POR UNA EDUCACIÓN INTEGRAL
Y DE CALIDAD EN CHIAPAS
Tuxtla Gutiérrez, Chis.- El 26 de marzo, tuvimos la oportunidad de reflexionar en torno a la educación. La presencia del Sr. Nuncio Apostólico en México, Mons. Christophe Pierre, nos ha llenado de alegría y esperanza, pues, nos ha ratificado que la misión de la Iglesia es buscar la formación y educación integral del hombre y de la sociedad.
Este encuentro sobre educación, que ha sido convocado por el consejo coordinador de laicos, ha surgido como una iniciativa de animar y apostar por una educación integral y de calidad en Chiapas.
Solo de esta manera, teniendo hombres y mujeres, mejor educadas, podremos garantizar mejores personas que sirvan desde distintos ámbitos a Chiapas.
La Iglesia, con sus instituciones de educación, quiere animar a que todos los católicos para asumir su responsabilidad, tanto a los docentes, administrativos, familias, catequistas, trabajando juntos para crear la base de la sociedad en la educación del pueblo.
A continuación presentamos la homilía del Nuncio Apóstolico en este Encuentro sobre Educación:
Homilía de Mons. Christophe Pierre,
Nuncio Apostólico en México
Jesús, queridas hermanas y hermanos, nos ha revelado que la verdad fundamental del hombre es su libertad interior y su intocable dignidad. Libertad que exige ser mirada centrando nuestra atención en el amor. Porque, en efecto, los seres humanos hemos sido creados por amor y vivimos para el amor; y educar, es enseñar ese amor a través de la mejor pedagogía, esto es, con el amor. La libertad está ligada con el amor y su consecuencia es no tener miedo.
Como podemos con asombro contemplar en la parábola que la Palabra de Dios nos propone hoy, el amor va unido a la libertad; una parábola que a través de figuras nos propone aquel que podríamos definir el primer mandamiento que se nos da, esto es: “dejarme amar por Dios sobre todas las cosas” (cfr. Jn 15, 16; 1 Jn 4-10).
La parábola de los dos hijos:
a) Una situación: la parábola nos presenta, en efecto, a un joven que aspira a vivir su vida con libertad. Sin embargo, por abuso y exceso derrocha lo más precioso que Dios le había dado (salud, juventud, fuerza, capacidades, belleza); no se deja ayudar y corre el riesgo de derrochar todo y de terminar “dando las perlas a los cerdos”. Él da su juventud, su belleza, su ser, a quien no lo merece, y termina despreciándola. Una vida disoluta termina en el fango y entre puercos; e igualmente humillado.
Cuántas veces, de manera semejante, nos ha tocado ver a tantos y tantos jóvenes o personas con admirables cualidades (belleza, juventud, destreza) que, sin embargo, terminan sumergidas en el vicio o en la mediocridad luego de haber decidido salirse de la casa del padre. Pero, ¿se habrán dado cuenta de la situación de inmundicia en que viven?
b) Una propuesta: en esta parábola, el Señor nos revela el corazón y el ser de Dios: Dios se complace en ser misericordioso. Lo de Él es amar y perdonar, y, precisamente por ello, el hombre debería amarle también y estar dispuesto a corregir su vida, a quitar todo lo que se opone a su encuentro con el Padre y lo que lo aleja de la casa paterna.
c) Un método educativo: muchos de ustedes tienen como vocación la educación. Como siempre, en la educación no hay que mezclar todo, sino que hay que saber dar los pasos, y utilizar adecuadamente los momentos.
A la luz de la reflexión hecha, podemos considerar varios elementos de la educación:
*El joven piensa que para vivir su vida tiene que salir de la casa paterna, entonces él reclama “la parte de la herencia que le toca”. Se apropia de “su herencia” (que le toca), con la ilusión de usarla. Sin embargo, no la utiliza para crecer al interior de una tradición, de su ambiente cultural que le va a transmitir conocimientos, valores, reglas y costumbres. La “tradición” ofrece un significado, una hipótesis de explicación de la realidad. La tradición es el punto de partida que la naturaleza ofrece para permitirle al hombre afrontar y comprender la realidad. La tradición como hipótesis explicativa de la realidad, es condición para darle certeza y certezas al joven; de hecho, vemos que las consecuencias del rechazo de la tradición no son sino la inseguridad, la indiferencia, la alienación, la falta de compromiso con la realidad, el escepticismo.
*En la parábola, sin embargo, el joven se reencuentra a sí mismo (el Padre dice: “éste hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado”). Cuando se puso a reflexionar se levantó y vuelve a la casa de su padre pidiéndole “ser recibido”.
El joven se reencuentra con su tradición (su casa, su padre, la relación con una historia concreta, los servidores de la casa, hasta con su hermano que no quiere reconocerlo, pero del que el padre le dice “es tu hermano”); le permite dirigirse al factor propio y típico de cada hombre, el corazón. El corazón, que es un conjunto de exigencias y de evidencias originales que son parte de nuestra naturaleza. El corazón del hombre es infinito. El factor que activa el corazón es el contacto con la realidad.
Regresando a su casa, poniéndose nuevamente en condición para vivir en su realidad, el joven es introducido por el Padre a la realidad total (formada por su ser personal, su ser primordial, su ser familiar, su ser social, por todas las dimensiones de lo que él es en realidad), que antes había rechazado y olvidado. El amor misericordioso del Padre que educa al hijo, lo hace entrar en el significado cabal de la realidad; el hijo ahora se deja introducir (educar) a la realidad en la cual entrará y se encontrará a sí mismo, reintegrado en su relación con los demás.
*Éste cambio es posible porque el joven reconoce al padre al cual él había inicialmente rechazado con la ilusión de encontrarse con su destino, sólo, sin maestro.
Hoy, nuestro mundo es un mundo que no acepta la paternidad. El hijo reconoce “volveré a mi pare y le diré: padre he pecado contra el cielo y contra ti, no merezco llamarme hijo tuyo”; acepta a su padre como maestro, reconoce a su padre como autoridad, porque la autoridad es el lugar de la expresión más madura de la tradición, solamente podemos tener acceso a la tradición con la ayuda de la autoridad, con un padre. La autoridad es el lugar de la hipótesis de lectura de la realidad. La autoridad es el lugar que permite el crecimiento del joven. La autoridad es mi yo verdadero (él vuelve a ser hijo y reconoce a su padre). La autoridad es la condición para la coherencia del proceso educativo.
El padre había dejado “libre al hijo”, mas esto nunca fue una decisión suya, ni tampoco demagogia. Con paciencia, con perseverancia y sobre todo con amor, se quedó firme para ejercer en el momento oportuno la autoridad que introduce al hijo en la realidad de una relación fundada en el amor.
*El camino del joven ha sido verificación personal y crítica. Durante éste proceso él ha podido comparar personalmente sus experiencias con su origen propio (las aspiraciones profundas de su corazón y su tradición). La verificación es su propia iniciativa (“regresaré a la casa de mi padre”). La verificación personal es una condición inevitable de una educación auténtica (educación a la crítica) es decir, la actitud de quien busca las razones y el valor de cada realidad y de cada experiencia. La educación es provocación hacia la responsabilidad personal del joven y a la necesidad de comprometerse activamente en la realidad.
*El padre ha sabido tomar el riesgo de la libertad. Ha formado un ser humano nuevo (su hijo). Hay todo un proceso educativo para guiar al joven, para actuar con una autonomía siempre mayor y para afrontar al mundo por él mismo. Es un riesgo para la inteligencia y el corazón del padre y del educador. En esta confrontación, con todo, el joven desarrolla la propia libertad como capacidad de apertura hacia la totalidad. La libertad es la satisfacción de los deseos del corazón humano que está hecho para el Infinito, es relación con el Infinito. La libertad no es ausencia de vínculos, al contrario, es pertenencia a alguien, por eso se necesita de la figura de un maestro, de alguien (padre) que reclame la correspondencia dada por la apertura hacia la realidad.
Queridos hermanos: El anuncio evangélico que se encuentra en el corazón de ésta parábola, no puede ser disociado de la causa del hombre; asistimos a una verdadera promoción humana ahí donde se recrean las condiciones de una vida auténtica, digna, llena y feliz, solidaria.
La experiencia universal de la Iglesia desde sus orígenes hasta hoy, ha sido la de una institución que ha reconocido que tenía que educar, porque la educación es dimensión necesaria del anuncio del Evangelio. A través de sus actividades, la Iglesia educa a las personas, no simplemente para ofrecerles una formación técnica, específica, sino para orientar a la persona humana hacia convicciones y valores que nos sostienen en nuestra existencia.
El reto, particularmente en el contexto nuevo en el que vivimos hoy, es el de ofrecer al mundo la posibilidad de hacer madurar personalidades que no estén encerradas en el presente, que no sean superficiales o desinteresadas o desanimadas, como aparentemente lo son tantos jóvenes de hoy; que sean capaces de asumir responsabilidades por el bien común.
El reto es también que la comunidad cristiana, ante todo los sacerdotes, seamos conscientes de nuestra responsabilidad en este campo, y que tomemos las medidas para asumir dicha responsabilidad, a pesar de todas las dificultades.
Se trata de ayudar a la comunidad cristina a redescubrir la pasión educativa y a recuperar el potencial educativo de la comunidad cristiana; que sean para los adolescentes y jóvenes de nuestra comunidad un espacio en donde ellos puedan encontrar un sentido a su vida; que puedan ellos hacer experiencias concretas de vida social auténtica. Que encuentren la posibilidad de crecer hacia su responsabilidad y descubrir verdaderos valores humanos; que sea un lugar en donde encuentren maestros capaces de ejercer una verdadera autoridad, educadores que sean modelos de humanidad, que los jóvenes sean capaces de imitar, siguiendo el camino del joven pródigo.
¡Ustedes, queridas hermanas y hermanos, son luz del mundo y sal de la tierra. Permitan a los cristianos, a la Iglesia, ofrecer al mundo la buena nueva de la educación!
Fuente: Arquidiócesis de Tuxtla http://arquidiocesisdetuxtla.org.mx/
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