoral del Amor en la Arquidiócesis de Yucatán.

El presente ambiente pascual se inició con la Resurrección de Nuestro Señor, abrazado sentidamente por María Magdalena. Llena de alegría, la Magdalena lo saluda entre lágrimas diciendo: "Rabuni" o sea "Maestro" (Juan 20, 17), vocación que el mismo Señor Jesucristo llevaba dignamente en las sinagogas de Galilea, en el templo de Jerusalén, sobre colinas y campos, al lado de las aguas y desde la barca de Pedro.

El domingo 15 de mayo, en la celebración del Día del Maestro, salió un artículo referente a la vocación del maestro, escrito por el profesor Luis Escamilla Cervantes, maestro en las escuelas federales 3 y 9. "La labor del maestro", afirma el educador, "es servir a la sociedad... Ser maestro es ser padre y hermano de los niños. Sobre todo, es conducirlos a que tengan una niñez mejor, evitar que los niños y jóvenes insulten, se droguen o se conviertan en delincuentes. Así se gana su aprecio y respeto...".

Evidentemente, el maestro Escamilla Cervantes pone en práctica sus palabras, pues su labor ha dado bastantes frutos, convirtiendo a varios jóvenes -antes dedicados a la vagancia y vandalismo- en integrantes de equipos; cambiaron enfrentamientos a pedradas por partidos de fútbol, básquetbol y vólibol... con razón dice: "Servir a la sociedad es la verdadera labor del maestro que me motiva a seguir adelante".

Durante este mes hacemos un recuerdo especial, con aprecio y agradecimiento, a quienes tienen el privilegio y el compromiso de ejercer esa digna vocación de maestro, con la grave responsabilidad de ir en pos del Maestro de Galilea.

A Dios gracias puedo hablar de la vocación pedagógica con la dicha de haber tenido varios años en la docencia, dando clases desde las aulas de la primaria hasta los salones universitarios. Siempre me ha fascinado esta "labor de amor", aunque a veces entraba a clases con nervios y preocupación, al enfrentarme con las maravillosas posibilidades y súblimes exigencias del momento.

Como el alfarero, el maestro tiene en sus manos la "arcilla" de cada persona que lo escuche.

En su poder está la configuración de una variedad de mentes y corazones, cuyas formas serán de acuerdo con su propia elasticidad y docilidad, al toque especial del maestro. El alfarero-artesano tiene que saber bien su parte y aplicarse a ella, con sumo interés, responsabilidad, preparación, cariño y paciencia. El resultado de su dedicación y destreza serán muy bellas figuras. A veces tenemos miedo de pensar en lo que ¡produce un alfarero que haya perdido interés en su arte, o nunca lo haya tenido! Pues aquel que no da el debido tiempo o toque a su "arcilla" carece del verdadero espíritu creativo. Desafortunadamente, habrá casos cuando no se puede señalar la misma figura del maestro como "modelo" para los demás.

Queridísimos maestros: Les saludo y agradezco por ser verdaderos artesanos y alfareros de los dúctiles alumnos que esperan ser bien formados, a fin de reflejar un verdadero "toque humano" y espiritual de su sagrada vocación, tanto por sus buenas enseñanzas como por su ejemplo personal, felices y orgullosos de identificarse con el Divino Maestro de Galilea; les ofrezco aquel dicho de San Gregorio Magno: "Dónde se puede encontrar una vocación más noble y necesaria que la buena formación de los jóvenes".
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