jueves, 7 de abril de 2011

¿SER CRISTIANO O SER BUENO?

¿SER CRISTIANO O SER BUENO?

Artículo del Pbro. Jesús Francisco Mercado Caselín, sacerdote de la Arquidiócesis de Xalapa, publicado en la página 13 de la edición del domingo 3 de Abril de 2011 del Semanario Alégrate, de la Arquidiócesis de Xalapa.

Pareciera que para muchos ser cristiano es una forma de ser donde lo auténtico no existe. Es común escuchar a muchas personas decir que los cristianos somos hipócritas, palabra que proviene del griego ὑποκρίτης (hypokrites) y significa el actor, el que finge.Comúnmente nos dicen mochos, come santos, persignados, pero ¿es cierto esto? La verdad si una persona intenta ser coherente siempre será motivo de crítica, si busca ser justa siempre será motivo de escándalo, porque pone en evidencia las malas acciones de las personas incoherentes.

¿Quién es el justo?, dice el salmo 23 en un fragmento: «El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos ni jura contra el prójimo en falso. Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación».

Desgraciadamente debemos reconocer la existencia de muchos comportamientos que dejan mucho qué desear, pues en ocasiones pregonando el cristianismo cometemos injusticias, somos duros. Hace unos meses llegó una señora a decirme: «Padre ¿qué hago?, mi hijo vive en unión libre con su mujer y están en mi casa, ¿los corro o los dejo, que vivan conmigo? (pensaba que si tiene un hijo viviendo en unión libre bajo el mismo techo, no puede comulgar). Lo único que le dije fue: «¿Qué es más cristiano?, su hijo no tiene trabajo, su nuera está embarazada, la solución la tiene usted, si es más cristiano correrlos hágalo, pero si no lo es, entonces ayúdeles».

Simplemente es cuestión de preguntarnos qué haría Jesús en cada situación concreta, no se trata de quedar bien con nadie, en muchas ocasiones portamos máscaras: la máscara del muy amable, del muy servicial, la del muy sonriente, pero en el fondo lo que en realidad buscamos es el reconocimiento de los demás, el aplauso; no es otra cosa que egoísmo puro «qué bueno eres», «cuan caritativo», pero en realidad no es así, cuando estamos solos, cuando nadie nos ve entonces nos mostramos tal cual somos: unos leoncitos rapados, «candil de la calle, obscuridad de la casa». Nos resulta cotidiano comernos a la gente con todo y zapatos (no hay carne más sabrosa que la carne humana) y cuando se acerca la persona sobre la cual se está hablando decimos: «cállate, cállate, ya llegó… comadre qué bueno verla, pásele, estábamos hablando de usted» y enseguida dos besotes. ¿No es esto algo incoherente?

Ser bueno no está peleado con ser cristiano, al contrario, el verdadero cristiano es bueno y no busca el ser reconocido, entiende que la relación con Dios le lleva a una vida recta, sin fingimiento, sin doblez, no importa si lo ven o no.

La pregunta obligada es: «¿Soy un cristiano auténtico?» Y cada quien tiene la respuesta.
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