CAMINANDO HACIA EL DÍA DE LA FAMILIA
Escrito por: Pbro. José Juan Sánchez Jácome, Titular de la Oficina de Comunicación Social de la Arquidiócesis de Xalapa
Como Iglesia no queremos vivir el día de la familia -que se celebra el próximo 6 de marzo- simplemente como una fecha que hay que festejar. Nuestra contribución al día de la familia más que folklórica o cívica quiere ser de tipo coyuntural, en este caso señalando algunos aspectos que fortalezcan la vida familiar y solicitando a las autoridades estatales y federales que pongan a la familia como prioridad política, así como nos pronunciamos el domingo pasado.
Por eso, desde la perspectiva cristiana queremos volver a compartir estas reflexiones que tratan de llegar al corazón de las personas para que valoren, rescaten y fortalezcan la armonía familiar. Es cierto que en ocasiones nuestras familias no están viviendo conforme al designio del Creador y por eso no se han convertido en ese espacio de formación y de encuentro que todos necesitamos.
Pero se trata de luchar para lograr precisamente la unidad y la armonía que son fundamentales para que todos sus miembros se puedan sentir amados, aceptados, promovidos y valorados.
Por nuestra familia tenemos que hacer todo el esfuerzo por superarnos y por favorecerla. Este marco del día de la familia a nivel nacional es muy adecuado para que hagamos una profunda reflexión sobre lo que están necesitando nuestras familias y sobre lo que cada uno de nosotros tiene que cambiar para que aportemos soluciones a la convivencia familiar.
Respecto de las estrategias que tenemos que realizar para mejorar la vida de familia podemos considerar estas tres recomendaciones. En primer lugar, hace falta tener muy presente que los defectos no son exclusivos de los otros, por lo que es necesario ser muy conscientes de los propios, para ser más comprensivos y humildes a la hora de exigir que cambien las personas.
El segundo lugar, tenemos que convencernos que la mejor manera de ayudar a los demás a superar sus defectos es la cordialidad y hasta el buen humor; la psicología nos ofrece una serie de herramientas para ser conscientes de los propios defectos y para lograr superarlos realmente en la vida. Pero la cordialidad y la capacidad de perdonar siempre se harán necesarias en la convivencia familiar.
Finalmente, para mejorar en toda relación conyugal y en toda relación entre padres e hijos, o con los demás miembros de la familia, lo inteligente es fijar siempre más la mirada en lo positivo y no en lo negativo. De algún modo, perdonarse es esto: mejorar nuestro modo de mirarnos. Si miramos más el lado negativo desconociendo las capacidades y las enormes virtudes que hay en todas las personas construimos nuestras relaciones sobre bases no objetivas que terminan por provocar la ruptura.
La vida de familia es una fraternidad que se traduce en una escuela de compartir, de colaborar y vencer el egoísmo cada día. El amor no es un tesoro que se guarda, sino una simiente que se planta cada día. Por muy grande que sea el amor siempre hay algo que perdonar. Todos los días tendremos algo que perdonarnos, por los olvidos, por los cansancios, por las insatisfacciones, por las preocupaciones, por los prejuicios, por las dudas, por los nervios, por los roces, por los inevitables egoísmos, por los malos entendidos, por las incomprensiones, por todo tipo de fallas y limitaciones.
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