GUARDADO EN SU CORAZÓN
Artículo del Pbro. Darío Lagunes Máfara, sacerdote de la Arquidiócesis de Xalapa, publicado en la sección Entretejiendo la vida Cristiana de la edición del domingo 20 de Marzo de 2011 del Semanario Alégrate, de la Arquidiócesis de Xalapa.
El cristiano que ya inició su camino cuaresmal, a partir del miércoles de ceniza, seguro que más adelante sentirá un poco de fatiga y necesitará de algún descanso.
Su esfuerzo por vivir cristianamente la Cuaresma no es a título personal, sabe ser humilde y pedir constantemente la ayuda de Cristo, quien ya ha dado muestra de cómo se vence la tentación.
Vivir en serio la Cuaresma implica ponerle fecha y horario en el calendario a las acciones netamente cristianas: 1.- Con la fuerza de Cristo luchar contra Satanás, contra las tentaciones. 2.- El arrepentimiento, la conversión y el camino en comunidad desde la fe. 3.- Realizar ayunos, obras de caridad y oración permanente. Esto es lo que el cristiano debe hacer durante toda su vida, algún día tiene que iniciar y ese día es hoy, en esta Cuaresma 2011.
Pues bien, cuando se presente la fatiga y no se tengan ánimos de continuar la vivencia cuaresmal, les recomiendo acercarse a la Virgen María. Ella ha quedado integrada en la comunidad de la Santísima Trinidad, es hija de Dios Padre, esposa de Dios Espíritu Santo, y madre de Dios Hijo.
Es verdad que hace falta la compañía de la Virgen María en esta Cuaresma, cuántas cosas favorables vemos en ella que pueden ayudar. Decir valientemente sí a Dios, que se haga siempre su voluntad. El sí valiente de todos los discípulos y misioneros de Cristo.
La virgen María ha quedado como madre tan cercana a la humanidad para dirigirse a ella en cada momento, siempre está atenta a las necesidades del cristiano, nunca se avergüenza de las debilidades de sus hijos, al contrario los comprende y alienta.
Como madre que se compadece, su corazón guarda muchas cosas y aún así está esperando ser atravesado por la espada, según lo que el anciano Simeón le anunció cuando su hijo Jesús fue presentado en el templo.
Los cuarenta días de Cristo en el desierto antes de ser crucificado estuvieron guardados en el corazón de la Virgen María, madre llena de amor. Ella esperaba valientemente el momento del camino de la cruz para estar presente, con esa presencia maternal; mujer valiente, pero de mirada suave y aroma de rosas celestiales.
No hacen falta tantas explicaciones y razonamientos para convencerse de lo que ya ha sido demostrado. Que la Virgen María tenía en su corazón a Cristo en esos cuarenta días del desierto y Ella aguardaba acompañarlo en el camino de la cruz.
Está claro que también guarda en su corazón a todos los cristianos y sus esfuerzos en lucha por vivir estos cuarenta días al mismo estilo de Cristo en el desierto hasta llegar a la cruz.
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