viernes, 8 de abril de 2011

NO ENDUREZCAN SU CORAZÓN

CAMBIAR EL CORAZÓN
PARA VIVIR EL PROYECTO DE DIOS

Artículo del Pbro. Darío Lagunes Máfara,  sacerdote de la Arquidiócesis de Xalapa, publicado en la sección Entretejiendo la vida Cristiana de la edición del domingo 3 de Abril de 2011 del Semanario Alégrate, de la Arquidiócesis de Xalapa.

Cuando las cosas van mal algo hay que hacer, la vida no puede continuar así, algo tiene que cambiar. Muchos problemas que angustian, pleitos interminables, mal trato, humillaciones, demandas, etc. Pero, “No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo aguante”, es tiempo de crisis, momento de cambios. También hay que hacerle algunos cambios al refrán y decir: “Si hay bien que dure cien años y corazón que lo viva”.

Nada más que para hacer algunas modificaciones en la vida personal o familiar hay que ser atinados en lo que se quiere cambiar. “No sea que salga más caro el caldo que las albóndigas”. Y vamos a iniciar con una pregunta: ¿Qué será lo correcto, cambiar de lugar, trabajo, casa, ambiente o cambiar el corazón? En algunos casos será conveniente cambiar de ambiente, pero primero tiene que hacer muchas modificaciones al interior del corazón.

Vamos a darle prioridad al corazón y revisar que es lo que se tiene que cambiar para vivir no un proyecto personal sino el proyecto de Dios. El salmo 94 dice: “Hagámosle caso al Señor, que nos dice: No endurezcan su corazón, como el día de la rebelión en el desierto, cuando sus padres dudaron de mí, aunque habían visto mis obras”.

Como se trata de cosas del corazón tenemos que proceder con delicadeza, vamos por pasos que los cambios buenos tienen que ser graduales, nunca hay que intentar cambios bruscos ya que se pueden ocasionar algunas heridas innecesarias.

Primero, hay que hacerle caso a Dios y no a las personas, porque nunca falta alguien que aconseja equivocadamente y lo peor es que se le haga caso en todo, sus consejos están desatinados, muchas veces tendenciosos y con falta de criterio.

Segundo, hay que ablandar el corazón. Únicamente se trata de ponerse en las manos de Dios. Él fue quien te hizo el corazón, Él es único que lo conoce tal cual es. Deja que lo haga de nuevo, que te parece.

Tercero y último. Si hay más, van por tu cuenta; te buen ánimo que las cosas saldrán bien en tu vida si permites a Dios iniciar de nuevo.
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