domingo, 13 de marzo de 2011

CUARESMA UN TIEMPO ESPECIAL DE GRACIA

LA IGLESIA DE DIOS QUE PEREGRINA EN CAMPECHE,
EN CAMINO HACIA LA PASCUA

Escrito por: Pbro. Fabricio Seleno Calderón Canabal.

Recibiendo la ceniza en señal de penitencia, el Miércoles de Ceniza iniciamos con toda la Iglesia el tiempo de Cuaresma, un tiempo especial de gracia para todos los que creemos en Cristo vivo y Resucitado.

La Cuaresma es un tiempo litúrgico muy arraigado en nuestro pueblo católico, ya que es camino de preparación a la vivencia de la Pascua. Esta característica es, sin duda alguna, muy importante porque, en la liturgia católica, la Cuaresma es un tiempo “fuerte” únicamente en cuanto que prepara para un tiempo “más fuerte”, si cabe esta expresión.

El tiempo de Cuaresma rememora los cuarenta años que el pueblo de Israel pasó en el desierto mientras se encaminaba hacia la tierra prometida, con todo lo que implicó de fatiga, lucha, hambre, sed y cansancio... Al final, el pueblo elegido gozó de esa tierra maravillosa que destilaba miel y frutos suculentos.

Para nosotros, hombres y mujeres de fe del año 2011, la Cuaresma es el tiempo que nos prepara para la Pascua, corazón del año litúrgico, donde celebramos la victoria de Cristo sobre el pecado, la muerte y el mal; por lo mismo, la Pascua es la fiesta de la alegría porque Dios nos hizo pasar de las tinieblas a la luz, del ayuno a la comida, de la tristeza al gozo profundo, de la muerte a la vida.

La práctica de echarse ceniza y de ponerse algún vestido o trapo burdo para indicar que la persona está haciendo penitencia ante Dios era una costumbre en el pueblo Judío desde antes de la llegada de Jesús al mundo.

Los cristianos tomaron esa costumbre de los judíos. Al iniciar la práctica de la penitencia pública en la Iglesia, muchos pecadores empezaron a usar la ceniza para manifestar públicamente su arrepentimiento.

En los primeros siglos del cristianismo, la preparación a la fiesta de la Pascua comenzaba cinco domingos antes del domingo de Resurrección. Tiempo después, el Miércoles de Ceniza pasó a ser el inicio de la Cuaresma, para tener ya completa la cuarentena penitencial al iniciar la Semana Santa.

La Ceniza, signo de que renunciamos al pecado

Algunos fieles piensan que recibir la ceniza es uno de los ritos más importantes de la vida cristiana; pero este rito pierde todo su valor si se le separa de la cuaresma, pues el Miércoles de Ceniza convierte a la Cuaresma en un camino hacia la Pascua; el Miércoles de ceniza es el día que iniciamos la lucha para eliminar de nuestra vida el pecado.

Si no se tiene la determinación de iniciar este camino de conversión que nos conducirá a la Pascua, ningún sentido tendrá el haber recibido la ceniza, pues no es un polvo mágico. Este rito con el que da inicio la Cuaresma, es la oportunidad de abandonar el pecado, el egoísmo y los vicios para vivir una vida nueva en Cristo.

Por tanto, el rito de la Ceniza debe ir acompañado del deseo personal de dejar de cometer el pecado, de alejarse de las ocasiones de pecar, etc.

La Ceniza, signo de que nos acercamos a Dios

Aunque la ceniza nos recuerda nuestros pecados, también debe recordarnos la urgencia de recuperar la gracia a través de la conversión del corazón; es cierto que la ceniza nos recuerda la caducidad de nuestra vida, pero también ha de recordarnos la resurrección.

Los antiguos pastores, a la salida del invierno, quemaban los pastizales para “apurar” el crecimiento del nuevo pasto; quemaban los pastizales para “erradicar” las plagas y los huevecillos de los insectos; quemaban los pastizales para fertilizar la tierra y “hacer más vigorosos” los nuevos brotes.

El hombre antiguo tenía un valor más positivo de la ceniza, si la arrojaban sobre sus cabezas o ropas, era no solo para reconocer que estaban mal, sino sobre todo para “apresurar” “erradicar” y “hacer más vigorosos los nuevos brotes”.

La persona es consciente de haber pecado, pero no puede perder el tiempo lamentándose de ello, es más urgente volver al estado de la gracia, a la amistad con Dios; por eso quiere parecerse al pastizal que al ser quemado “apura” un crecimiento sano y vigoroso.

Así la Iglesia, al iniciar la Cuaresma, se reconoce pecadora, pero también se reconoce llamada a la santidad; por eso no quiere permanecer más tiempo en esa condición despreciable e inicia el tiempo de Cuaresma con la imposición de la ceniza a fin de erradicar el pecado, pero también para apurar la vida de la gracia.

La Cuaresma es un tiempo más o menos largo, porque la Iglesia, que es Madre y Maestra, bien sabe que no se cambia el corazón de la noche a la mañana. Se necesita paciencia, perseverancia y constancia para realizar este delicado trabajo de arrancar las yerbas del mal y hacer florecer las plantas del bien.

No lo olvidemos: La Cuaresma ofrece la oportunidad de mejorar nuestra vida. Transformemos nuestro corazón para celebrar la Pascua con un corazón limpio, renovado, generoso.
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